Soluciones Necesarias

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  Ya era tarde cuando Andrea volvió a la posada, estaba oculta bajo su capote y era imposible adivinar que era la misma chica que solía salir alegremente todas las mañanas, se sentó en una mesa al fondo, pidió vino, algo de carne seca y un pastel de manzana como cualquier maleante que se respete haría para parecer rudo, y se limito a esperar, porqué, algo era seguro, ya fuera porque el primer asesino lograra llegar a su escondite antes de desangrarse o fuera porque el no volvía, los hombres de los monos rojos vendrían a terminar lo que había dejado inconcluso su primer enviado, ella solo debía esperar.

  Paso una hora sin cambio aparente, Andrea comenzaba a impacientarse, pero a mitad de la segunda hora llegaron tres hombres con la conocida marca en el rostro, una especie de mono hecho de rayas, eran una serie de cortes que debía hacerse el iniciado al entrar a la banda, solo los locos y los verdaderos artistas serian capaces de tal talento, ella no entendió lo que les decía el posadero, pero los vio subir a el segundo piso, que es donde estaban las habitaciones, y les escucho buscar por todas partes en la habitación, unos minutos después estaban abajo mostrandole a el dueño de el local una nota que era lo único que ella había dejado casualmente, un poco después salieron murmurando insultos y amenazando a el dueño del local con acabar con el por traicionarlos y ocultar a sus enemigos, un poco después salio ella siguiéndolos a mediana distancia.

  Después de unos quizá veinte minutos de recorrido llego al borde de la ciudad, encontró una especie de cueva donde los tres hombres entraron, en la entrada no había guardias, pero a poca distancia había unas cuantas chozas que aparentaban una pequeña población, las cuales convenientemente estaban habitadas por hombres de apariencia peligrosa, eran miembros de la banda y obviamente los otros tres habían entrado a reportar el resultado de su misión.

  Andrea se mantuvo observandolos a una buena distancia por el lapso de un día, durante ese tiempo comió la torta, la carne y bebió el vino en pequeñas cantidades para mantenerse despierta y con energías, luego de tanto esperar los tres hombres salieron y tomaron camino aun mas al norte, estaban en los bordes de la ciudad aun, Andrea los siguió a una distancia prudente hasta que llegaron a una posada que se encontraba en el inicio del camino entre el pueblo y las montañas en el borde norte, ahí los hombres se detuvieron a comer y a alquilar caballos (cosa que solo podían hacer ellos porque eran conocidos en la posada), ella hizo lo mismo, comió, bebió y tuvo que comprar un caballo de mediana calidad que consiguió por 35 mornicks, los caballos eran caros, 20 minutos luego de que ellos salieron salio ella y tomo otra dirección por si el posadero trabajaba para los monos rojos, luego de media hora de camino cambio de rumbo y se dirigió nuevamente al norte para interceptar a sus enemigos, al caer la noche ellos decidieron dormir confiados en que nadie seria tan tonto de seguirlos y aunque lo fuera, seria difícil que les hubieran seguido el rastro.

  Una vez que estuvo segura que los tres dormían agrego un poco de hierba molida en el agua de uno de ellos, de esa hierba que se usa para liberarse de los problemas estomacales y de los parásitos, se retiro a una buena distancia y descanso pero sin dormir propiamente, al rayar el alba de el siguiente día sus enemigos se pusieron en movimiento, ella les siguió a una distancia de media hora, no era muy buena rastreadora, pero ellos lo facilitaban mucho al no cubrir sus rastros.

  Después de dos horas siguiéndolos logro lo que se había propuesto, vio a lo lejos como uno de ellos volvía, esto le confirmaba que estaban mas cerca de la posada que del escondite del líder de la banda, ya que el escondite que habían visto en la ciudad era claramente un refugio de unos pocos hombres que no podrían controlar todo el bajo mundo de el noroeste aunque quisieran.

  El hombre venia claramente enfermo, si alguno lo hubiera visto hubiera dicho que venia un muerto sobre un caballo, estaba tan débil que nisiquiera pudo reaccionar cuando una sombra montada a caballo se le acerco y le propino un golpe en la sien tan bien colocado que le hizo perder el conocimiento, lo próximo que supo fue que estaba atado y ya no se sentía tan mal, esto ultimo gracias a que Andrea le había suministrado el antídoto, intento liberarse pero el nudo era muy fuerte y estaba bien hecho, lo siguiente que intento fue insultar y amenazar, pero su captora ni se inmuto, cuando vio que esto no funcionaba fue cuando comenzó a suplicar, y después de verlo un momento Andrea comenzó a hablar, aunque ya iba una hora de griteríos por parte de el hombre.

- Dame información y yo te devolveré tu vida, dame la ubicación de tu líder y pensare en perdonarte - luego de decir esto se sentó a esperar con el estilete en una mano y el agua de reserva que traía el hombre en la otra.

- Dos días al norte -dijo el hombre sin dudarlo, intentando salvar su vida- al pie de los montes de la aurora encontraras el campamento, pero por favor perdóname, yo solo seguía ordenes.

-  Bueno muchos se han equivocado al seguir ordenes, también las siguen los que son levantados de su sueño por la fuerza, y eso no implica que cuando un paladín los encuentra les perdone -dijo ella como mirando el sol que comenzaba a levantarse entre las montañas- no obstante te dejare ir, ya eres libre -una vez dicho esto subió a su caballo y corto la soga que mantenía a el bandido unido al caballo, pero lo dejo atado de manos en medio de una sabana, tomo toda el agua, la comida, los dos caballos y se fue alejando de el mientras ignoraba sus suplicas, esto fue lo ultimo que se supo de el.

  Luego de cabalgar durante el día y parte de la noche logro divisar el lugar donde descansaban los otros dos bandidos, nuevamente ninguno hacia guardia, nunca habían visto un enemigo por estas tierras, lentamente se acerco a ellos y se aseguro que estaban dormidos, luego sin pensarlo mucho asesto un golpe de estilete a cada uno en medio de la traquea, fue un golpe rápido y preciso, no existía manera de sobrevivir, el estilete cruzo de lado a lado como cuchillo en mantequilla, mientras ellos se revolcaban, tomo todo lo de valor que pudo encontrar, el dinero, los caballos, los mapas, la comida y el agua, luego siguió su camino mientras los dos hombres se revolcaban en su sangre.

  Hizo todo esto rápido y se alejo porque sabia que si se quedaba entraría de nuevo en pánico, ademas esta vez no contaba con la infusión que le había dado Rafael y últimamente había estado pensando que era eso lo que le había permitido actuar con tanta frialdad.

  El estar en peligro había despertado en ella un instinto de supervivencia que había despertado también (aunque muy levemente) cuando ataco a aquel asesino en la que ahora era conocida como la la masacre de la mansión Mondrecknest, es extraño que una persona que intento terminar con todo de una manera rápida quisiera preservar su vida, pero la verdad es que solo quería poder mantenerse para seguir siendo útil para esa persona que la había salvado.

  Después de dos días de camino solitario y ya sin presión de dar alcance a los asesinos logro ver por primera vez el campamento de los bandidos, era una especie de fortificación de madera a los pies de la montaña, aunque era infranqueable también era casi imposible escapar de ahí, los observo durante dos días, su jefe era un hombre alto, se veía fuerte y siempre iba con armadura, aparentemente era un buen arquero, siempre llevaba un arco a sus espaldas, en medio de el poblado había una especie de altar, parecía ser dedicado al dios de las noches, deidad favorita de los bandidos, y de todos los que preferían actuar bajo la protección de la oscuridad.

  Después de espiarlos durante dos días, confirmar su cantidad y las defensas que poseían, Andrea tomo rumbo a la ciudad tenia un plan completo de como acabar con ellos, lo había ido maquinando paso por paso los últimos días, cuando volvió evito pasar cerca de la posada y entro a la ciudad por la zona contraria, es decir por la entrada sur, pero antes de entrar vendió los caballos a granjeros que vivían un poco mas al sur de la ciudad, de ese intercambio obtuvo ochenta mornicks mas, eso debido a que los vendió baratos para salir de ellos, una vez se hubo desecho de los caballos y de todo estorbo dio un pequeño paseo por los campos de claveles para recordar su infancia y para asegurar que nadie hubiera tocado sus tesoros ocultos en el escondite cercano, todo estaba en orden.

  Se escondió en su antiguo escondite hasta la noche, ya que siempre era mejor actuar en las noches, cuando hubo oscurecido en su totalidad y la luna era tapada por las nubes decidió que era la hora correcta para actuar, ya había planificado como practicar ciertas soluciones, que aunque necesaria aun le eran un poco molestas e incomodas. Era el momento de dar un giro a la historia y comenzar a volverse en la leyenda que hoy conocemos.

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