WILLIAM (Historia Corta)

Rezar

¿Por qué no podía vivir como una persona normal? ¿Acaso esto era un castigo?

El atardecer nos encontró enfrascados en una conversación lejos de todo. El padre me llenaba de preguntas hasta el punto de parecer un policía en un interrogatorio.

¿Recuerdas como murieron? ¿Realmente murieron? ¿Viste sus cuerpos? ¿Fuiste a sus entierros?

No tenia muchas respuestas, al principio porque mis recuerdos eran nítidos, y por otro lado, en realidad no los había visto al fallecer. Estar cerca de un cadáver no era lo mio.
Entonces me castigue por ser tan mala amiga, no me despedí de ninguno, pero cuando lo hice el maldito espíritu endemoniado de William comenzó a atormentarme.

— Deberíamos averiguar mas sobre ellos, si es que están vivos o existieron.

Existir, algo tan simple y tan complejo.

— Si — atine a responder.

Caminamos un largo trecho hasta la iglesia, la noche se asomaba por el horizonte, el silencio reinaba en las calles. Ambos callados , con la vista al frente, paso tras paso.
De pronto a lo lejos, oímos un suave silbido con un tono musical. Ninguno volteo y continuamos caminando, en el cielo ya se vislumbraban algunas estrellas, la luz de las farolas ayudaban a no tropezarnos con algo.

— Esta todo tan tranquilo — dije cortando el silencio.

— Es domingo por la tarde, todos están en sus casas descansando y preparándose para ir a trabajar mañana — respondió el padre.

— Domingo... —murmure.

Había perdido el sentido del tiempo, muy pocas veces me encontraba tan despierta.

Un gruñido viajo por el aire hasta nuestros oídos.
Todas, absolutamente todas las luces del lugar se apagaron. Me pegue al brazo del padre, se escucho otra vez el silbido pero esta vez mas cerca. Mi corazón bombeo con fuerza, abrí los ojos mas de lo normal e intente ver que había entre toda esa oscuridad, el padre apuro el paso casi arrastrándome a cuestas. Un apagón de tal magnitud no era normal, no se veía ni una pizca de luz.

Bel... Bel... Bel... ¡Vamos! No te haré daño. Yo jamas te lastimaría Bel...

Esa maldita voz masculina. Era un llamado tan triste y profundo que me hacia querer ir. Solté el brazo del padre y gire buscando la dirección de su voz.

Bel, vamos linda...

Estaba al frente casi a unos metros de mi, camine varios pasos pero alguien tomo mi mano devolviendome donde estaba.

Una silueta se dibujo al final del camino, era una sombra de hombre y yo podía reconocerlo en cualquier parte del mundo.

— ¿William?

— No es él. No te dejes engañar — dijo el padre.

Bel, ven conmigo...

Estoy tan segura de que si el padre no me hubiese agarrado con tanta fuerza de los brazos me habría ido con él.

El padre se arrodillo y me obligó a hacer lo mismo, comenzó a vociferar alabanzas a Dios e insultos a todo aquel que estuviera en contra de su voluntad.
Pocos segundos después todo volvió a la normalidad, las luces recuperaron su brillo y el demonio desapareció. ¿Cómo un simple hombre logró ahuyentar a un habitante del infierno con solo rezar?