Droga

1K 149 11
                                    

Finalmente aclaro su mente y me volvió a hablar, su rostro estaba serio y sus ojos se tornaron inquisitivos.

— Necesito que me cuentes con detalle todo y veremos si puedo ayudarte.

Suspire con pesadumbre.

Se puso de pie y me invito a hacer lo mismo, nos dirigimos a una habitación contigua a la iglesia, parecía una pequeña oficina. Nos sirvió una taza de té sentándose frente a mi, sus mirada no se despegaba de mis movimientos, yo era mas torpe que antes y eso se debía a que con el tiempo hasta olvide como comportarme frente a otros.

— Cuentame... —pidió.

Le conté absolutamente todo, cada detalle, cada pequeño suceso que ocurrió desde que William falleció. Él cerraba los ojos y parecía meditar mis palabras, buscaba atar algún cabo suelto. Pero en realidad todo era mas que claro.

— Necesitamos evidencia de que esto realmente esta sucediéndote. No puedo hacer mucho sin pruebas —dijo con seriedad.

— ¿Qué? ¿Por qué pruebas? —pregunte confundida. 

— Si no el obispo no me creerá, necesitó demostrar que hay un demonio detrás de ti.

— ¡Pero tiene mi palabra!

Él negó con la cabeza, eso no serviría.

— Mis amigas han muerto — dije llorando — Ellas no merecían esto. Solo quiero ser libre.

— La libertad, cuesta mas de lo que uno cree. Yo te ayudaré y de eso no tengas dudas.

Era un triste consuelo.
Durante la charla le pregunte si podía quedarme unos días a dormir en la iglesia, aunque al principio pareció no gustarle, finalmente cedió creyendo que era una buena idea.

Me condujo a una habitación que habia detrás, todo el lugar aparentaba ser mas grande de lo que se veía.

— Aquí estarás segura, los demonios no pueden ingresar a la casa de Dios.

Me recoste en la pequeña cama y despeje mi mente por un segundo. El aire olía a pino, un pequeño jardín se veía detrás de la ventana. El cielo comenzaba a oscurecer, la noche pronto llegaría y con suerte podría dormir bien.
Alrededor de las ocho apareció nuevamente el cura con una bandeja de comida. Puso todo en una pequeña mesa que estaba apoyada en la pared, tomo una silla y se sentó a charlar conmigo mientras cenaba.

— Me llamo André —dijo sin más.

— ¿Ya estamos en confianza? — dije divertida.

— Digamos que si. ¿Y tú?

— Arabel. Pero me dicen Bel.

Continuó charlando hasta que le dije que deseaba dormir.

— Esta noche dormiras bien, pero el demonio se pondrá como  desquiciado porque no puede tenerte.

No temí a sus palabras. Y continuo diciendo:

— Aprendió a alimentarse de tu miedo, es como una droga. Y estos días estará en abstinencia, no estará nada feliz...

Se fue y apago la luz, me tape con una cobija y por primera vez en mucho tiempo pude dormir tranquila.

***

El padre me despertó al salir el sol, las nubes cubrían el cielo haciendo que pareciera ser un día tormentoso.

— Deberías ver esto — dijo con una lúgubre mirada.

Salimos por la iglesia hasta la entrada principal, al lugar lo rodeaban rejas por seguridad. Me acerque hasta donde el padre me indico.
Mi corazón se detuvo al instante, el olor putrefacto llego a mis fosas nasales provocandome una arcada de asco.
Al rededor de la iglesia yacían muertos decenas de perros y aves de todo tipo, rodeaban por completo la circunferencia del lugar. Las personas se aglomeraban frente a la iglesia atraídos por el tétrico paisaje. La sangre formaba una palabra que no lograba distinguir.

— Dice: "Te encontré" — anunció el padre.

No me dejaría en paz...

WILLIAM (Historia Corta) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora