El inicio del enigma

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  Toda historia se escucha por primera vez en algún momento y lugar, toda sinfonía es tocada  por primera vez en algún momento y todo rey alguna vez tuvo su primera aclamación.

  Fue solo una sombra lo que vieron pasar frente a ellos, solo un soplido, un leve susurro, unos segundos después nuevamente y un poco después se repitió, aunque esta ocasión al final del susurro se escucho un cuerpo que caía al suelo, dos minutos después había tres cuerpos caídos en diferentes lugares, y de el grupo de trece hombres que habitaban a las afueras de la cueva quedaban solo diez y sumados a  los seis que estaban adentro sumaban un total de dieciséis bandidos reunidos a la entrada de la misma.

  En ese momento fue cuando apareció ante ellos el causante de todo el desorden. Fue solo una sombra lo que vieron, habia una forma indefinida en frente de ellos, un fantasma; indecisos avanzaron hacia el ser desconocido, confiando solo en su superioridad numérica, aunque también invadidos de un profundo temor porque sabían que existían los fantasma y que a veces los dioses decidían bajar a jugar con los hombres un rato.

  Andrea había decidido acabar con sus enemigos esa semana y este era el primer paso de su plan, atacarlos en su escondite al borde de la ciudad cuando estuvieran todos, y así asegurarse que ninguno escapara.

  Cuando todos avanzaron hacia ella, espero tranquilamente que se acercaran, cuando estuvieron bastante cerca corrió hacia la ciudad y los llevo a un mundo que ella conocía a la perfección, los callejones, debía acabar con ellos, pero para eso necesitaba concentración, habilidad y paciencia, también necesitaba que su papel fuera perfecto hasta que no hubiera vuelta atrás, tenia un capote oscuro como la noche, y lleno de manchas que en esa oscuridad parecerían cualquier cosa, incluyendo sangre. 

  Dieciséis hombres la seguían, y ella sabia que si la alcanzaban seria su fin, cada paso era dado con gran seguridad, debía mantenerlos a una distancia en la cual ellos creyeran que podían alcanzarla y a su vez debía mantenerse a una velocidad donde fuera inalcanzable, luego de quince minutos de escape sus perseguidores estaban cansados, estaban a mitad de una plaza de esas que hay en todas las ciudades, de esas con bancos y una fuente en medio, ella estaba de un lado de la fuente y ellos de otro, desde ahí podía ver lo que estaba esperando.

  Resulta que como parte de su plan había pagado a tres mercenarios para que una vez que el campamento estuviera vació robaran todos los tesoros, quemaran las casas y dieran voces por toda la ciudad de lo que estaba sucediendo en la zona norte.

  Desde donde estaba se veía claramente el humo subiendo hacia el cielo, la luna ya no estaba oculta tras las nubes y todo era mas claro, ese ultimo detalle también le permitió a sus perseguidores saber quien era su enemigo, pero ella ya no se mantendría a distancia de recibir daño, una vez hubo observado lo que quería ver tomo velocidad de huida, esta vez no estaba interesada en ser seguida, tomo un atajo que conocía por la parte trasera de la panadería que quedaba enfrente de la plaza, se trataba de un hueco en la pared que estaba disimulado con unos arbustos y que solo los niños que crecían en esas calles conocían, Andrea era uno de esos niños, los hombres trataron de alcanzarla creyendo que tras la panadería estaría encerrada, después de un momento sus perseguidores ya habían perdido la pista de ella, fue entonces cuando notaron (al volverse) el humo que ascendía desde su escondite.

  Intentaron llegar rápidamente al lugar, pero era imposible, estaban cansados y a quince minutos mínimo de su campamento, cuando llegaron al lugar, no quedaba nada en pie, todo había sido robado o consumido por las llamas, y había una gran cantidad de personas acercándose buscando la manera de aprovechar el momento para cobrar venganza por todas las atrocidades cometidas en la ciudad.

  Cabe destacar que no eran estos los únicos que trabajaban para los monos rojos en la ciudad, pero si eran los únicos que eran miembros directos, es decir algún posadero podía decirles quien se hospedaba en su local, o algún panadero podía decirles que cliente tenia mas dinero y compraba mas panes, pero esto no los hacia miembros directos.

  Los dieciséis hombres escaparon en varias direcciones, siete de ellos fueron capturados por el pueblo iracundo, dos fueron capturados por los guardias que se acercaban,  uno fue a parar debajo de los cascos de un caballo que iba al frente de una carreta que posteriormente también paso sobre el, de los seis restantes cuatro lograron conseguir caballos y escapar hacia su fortaleza en el norte, y los otros dos fueron hacia la posada el oso perezoso buscando refugio, y era ahí donde Andrea había decidido ir a esperar si alguno tomaba ese rumbo.

  Estaba sentada en una esquina de la taberna comiendo perezosamente un pedazo de pavo cuando los vio entrar y subir, después de unos minutos subió y no le fue difícil saber en que habitación estaban, necesitaba contactar con los monjes guerreros para la siguiente parte de su plan pero no podía arriesgarse a que se escaparan, así que decidió enviar a un chico de los que dormían en el callejón cercano a la posada a entregar una carta en la sede temporal de la orden, en veinte minutos escucho que estaban abajo los monjes, debían ser tres, pero eso era mas que suficiente, sumado a eso en su carta estaba la dirección de la base principal a donde había escapado el resto de los sobrevivientes, los monjes fueron directamente al segundo piso donde estaba la habitación, unos segundos antes Andrea había entrado a su antigua habitación (porque conservo la llave) y desde ahí escucho el proceso, los monjes no tocaron la puerta, con algún tipo de magia la puerta se abrió ante ellos, dentro encontraron dos hombres heridos (porque aunque escaparon no fue sin recibir pedradas y ataques del populacho), no fueron difíciles de capturar, mientras salían Andrea observo por la ventana algo que le sorprendió, en vez de llevarlos a la base de la orden los monjes llevaron a los hombres al callejón, los golpearon y torturaron hasta confirmar la ubicación presente en la carta e inmediatamente los degollaron en el sitio, era conocida la fama de que no tomaban prisioneros, pero ver ese nivel de inhumanidad fue sorprendente, luego de esto Andrea siguió a los hombres a escondidas hasta su base y descubrió dos cosas importantes, la primera era que esa misma noche cien hombres de la orden saldrían a acabar con los bandidos, contra los cuarenta y tres bandidos que habían en la fortaleza esto era un ejercito, la victoria era segura, la segunda era que el campeón de la orden, el hombre que había salvado su vida había sobrevivido y estaba recuperándose, pero una vez que se recuperara seria enviado a la capital para ser ejecutado por perder el sello de la orden, aunque al menos seria ejecutado sin sufrimiento porque no había perdido la espada.

  Esta información cambio completamente los planes de Andrea, algo le decía que no podía ir a las montañas a presenciar el fin de sus enemigos, sino que debía buscar una manera de salvar a este hombre, los sentimientos que había sentido aquella noche cuando escapo dejandolo muerto volvieron, sentía que le debía mucho.

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