Niebla

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Todos los escépticos se vuelven creyentes cuando algo anormal les sucede, con Axel paso eso. Muchas noches dormía junto a mi para intentar calmar aquello que me atormentaba, pero las veces que no lo hacia parecía que una nube oscura se posaba en mis sueños haciéndolos horribles.

>Un cementerio< >Una tumba< >Una lapida<

Así era toda la noche...

Intentaba seguir con mi vida, pero cada día era peor que el otro. Llegue a estar tan decaída que mis ganas de vivir se esfumaban con el atardecer, la noche era mi infierno personal. Me acechaba, me vigilaba y me hacia temer a lo desconocido.

Llegue a punto en el que pensé que la muerte era la solución...

— "Esta deprimida" — decía el psicólogo.

Me médicaron con cada pastilla fabricada en el mundo, pero aún en mi estado de estupidez podía sentirme perseguida.

Axel ya casi no me visitaba, así que fui a su casa a verlo. Él habitaba unos departamentos algo viejos, para acceder al suyo debía subir una escalera que estaba por fuera y no por dentro. Pero aquel día no tenia ganas de hacerlo, le envíe un mensaje para que bajara. Salio un instante para corroborar mi presencia, lo salude con la mano, sonrió de forma tan tierna al verme que casi podía sonrojarme.

— ¡Ya bajo! —grito y se apoyo en el pasamanos, desearía que nunca lo hubiera hecho.

Axel cayo de una altura aproximada de 8 metros, lo suficiente para matar a un ser humano. No murió, pero quedó en estado grave.
Aquella tarde volví a sentir un frío sepulcral en mi cuello, estaba junto a mi. Él le había hecho eso a Axel.

Camine las tres cuadras que me separaban de la estación de trenes, mire a que hora vendría el próximo, cinco minutos.
Me quede en el anden esperando, la noche se fue alzando en el horizonte, no sentía nada, no quería nada, jamás volvería a ser lo que era.
A lo lejos vi la luz de la locomotora, me acerque al borde y suspire, mi último suspiro.

Cuando faltaba solo dos metros para que llegara, me arroje, pero alguien me tomo de las manos con fuerza arrojandome de nuevo al andén

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Cuando faltaba solo dos metros para que llegara, me arroje, pero alguien me tomo de las manos con fuerza arrojandome de nuevo al andén. Sentí el dolor en mi columna debido al golpe, levante la vista para ver a quien había impedido que me suicidara. Quede abismada.

— ¿Rebecca?

No era la misma, parecía ser otra, su piel, su cabello. No era posible.
Extendió su mano para ayudar a levantarme, no dijo mucho, apenas si hablo. Me llevo al baño con prisa, sus manos temblaban ni siquiera entendía que era lo que me quería decir.

— No es la solución — dijo una vez que nos encerramos en el baño de damas.

— No entiendes, no lo soporto más.

— ¿Crees que yo me la paso bien? —pregunto dejandome ver su cuello las heridas cicatrizadas que marcaban su piel.

— De verdad lo siento, pero ya no sé que hacer...

—No hay mucho que hacer Bel, siempre nos encuentra.

—¿Quién? —pregunte extrañada.
—Eso — dijo apuntando al espejo que estaba al otro lado de la habitación.

En el se veía nuestro reflejo, acompañada de una inusual aparición que flotaba sobre nuestra cabeza. Oscuro y siniestro nos vigilaba desde arriba, a simple vista parecía niebla, pero era mucho peor que eso.

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Aviso:
Esta es una historia corta, por lo cual el tiempo no transcurre de la misma forma que con las novelas, pasaron dos años de la muerte de William y Alexa. Todo pasa mas rápido.

Gracias a todos los que leen y votan

WILLIAM (Historia Corta) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora