Un paseo por el campo

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    Había una suave brisa, un olor a campo que recordaba a la época de siega y el sol estaba comenzando a descender y su brillo ya no era tan fuerte.

  A su derecha había un grupo de campesinos ocupados en recoger el trigo antes que anocheciera, a su izquierda un camino, al otro lado de el camino unos niños jugando en las puerta de una casa, un poco mas allá un lago donde solían pescar los adultos y nadar los niños, frente a ella a una buena distancia pero aun visibles se encontraban las grandes montañas del norte.

  Andrea estaba sentada sobre la rama de un árbol caído, como le gustaba hacer cada vez que tenia un tiempo, estaba en un poblado de campesinos a las afueras de la ciudad, era un lugar de paz y tranquilidad, de días laboriosos y tardes de paz, esa paz era lo que fue a buscar ahí, aunque al observar las montañas no fue precisamente paz lo que paso por su mente, no pudo evitar pensar en los bandidos que debieron haber muerto ya, en que ella debía haber estado ahí y en que mientras no viera los cuerpos existía la posibilidad de que siguieran vivos.

  Mientras estaba metida en sus pensamientos creyó por un momento ver en las sombras que creaba el sol en la entrada de una casa el mismo bulto de ropas y viento que había visto en el campo de claveles, pero cuando volvió a observar no estaba, continuo mirando y nuevamente creyó observarlo en la ventana de la casa continua a esa, pero tampoco logro verle cuando se enfoco.

  Andrea creyó que se estaba volviendo loca y comenzaba a ver algo que quería ver, que de tanto esperar encontrar algo su mente lo había fabricado para ella, bien dicen los sabios que el que busca solo encuentra lo que busca, y mientras ella creía estarse volviendo loca las ruedas del destino giraban lentamente sin que nadie lo notase.

  De pronto se escucho un alboroto, seguido de una conmoción general y esta a su vez seguida de una reunión general de el pueblo, después de unos minutos hablando cada quien entro a su casa y salio con una lanza, un hacha, un machete o cualquier arma que tuviera, tampoco faltaron entre la multitud las antorchas, bueno, comenzaba a oscurecer y no podían faltar. 

  Ella los siguió a la distancia, intrigada, asombrada o quizá interesada, era muy curiosa y por mas peligrosa que pareciera la situación ella siempre querría leer la historia hasta el fin. Mientras los campesinos caminaban cual turba que planea quemar a una bruja Andrea creyó que alguien la seguía, pero al volverse no había nadie, después de todo, el pueblo entero iba delante de ella.

  Caminaron un trecho y decidieron entrar en el bosque, fue en ese el momento en que escucho un nombre por primera vez, hombre lobo, los campesinos aparentemente buscaban a un hombre lobo que había sido visto por los niños un poco antes mientras jugaban, Andrea se hizo una idea de quien la había estado siguiendo.

  En ese momento noto lo peligroso que podía ser un paseo por el campo.


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