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Los viernes solían ser el día más tranquilo. No tenían Magalí, lo que era un alivio, la verdad, y tampoco tenían clases por la tarde. El día se basaba básicamente en la grabación del disco, ensayar por libre y hacer el vago.

Aunque aquella tarde, Raoul y Agoney tenían otra cosa pensada. Y es que desde la noche anterior, cuando Raoul le insinuó que al día siguiente se verían en las duchas, el canario no podía dejar de pensar en ello. Y no ayudaba que el catalán hubiera estado toda la mañana lanzándole indirectas, rozándole descaradamente y sentándose muy, muy cerca de él para después tocarle la pierna por debajo de la mesa mientras comían, haciendo que al pobre chico se le cayera el agua encima y todos se rieran.

Llevaba todo el día intentando disimular la erección que el rubio le provocaba cada cinco minutos, y ruborizándose cada vez que cruzaba miradas con sus compañeros. Además, mientras decoraban la academia de navidad, se habían puesto a hacer una guerra de nieve artificial que había acabado manchando media academia, a ellos mismos, y a la pobre Miriam que se vio involucrada. Y mientras la limpiaban, Raoul no había parado de tocarle el culo con la escoba, tirarle los trapos sucios a la cara y agacharse de forma provocativa para que le mirara el culo. Eso si, siempre con sutileza, porque había cámaras.

Estaba en el sofá con el book en la mano intentando memorizar la letra de su canción y recordar la pronunciación correcta. Pero no se podía concentrar mucho cuando Raoul le estaba tocando la pierna con su pie cada dos por tres.

Miriam estaba en el otro sofá tocando la guitarra, y se oía la música de Nerea de fondo mientras ensayaba su baile.

-¿Alguien ha visto a Ana? –preguntó Aitana pasando por ahí.

-Se fue a grabar antes. –contestó Raoul.

-Pero ya hace horas de eso. –dijo Aitana. -¿No ha vuelto?

-Yo no la vi. –dijo Agoney.

-Quizá está ensayando en algún sitio. –contestó Miriam. –Seguro que aparece dentro de un rato.

Aún sin estar muy convencida, Aitana se marchó. Miriam siguió a lo suyo, y desgraciadamente, Raoul también. Su pie cada vez se acercaba más a la entrepierna del moreno, y este cada vez se ponía más nervioso. Hasta que de repente dejó de sentir ese contacto y se giró para mirar al rubio. Se lo encontró mirándole con una sonrisa y moviendo las cejas.

-Me voy a duchar. –dijo Raoul, levantándose del sofá y empezando a irse, no sin antes guiñarle un ojo.

Ese era su momento. Agoney no tardó mucho en levantarse también, y le pareció oír un "suerte que me duché antes" de Miriam, pero lo ignoró. Estaba nervioso y excitado mientras cogía la toalla y su ropa del armario, pues con Raoul nunca sabía lo que podía pasar.

Cuando entró en las duchas y se encontró al otro chico esperándole con una sonrisa, no pudo aguantar más. Lo arrolló contra la pared y le besó, con todas las ganas que llevaba aguantándose desde el día anterior. Raoul fue rápido en responder al beso, pues ya se lo veía venir después de haberle estado provocando todo el día.

Sus lenguas se encontraron en segundos, recorriendo y saboreando la boca contraria mientras las manos empezaban a deshacerse de la ropa, buscando el contacto que necesitaban de sus cuerpos desnudos.

-Dios, Agoney. –dijo Raoul entre jadeos, mientras el moreno le besaba el cuello y desabrochaba sus pantalones. –Si llego a saber que te pondrías así lo habría hecho mucho antes.

Agoney sonrió al oír eso, y se separó un momento de su cuello para hablar.

-Ya lo habría hecho yo si hubiera sabido que querías.

Completely Aware || Ragoney ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora