Desperté con la luz del mediodía, las cosas en la habitación estaban tan tranquilas que no pude evitar sentirme algo liberada. Tome una ducha rápida y desayune, me observe en un pequeño espejo, mi rostro, mi piel y mi sonrisa. Perdí todas mis cualidades, las ojeras cubrían la mitad de mi rostro, tenia cicatrices que ni siquiera tenía idea de su existencia. A la luz del sol yo era un completo desastre. ¿Hace cuánto que no me peinaba el cabello? ¿Hace cuánto no me maquillaba? Era como si la Bel del pasado estuviera enterrada bajo cientos de kilómetros en mi interior.
En las aquellas horas que estuve tranquila pude tomar una decisión final: ya no soportaría más esto.
Tome dinero de mis padres, una mochila con varios objetos personales y salí de casa para no volver. Una lágrima nostálgica abandono mis ojos, les debía tanto pero no por el amor que me brindaron sino porque en todos estos años no me internaron en un instituto mental.
Camine y camine hasta llegar al centro de la ciudad, frente a la enorme plaza se encontraba la iglesia "La virgen de los milagros". Dude un pequeño instante, pero en realidad no tenía otra idea.
Una vez en el interior sentí como una oleada de alivio recorría mi piel. El lugar estaba vacío, velas encendidas sobre cada rincón daban la sensación de paz. Me senté en unas de las bancas y me quede observando al frente donde una enorme y hermosa estatua de virgen decoraba el altar rodeado de flores de todo tipo, a su lado reposaba Jesucristo en la cruz. Por varios minutos pensé en como pedir ayuda, ¿Qué haría? ¿Cómo me acercaría a un cura para contarle sobre lo que me sucedía?
Pero la ayuda acudió sin ser llamada.
Un hombre se sentó a mi lado, respire su aroma a pino y cera.— ¿Qué te trae por aquí, hija? —pregunto.
Gire para verlo, estoy mas que segura que su corazón se detuvo al observarme con claridad, mi aspecto era deplorable.
— No esperó que me crea, pero ya no encuentro otra salida.
Tenia un porte firme, como si fuera un profesor escuchando una lección de su alumno.
— ¿Cómo puedes saberlo? He oído muchas confesiones dentro de estas cuatro paredes, algunas que te erizarían los pelos de tan solo escucharlos.
Sonreí levemente y volví a ver al frente.
— Es muy difícil de explicar — conteste.
Un suspiro surgió del pecho del hombre.
— No hay nada en esta vida que no tenga solución, excepto la muerte. Cuando el Dios nos llama debemos acudir.
Volví a observar su cálido rostro, debía tener unos cuarenta años, parecía un hombre formado.
— Estoy siendo perseguida por un...
Se acercó un poco más solo para oír mejor.
— Demonio —concluí.
Se sonrió, probablemente no me creía.
— He escuchado eso tantas veces...
— Lo sé. Pero no estoy mintiendo, he pasado los últimos dos años de mi vida siendo atormentada de todas las formas posibles y le aseguro que si hoy no encuentro una solución o al menos que me deje en paz un tiempo, saldré de este lugar e iré directamente a las vías del tren y me arrojare frente a la locomotora. Ya no le temo a la muerte, usted no tiene ni idea de las cosas que he visto y vivido en este tiempo.
Sus ojos se abrieron de tal forma que creí que me echaría de allí. Se acaricio las sienes e intento pensar unos momentos, yo seguía viendo las estatuas. ¿Por qué me costaba tanto creer en ellos? Pero creía en el demonio que me perseguía.
Ironías de la vida...
ESTÁS LEYENDO
WILLIAM (Historia Corta)
ParanormalBel siempre estuvo enamorada de William, llegó a amarlo en secreto escondiendo todo su afecto por él. Pero cuando creyó hallar el valor para declarase, Will se suicido dejándola destrozada por dentro y sin que pudiera develarle sus sentimientos. Al...