CAPÍTULO 12

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En ese instante el celular de Joseph sonó interrumpiendo sus pensamientos. Tomó el móvil y miró la pantalla en la cuál solo aparecieron las palabras "Numero restringido", dudó unos segundos antes de responder.

—¿Cómo va todo, Jonas? —le preguntaron al otro lado de la línea.

Joseph se quedó callado, no reconocía aquella voz, no se le hacía conocida.

—¿Estas ahí? —preguntó aquella voz, podía sentir la sonrisa de ese desconocido a pesar de no poder verlo. Joseph resopló—. Sí, sí estás. Bueno, seré breve, te aconsejo que te alejes de la señorita Anderson. Sé que es complicado —soltó una risa— con semejante culo cualquiera perdería la cabeza, pero ella ya no es la misma. Ahora está ocupada en otros asuntos, así que si no quieres que tú o tu novia, sí me refiero a la rubia, sufran un... accidente por decirlo de alguna manera será mejor que la dejes o también Anderson sufrirá las consecuencias. —y colgó.

Pip pip pip

Por unos momentos Joseph se quedó con el teléfono en el oído mientras intentaba asimilar todo lo que le había dicho aquél tipo ¿Quién demonios era? Apretó con fuerza el móvil hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Su rostro ardía, estaba furioso. Contuvo el impulso de lanzar su móvil por los aires y estrellarlo contra la pared.

* * *

El móvil de Rachel cayó al suelo, sus manos temblaban. Aquella misteriosa mujer que la había llamado la puso tensa, nerviosa y asustada. No sabía qué hacer, las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Por alguna razón sabía que no podía cumplir con lo que le había dicho esa chica ¿Alejarse de Joseph? No. Aquella noche ella había estado pensando en él, estaba totalmente decidida a recuperarlo y ahora aquella puta llamada había hecho que todo se fuera a la mierda. Se dejó caer en la cama y miro el techo. Suspiró. Se limpió las lágrimas de inmediato con fuerza.
Se incorporó de un brinco y recogió su móvil, busco en su agenda y llamó. Sonó tres veces y contestaron.

—Joe —dijo ella de inmediato.
—¿Rachel? —preguntó— ¿Ocurre algo?
—Acaban de llamarme —su voz tembló—, me amenazaron, me dijeron que debía alejarme de ti o te matarían y yo tengo miedo, no quiero que te hagan algo, sabes lo que significas para mí, me muero si algo te pasa. Te amo. —Habló tan rápido que Joseph tuvo que poner mucha atención para poder comprender lo que le decía, Rachel de nuevo estaba al borde de las lágrimas.
—Tranquila —dijo él con voz monotona—, a mí también me llamaron. Necesitamos vernos.

Rachel asintió a pesar de que sabía que Joseph no la veía pero se sintió incapaz de responder, un sollozo escapó de entre sus labios.

—¿Me oiste? —preguntó Joseph.
—S-sí —respondió ella en un susurro.
—Perfecto. Te veo mañana a las seis en tu departamento.
—Sí, allá te veo.

Joseph colgó.

Rachel no pudo contener más el llanto se sintió indefensa e insegura, no podía creer que aquello estuviera pasando, también a él lo habían llamado, por unos instantes pensó en Sophie, estaba segura de que esa chica la había amenazado.

Miró el reloj, eran las tres de la mañana. Gruñó por lo bajo. No podía creer que la hubieran llamado a esa hora y faltaban quince horas para verse con Joseph y mientras tanto pensó en lo que debía hacer para escabullirse hasta su departamento y asegurarse de que no la seguían. Debía ser cuidadosa. Pensó en mil maneras pero todas le parecían absurdas, perdió la noción del tiempo mientras su mente trabajaba con rapidez pero finalmente decidió que lo mejor era improvisar.


Rachel miró nuevamente el reloj. Ya eran las siete. Suspiró, se incorporó ligeramente apartando su cortina color carmesí, el sol empezaba a emitir rayos matinales. Tomó una bocanada de aire. Se levantó, buscó su albornoz y se metió a bañar. El agua caliente la relajó un poco pero no lo suficiente.

Terminó de arreglarse y se dirigió al comedor donde ya se encontraban los demás. Se sentó al lado de Susy y fingió una sonrisa.

—¿Que tal amaneciste? -! —le pregunto su amiga.
—Muy bien, gracias ¿y tú?
—Bien. —sonrió. —Con mucha hambre.

Durante ese lapso platicaron de cosas ordinarias. Rachel no estaba segura de decirle lo que tenía planeado hacer. Sabía que Susy la apoyaría pero no quería meterla en problemas así que lo mejor era no mencionar nada y esperar hasta que llegara el momento de ir a encontrarse con Joseph.

* * *

Joseph no sabía que hacer. No dejaba de pensar en la llamada de Rachel, en sus palabras en su «Te amo». Era complicado. Pero eso no era lo peor. Sophie acababa de levantarse y estaba de un genio terrible provocado por la resaca y su recuerdo vivído de él con su ex.
No sabía que excusa usaría para poder salir y ver a Rachel necesitaban hablar y arreglar todo ese asunto de las amenazas, llegó a pensar que se trataba de Scott, pero no había sido su voz aunque claro ahora existían maneras de hacer que tu voz sonara diferente o distorsionada, lo cierto era que ya no sabía que creer.

Minutos después, Sophie, salió del baño solo con el albornoz, se sentó frente al tocador y empezó con su ritual de belleza. Joseph podía ver por sus expresiones que estaba furiosa.
Pero decidió tocar el tema de su borrachera y poco a poco dirigirse a lo de Rachel y él en el restaurante.

—Sophie debemos hablar.
—No lo creó —respondió ella tajante.

Joseph permanecía acostado y ambos se miraban a través del espejo.

—No quiero verte tomada de nuevo.

Sophie reprimió una mueca de disgusto, no quería hablar de lo sucedido, no quería que Joseph tocara ese tema, no quería que le recordara lo que había dicho y hecho, no quería verlo, no quería oírlo. Gruñó y tomó el cepillo. Joseph la miraba con el ceño fruncido mientras ella cepillaba su largo y rubio cabello.

—Sophie, ¿oíste lo que dije?

Pero ella ni se inmutó y siguió en lo suyo, habia decidido ignorarlo todo ese día, era lo mejor.

—Soph...

Pero en ese momento su rostro se crispa. Joseph no pudo terminar de hablar ya que ella se había puesto de pie y sin dudarlo ni un segundo le lanzó el cepillo. Él apenas tuvo tiempo de girarse al otro lado de la cama para poder esquivarlo. El cepillo se estrello contra una lampara derribándola, se oyó un estruendo cuando tocó el suelo y se hizo añicos.

—¡¿Qué putos te pasa?! —le gritó Joseph.

Ella no respondió. Su pecho subía y bajaba a un ritmo acelerado. Estaba realmente furiosa. Tomó su crema y la lanzó contra él. Joseph se puso de pie de inmediato y la miró con los ojos abiertos como platos. Caminó hacia ella.
Sophie no lo dudo ni un poco cuando tomó sus cosméticos y empezó a aventarselos. Joseph se cubría la cara con las manos y siguió avanzando hacia ella.

Sophie estaba imparable, seguía lanzándole cosas hasta que él llego a ella y la tomó de las manos.

—¡Basta! —le gritó.

Pero ella lo empujaba y movía sus brazos con desesperación intentando soltarse.

—Suéltame Joseph - le gruñó.
—No, ahora escúchame.

Ella cerró los ojos con fuerza y negaba con la cabeza. No, ella no quería escucharlo, estaba harta de todo, sólo quería irse con él de nuevo a Francia, alejarlo de su pasado que todo volviera a lo que era.

–Soph —le hablo Joe con suavidad—, por favor, no quiero verte de nuevo así como ayer.

Ella no le prestaba atención, estaba cabreada, realmente cabreada. Esperó a que él aflojara su agarre. Joseph lo hizo, aprovechó ese instante y lo empujo con fuerza.

—No quiero oirte, cuando por fin olvides a esa zorra, hablaremos.

REVENGE II [+18] •TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora