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Las clases del lunes fueron un poco raras. Raoul intentó disfrutarlas la máximo porque sabía que podían ser las últimas, pero a la vez no estaba en absoluto concentrado. La verdad es que a todos les parecía absurdo continuar con su rutina de siempre cuando habían secuestrado a su compañera y les habían amenazado a todos. Pero, como para variar, las reglas del juego de los huevos, les impedían hacer otra cosa.

A Agoney se le hacía muy raro estar tan separado de Nerea, pues hasta ese momento realmente no se había dado cuenta de todo el tiempo que pasaban juntos, y lo mucho que realmente necesitaba su compañía. Pero no podía hacer nada para cambiarlo, y por lo menos aquel día todavía estaba Raoul.

Se pasaron el día pegados, como de costumbre, pero cuando estaban ensayando en plató se empezó a poner nervioso pensando en aquella noche. Y Raoul lo notó.

-¿Qué te pasa? –le preguntó mientras estaban sentados en el sofá viendo a Miriam ensayar.

-Se me está haciendo muy dura esta noche.

-Pero si todavía no ha empezado.

-Pues imagínate. –rió, intentando quitarle importancia.

-Oye, creo que ya lo sabes... Pero si me voy esta noche, esto no acaba aquí.

-¿Hablas de cantar o de nosotros? –preguntó el moreno, un poco confuso.

-De las dos cosas. –puso la mano encima de la suya. - Te voy a estar esperando fuera.

Agoney sonrió, pero no de felicidad. Era una sonrisa amarga.

-En el mejor de los casos. –contestó.

-¿Qué quieres decir? –tenía el ceño fruncido mientras le analizaba la cara.

-Que ahora mismo, nuestra vida no la controlamos nosotros, Raoul. Y no sabemos lo que puede pasar realmente.

-Mi vida la controlo yo, y no vendrán unos secuestradores de mierda a decirme lo que tengo que hacer y lo que no.

-Pero...

-Agoney. –le cortó. –Sé que no tienes nada de fe en esto, pero no van a poder con nosotros. Algo se nos ocurrirá para salir de esta, ya verás.

-Ojala lo tuviera tan claro como tú. –suspiró el moreno.

Y la verdad es que Raoul no lo tenía nada claro. Estaba tan asustado o más que Agoney, y sabía que estaban metidos hasta las trancas en aquel marrón que parecía imposible solucionar. Pero no podían hundirse los dos, alguien tenía que mantener el barco a flote, y si tenía que hacerlo él, pues lo haría.

Lo atrajo hacia él y Agoney dejó caer la cabeza sobre su hombro mientras se hundía en sus brazos. Estuvieron así un buen rato, Agoney intentando reprimir las lágrimas mientras Raoul le daba besos en el pelo. Realmente no quería que llegara la noche.

Pero la noche llegó.

La cena fue incómoda, se notaba la tensión en el ambiente y casi nadie hablaba. Estaban todos preguntándose cómo iban a hacer la gala con naturalidad, qué se iban a inventar para justificar la ausencia de Ana.

Agoney no podía ni comer.

-No tengo hambre. –dijo removiendo la comida en su plato. –Estoy muy nervioso.

-¿Es porque me voy? –preguntó el rubio, que estaba en frente.

-Deja de decir eso. –se quejó, mirándole seriamente.

Completely Aware || Ragoney ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora