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Tres días después mamá me había estado evitando a toda costa. O se iba muy temprano, o venía demasiado tarde.

Ahora ni siquiera era por el calor, no había estado centrada en clase por culpa de mamá; la cual ni siquiera se encontraba en casa esta mañana. Porque a parte de estar preocupada por algo de lo que ELLA tendría que estar preocupada... También estaba preocupada por mi madre, quien aparentemente había vuelto a sus diecisiete: mi edad.

Me sobo los ojos e intento concentrarme en mi lectura, pero ni la trama, ni las tres paginas que había conseguido leer en dos horas me atrapaban. Así que cierro el libro y bufo. Soo-An se encontraba en la casa de una amiga, mientras que yo había rechazado la invitación de Hara para esperar a mi madre y así por fin poder aclarar esta mierda, pero no había aparecido en lo que llevábamos de tarde. Dejo el libro en su respectivo lugar de la vieja estantería y voy a por algo de beber, algo refrescante ya que hacía un calor de mil demonios. Pero cuando abro la nevera me encuentro con la bonita sorpresa de que estamos escasas de suministros.

―¿Es que tengo que hacerlo yo todo? ―musito para mi misma.

Voy a la habitación y me pongo unos jeans negros y una camiseta blanca de manga corta en la que ponía Coca-Cola. Me coloco mis Vans negras y cojo dinero de MIS ahorros. Salgo de casa, avisando a mamá por si se le ocurría volver en algún momento. Era un momento perfecto para salir de casa, ya que el sol no picaba como lo hace a las cuatro de la tarde, ahora se estaba perfectamente en la calle.

Estábamos en el lado Sur de Busan, por lo que cuando ibas por aquí, no te encontrabas con coches de lujo o casas enormes; habían casas pequeñas, edificios viejos y coches destartalados, pero las personas aquí solían ser encantadoras... Menos el grupo de chicos que siempre se metía en líos con los del lado Este: ricachones.

―Buenas tardes ―saludo a la dependienta haciendo una corta reverencia, ella me la devuelve con una gran sonrisa, y miro lo joven que es... Lo más extraño era que su cara me sonaba demasiado, era obvio que teníamos la misma edad, pero no recuerdo donde la había visto antes.  

Voy a ir hacia la zona de la fruta cuando noto una mano aferrarse de mi muñeca, me giro al instante, viendo a la dependienta de ojazos enormes, labios carnosos y baja estatura: es asiática, pero no coreana.

―Señorita... tenga cuidado, hay unos chicos que no son de por aquí, más bien parecen de clase mucho más alta y no parecen muy amigables ―habla de forma baja y cuidadosa.

Trago saliva, imaginándome a esos chicos, rezando porque no fuesen ellos de nuevo.

Asiento.

―Tranquila,―Leo el nombre en su chapa de dependienta―. EunBi, solo hay que ignorarlos.

Podía ver la angustia en su rostro, y puedo apostar todo lo que tengo a que esos chicos la habían molestado ya más veces. Vuelve a su puesto de trabajo y camino por los pasillos para ir a por fruta. Sorprendentemente hoy no había demasiada gente, eso que era viernes y los viernes solían venir madres y abuelas para comprarles la merienda a los más pequeños mientras ellos jugaban en la plaza de en frente.

Me pongo un guante de plástico y comienzo a meter algunas manzanas en la bolsa que había cogido junto con los guantes.

―Pero mira a quien tenemos aquí ―habla de repente una voz aterciopelada a mis espaldas―. Si es la chica que me ha prestado sus auriculares y su bonito pañuelo... ¿Qué has podido acaso comprarte otros?

Todo mi cuerpo se tensa, como si supiese que hay peligro cerca, y así era. Al mirar sobre mi hombro, me encuentro con su mirada obscura y maliciosa, jugueteando con su labio inferior y mirándome con suspicacia. Me pongo en alerta.

Wicked»  j.jungkook (Saga Bad Guys #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora