Andrea despertó en alguna de las cimas de la montaña del norte, el humo de los cadáveres aun se podía observar desde lo alto de la montaña, ella no recordaba ni en que momento había perdido el conocimiento ni cuanto tiempo había dormido, estuvo a punto de preguntar por sus compañeros pero detras de ella vio los cuerpos de Binar y Balsan, los cuales estaban como muertos, pero observándolos bien noto que estaban dormidos, aun estaba el tigre entre ellos y aparentemente mientras seguía durmiendo obtenía energía y la transmitía a los dos hombres heridos.
Estaba perdida en sus pensamientos cuando noto a su derecha como sostenidos en el aire, a una distancia donde no podía estar sobre la montaña, unos extraños ropajes, cuando los detallo por primera vez en un lugar iluminado vio que por esos ropajes muertos se movía una energía extraña, parecía un espíritu, parecía vida, parecía viento. De pronto sintió como la mirada de la sombra se posaba en ella y por primera vez pudo observar sus ojos, eran fríos, pálidos y de un marrón profundo, Andrea no pudo evitar compararlo con la mirada de un hombre muerto, aunque logro ver una pequeña diferencia, encontró en ellos algo que no existiría nunca en los ojos de un hombre muerto, en esos ojos vio por un momento algo que difícilmente encontraría incluso en los vivos, algo que no poseían muchos mortales, en esos ojos vio ira, vio ansias de venganza, pero por sobre todo vio determinación.
Mientras trataba de entender todo esto y se preguntaba que había pasado en ese combate después que ella se durmió escucho una voz que la transporto a un mundo lejano, a una época antigua a una edad anterior a la de los reinos de los hombres y a los reyes y emperadores, la llevo a los primeros días. Era la historia del inicio de la civilización o al menos una parte de la misma contada por alguien que estuvo ahí.
Andrea se encontró en la misma posición donde estaba un momento un momento antes, pero la montaña bajo sus pies había desaparecido. Ella se sentía suspendida en el aire por una extraña fuerza y donde debía estar la montaña había una gran ciudad. La ciudad parecía hecha de oro puro, cubierta de espejos y todo tipo de objetos brillantes, sus enormes fortalezas llegaban casi a la altura de las nubes, estaba construida por etapas cada una mas alta y adinerada que la otra, en lo mas alto de todo estaba el castillo, era la gran ciudad de los elfos.
Miro a su lado izquierdo pero no vio esta vez los ropajes sino a un imponente guerrero cubierto de una armadura dorada y un casco con forma de cabeza de dragón, en su espalda tenia una capa roja con un emblema que se asemejaba a un águila que con sus alas extendidas, pero inmediatamente lo reconoció no era un águila era la viva imagen del fénix que había utilizado binar, en su mano el guerrero poseía la misma lanza que Balsan y la sombra habían empuñado hace poco tiempo, de pronto el guerrero volteo hacia Andrea y dijo -¿has venido nuevamente a observar la catástrofe?, ¿has venido a observar el inicio del fin?- desde cualquier lugar y desde ninguno Andrea escucho como las preguntas eran respondidas -no he venido a observar este funesto día, no, yo he venido a que ella conozca el primer día del ocaso de los dioses e venido a que ella conozca la verdad de la vida.
Andrea volteo hacia su mano derecha y ahí estaban los ropajes movidos por el viento, y cuando los vio dentro de su mente escucho una voz que le decía -mira la ciudad de los elfos, mira y entiende el motivo de que los hombres hayan prevalecido sobre ellos- Andrea estaba a una increíble altura, pero ahí en medio de esos dos seres sus ojos se abrieron y pudo observar la ciudad, pero lo que le llamo la atención no fue la ciudad dorada sino los barrios a las afueras de la misma donde habitaban los humanos, en ellos vio como un grupo de soldados elfos atacaban a algunos humanos por diversión, debían tener un buen tiempo en ello ya habían dejado un pequeño rastro de cadáveres. De pronto apareció ante ellos un joven con la mirada enfocada y con la misma determinación en los ojos que pudo observar antes en la sombra, Andrea reconoció la armadura del chico, pertenecía a la misma orden que el hombre que se encontraba parado a su izquierda, también reconoció la espada que tenia en su mano derecha, era la que usaba Mo y por ultimo observo la daga que tenia en su cintura era la que le había entregado la sombra. En una serie de rápidos movimientos el joven acabo con los soldados elfos y libero a todos los cautivos que pudo, antes de que terminara de rescatarlos a todos una lluvia de flechas cayo en el lugar donde él debía estar, pero fue como si el viento se lo llevara y lo alejara del peligro, seguidamente llego otro destacamento de guardias a los que el chico venció con igual facilidad, durante varias horas el chico estuvo liberando a los humanos esclavizados y matando a los soldados elfos que venían a enfrentarlo, cuando casi había terminado de liberar a todos los humanos de ese barrio se topo por pura casualidad con uno de los príncipes de los elfos, todo hubiera sido diferente si se hubiera encontrado a un capitán o incluso un general pero la fatalidad decidió que fuera un príncipe, o al menos en ese momento pareció que fue una mera casualidad, el joven trato de dialogar con el príncipe, pero el príncipe lleno de ira salto hacia él, envuelto en una magia oscura, mientras atacaba era apoyado por sus arqueros y sus magos.
El joven intento escapar, esconderse, cuando parecía que ya no quedaba alternativa volteo hacia el cielo y fue como si por un momento mirara a Andrea pidiendo ayuda... Un segundo, solo un segundo después de esto comenzó la debacle, inicio el fin de esta era.
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El Renacer
AdventureEl alma de los vientos era un ser fuerte y poderoso, veloz e intangible, sabio y antiguo, su andar era como el de la brisa, su mirada como un vendaval, su forma de combatir como una tormenta y su manera pensar como la de los dioses, pero no siempre...