Mo camino lentamente hacia el puente, como un ser sin esperanza, como un padre que va a sepultar a su hijo, como un hombre moribundo, como quien a perdido a su familia. Marianne le miraba recostada en uno de los bordes del puente, parecía haber perdido todo su orgullo, había sido derrotada, peor aun, había huido. Sin embargo eso no era un motivo para llorar, no era eso lo que le causaba tristeza a Marianne, no, era el hombre encapuchado a su lado lo que la hacia sufrir. Mo llego junto a ellos y se agacho, quito la capucha del rostro de el hombre moribundo, y le pregunto tranquilamente—¿Por que lo hiciste? ¿Por que viniste a morir por una mujer que ya había perdido su honor? ¿Por que te sacrificaste Reinkoll?— y con la misma calma que había mostrado su pupilo unos segundos atrás Reinkoll le respondió — ¿Dejarías morir a tu hija solo porque perdió su honor? ademas nunca fue mi intención morir, pensaba matarlo, pero cuando destroce su corazón note que no era normal y fue cuando decidí hacerle un daño permanente y destruir su ojo derecho para que nunca mas dispare flechas con tanta precisión— En ese momento Andrea llego junto a él y con tristeza le pregunto —¿Ahora quien me contara historias, a quien veré entrenando con las dagas cada día, quien me hablara de las aventuras del príncipe exiliado?— Reinkoll la miro y mientras parecía que se dormía dijo en muy bajo volumen —en el otro continente hay una biblioteca, en el norte están las cuevas donde dejo sus enseñanzas, en el sur podrás escuchar sobre sus grandes hazañas durante la guerra de los pantanos, en el oeste podrás ver los murales donde instruyo al padre de las lanzas y en el este podrás encontrarte con los hombres que una vez juraron proteger sus armas. Como vez puedes escuchar sobre él en todas partes, pero debes saber escuchar, un rió puede tener varias corrientes, pero todas llevan al mismo mar— En ese momento Marianne logro llegar a gatas junto a él, Andrea y Mo los dejaron hablar mientras llegaban junto a ellos Binar y el resto de los comandantes, Reinkoll moría lentamente mientras desde ningún lugar Andrea escuchaba una voz que le repetia —Este es el destino de todos los hombres—.
Reinkoll hizo una ultima seña a Andrea, cuando ella se acerco extendió su mano hacia ella con la capa que había utilizado ese día —fue un regalo del vencedor de los pantanos y ahora es tuyo— le dijo, y una vez que hubo puesto la capa en manos de Andrea su espíritu dejo su cuerpo.
El velorio fue hasta el amanecer y una vez que todos los hombres lo hubieron visto sus restos fueron consumidos por la llama, nadie quería que luego fuera levantado por algún nigromante y que terminara matando a la mitad de los presentes. Cuando todos los hombres se retiraron y solo quedaron los cuatro comandantes Mo procedió a degradar a Marianne, también debía expulsarla del ejercito. Marianne salio del fuerte en completo silencio, aun con sus heridas y con el dolor por la perdida de su padre, Mo la acompaño hasta un poblado cercano y con el dolor de su alma la dejo ahí para que se recuperara, no se verían en mucho tiempo.
Se le permitió conservar las armas de su padre, por ser un héroe que murió en batalla, pero no las propias debido a que era una cobarde que había huido antes de morir, pero Marianne había tenido un motivo para huir, ella sabia que no era su hora, en su corazón sufría mucho por la perdida de su padre, y aun mas le agradecía haberla salvado cuando no había otra esperanza, pero aun no era su tiempo, aun no se había escuchado la ultima tonada de la gesta de Marianne la victoriosa, aun no, faltaba poco.
ESTÁS LEYENDO
El Renacer
AdventureEl alma de los vientos era un ser fuerte y poderoso, veloz e intangible, sabio y antiguo, su andar era como el de la brisa, su mirada como un vendaval, su forma de combatir como una tormenta y su manera pensar como la de los dioses, pero no siempre...