WILLIAM (Historia Corta)

Vacío

Los días siguientes, el padre André se dedico a colocar algunas cámaras de grabación en los rincones de la iglesia.
En las noches se oía como golpeaban la puerta delantera pero al abrir, no había nada ni nadie, con las ventanas sucedía lo mismo, pusimos grabadoras de voz en ellas pero nunca lograban captar algo útil. Permanecí recluida cada día allí, escuchando las misas y viendo a las personas que venían en busca de ayuda al igual que yo, pero sus problemas parecían insulsos a lado de los mios. "Engañe a mi esposa" "Estoy enamorada del hermano de mi marido"  "Mi hijo se droga" y así durante todo el día.
Una tarde el padre André junto con otro cura me invitaron a tomar el té con ellos, ambos hablaban sobre como el demonio tenia tanta fuerza que lograba mover los objetos dentro de la iglesia. Me mostraron vídeos donde se veían como las sillas cambiaban de lugar, cruces y cuadros que decoraban las paredes eran arrojados hacia el suelo, y algunas de las pinturas parecían cobrar vida. 

— Con esta evidencia podremos obtener la autorización del obispo —opino el cura invitado.

— ¿Para qué? —pregunte.

— Para un exorcismo.

Sus palabras me ahuyentaron.

— Yo no quiero un exorcismo — respondí.

El cura me observo unos instantes, el padre André opino que eso seria demasiado riesgoso para mi, y se disculpó por tan apresurada respuesta.

Poco a poco recupere lo que una vez fui, mi color de piel ya estaba mejor y junto con mi rostro, parecía ser lo que fui y volvía a la vida.

— Bel, ¿me cuentas de nuevo tu historia?  — pidió el padre André ingresando en mi habitación.

— ¿Qué desea saber?

— ¿Quién fue William en tu vida? — preguntó. 

Hice una mueca de tristeza pero debía decírselo todo.

— Fue alguien que ame, estuve muy enamorada de él pero jamás lo supo.

— ¿Y murió?

— Se suicidó —confirme de nuevo.

Él ya sabia la historia.

— ¿Podrías enseñarme donde esta enterrado? —inquirió.

— Si, pero si salgo el demonio podría intentar algo...

— Estoy contigo.
Eso me bastaba para confiar y salir de mi encierro.

Salimos rumbo al cementerio, el cielo azul brillaba en todo su esplendor. Recorrí las lapidas intentando recordar donde estaba enterrado, pero no lograba distinguir cuál era.

El padre a mi lado, observaba a todos lados temeroso de que algo nos ocurriera.

Cuando llegamos al lugar no podía creerlo.

— No puede ser — murmure.

Entre en estado de pánico y mi mente volvió a quebrarse. ¿Estaba alucinando de nuevo?

Corrí intentando encontrar su nombre en cada una de las lapidas que veía pero no había nada.

— Bel, ¿Qué sucede? —pregunto el padre.

Las lágrimas nublaron mis ojos.

— ¡NO ESTA! — grite.

— ¿Estas segura? —pregunto observando el lugar vacío que estaba frente a nosotros.

El lugar donde una vez reposo la tumba de William estaba vacío, era solo una extensión de tierra limpia sin rastros de haber sido removida.
Recordé la tumba de Alexa y Rebecca, corrí hacia allí con el padre pisandome los talones.

Vacío. Todo estaba vacío...

Ninguna tumba, ninguna rastro de ellos.

Fuimos al registro del cementerio, no había nadie enterrado allí con esos nombres.

Sin registros, sin muertos ni cuerpos ni cadáveres.

Tres muertos en mi vida que no tenían lugar de descanso porque todo estaba vacío...