Wicked» j.jungkook (Saga Bad Guys #1)

001

El verano estaba por llegar. Se notaba por el calor insoportable que estaba haciendo por mediados de abril. De lo único que tenía ganas era de quitarme toda la ropa y caminar por el instituto medio desnuda, ya que era en el único lugar donde se estaba algo decente. Sin duda mayo será el peor mes en Busan.

Me abaniqué con unos folios en blanco mientras intentaba prestar atención en la clase. Muchos de los alumnos, estaban medio dormidos en sus asientos, y otros intentaban no morirse del calor. Estábamos en clase de literatura; una de mis favoritas, pero el calor me agobiaba y se me hacía difícil seguir a la profesora. Sentía que la tiza de la pizarra se derretía, además de que a la profesora también se le veía sin ánimos de hacer nada, y es que eso es lo que hacían las altas temperaturas.

Aún faltaban dos meses para terminar el instituto, y yo aún me preguntaba como demonios íbamos a sobrevivir todos.

―Bien chicos, ya podéis recoger ―dijo la profesora con pesar.

Y sin más que decir, todos recogimos como si nos fuese la vida en ello. Me solté el pelo del moño despeinado que me había hecho y volví a recogérmelo con mi cinta roja favorita en una coleta alta. Con mi mochila colgando de mi hombro, salí de la clase como el alma que lleva el diablo. Notaba como una pequeña gota de sudor resbalaba por mi espalda, y mis pasos se iban haciendo más pesados a medida que avanzaba a la salida. En cierto sentido, que nos obligasen a llevar uniforme, tenía sus ventajas; la falda gris era lo más cómodo para estos tiempos y la camisa blanca de manga corta también.

―¡Jae! ―gritaron a mi espalda, por lo que rápidamente me giro, encontrándome con que Hara venía corriendo hacia mi. Pude ver que traía consigo un par de folios. Llega hasta mi, y antes de que pudiese abrir la boca, me entrega uno de aquellos folios, o más bien; me estrella contra el pecho uno de esos folios cuadrados―. Es el maldito pasaje al infierno ―dijo bajando la voz.

Enarco una de mis cejas, mirando su cara de terror.

―Hola, amiga, yo también me alegro de verte ―saludo con un deje de burla. Miro el papel con intriga, era una autorización para traspasar algunos alumnos a la academia más prestigiosa de Busan.

Me encojo de hombros, sin encontrarle el drama al asunto. Esas academias cuesta lo que gana mi madre en un año, los alumnos llegan a tener de paga siete mil wons a la semana, y allí solo va la gente con prestigios. No entiendo porque Hara se pone así. Nosotras jamás podremos tocar siquiera las verjas de ese castillo perdido en el monte. Sí, los alumnos asistentes allí se creen lo mejor del universo, por encima de nosotros, tratándonos como basura cada vez que nos ven.

Solo hay gente hipócrita por esos lugares.

Sin embargo, el director le da una oportunidad a tres o dos personas de nuestro instituto para asistir a sus clases y salir con un buen certificado. Lo que pasa que se nos quita muchos prestigios y seguro que te tratan como menos por ser de los barrios menos económicos en Busan.

―¿Y? Solo se traspasaran dos o tres con suerte. No hay de que preocuparse ―puntualizo arrugando el papel y tirándolo a la basura.

Comienzo a caminar con Hara al lado, quien es mas o menos de mi misma altura. Supongo que ya se puede deducir que somos mejores amigas, pero no desde bebés, más bien desde hacía aproximadamente dos años.

―Bueno, sigue habiendo posibilidades. Ya sabes como van, las mejores notas siempre son las que escogen.

Poso mi mano sobre su hombro y niego arrugando el dichoso papel.

―Hara, somos quinientos estudiantes, no te preocupes. ―Asiente, era más que obvio que eso no sucedería.

Después de tranquilizar a mi amiga, fui de camino al colegio en el que estudiaba Soo-An, mi hermana pequeña. No se encontraba muy lejos de allí, pero el calor hacía el camino pesado, pero había pasado por cosas peores; como estar hasta las seis de la mañana trabajando y despertarme seguidamente a las ocho para ir al instituto. A fin de cuentas llegué, al parecer algo tarde, ya que vi a Soo escuchando música de su reproductor de música esperándome bajo la sombra de un árbol.