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Cuando es nuestro turno después de veinte minutos esperando, el chico que está de encargado nos da paso y nos subimos a la barca y esta, tras un pitido, empieza a flotar y se mete dentro de un túnel a oscuras.

Me sobresalto cuando siento la mano de Jungkook deslizarse por mi muslo, y comenzar a acariciarlo de arriba abajo. Cierro mis ojos fuertemente, y me concentro en lo que he venido a hacer aquí. Agarro su muñeca, tiro de ella y la pongo sobre mi regazo. Ni siquiera se su expresión, no me he girado a mirarlo.

Prefiero mirar al frente para cuándo mis palabras salgan de la boca.

―No hemos venido aquí para enrollarnos, al menos no del todo ―puntualizo girando mi rostro hacia él, quien se encontraba indiferente.

Sin ningún atisbo de sorpresa o enfado. No sé si sorprenderme yo u enfadarme, quiero decir: ¿¡Tan predecible soy!?

Con un suspiro, aparta su mano y la pasa por al rededor de mis hombros, mirándome desde su perspectiva.

―Aunque parezca algo loco, se por donde van los tiros.

Frunzo mi ceño y me incorporo para mirarlo mejor, dejando que su mano quedase sobre mi espalda.

―¿En serio? ¿Soy tan predecible? ―pregunto apenada cruzando las manos sobre mi pecho y volviendo a apoyarme en el respaldo de la pequeña barca que se movía con gracilidad sobre el agua.

Suelta una risita nasal y me aprieta contra su costado.

―No es que seas predecible, es que eres demasiado curiosa, y sabía que después de todo lo de Minho, querrías saber más ―acota.

―Bueno, y sobre ti también. Pero... Sé que a ti no te gusta hablar de eso, así que no voy a obligarte o algo por el estilo ―puntualizo, queriendo evitar que todo se ponga incómodo, y mucho menos ahora.

Su expresión cambia radicalmente, pero no a una tensa y enfadada, más bien a una un tanto más suave, comprensiva, y un tanto decaída. En estas semanas, he podido conocerlo lo suficiente como para saber que no le hacía mucha gracia hablar de él, su pasado o su familia. De cualquier manera, evitaba las muestras de afecto de cualquier persona, y cuando él mismo muestra afecto, se rectifica al instante.

Jeon Jungkook es todo un enigma.

―Hagamos algo ―salta de repente, haciendo que diese un salto.

Enarco mis cejas.

―Jungkook, ahora mismo no estoy caliente para- ―Lleva su mano a mi boca para parar mi habla.

Cuando nos miramos a los ojos, veo su mirada brillante y una sonrisa ladeada que me hace enrojecer. Dios mío, su olor es mi jodida perdición. Jungkook no olía a perfume, simplemente era su olor corporal, con un dulce aroma a jabón y crema de afeitar.

―Pequeña pervertida, no hablaba de eso ―dice como si me estuviese regañando. Ruedo mis ojos, me aparto para poder respirar un poco.

―En realidad, he aprendido del mejor ―casco, vacilándole con la mirada.

Niega y su pecho tiembla cuando ríe.

―Me declaro culpable. ―Levanta sus manos en señal de rendición, y ahora soy yo la que no puede evitar reír.―Quiero proponerte un juego ―explica, pasando de nuevo su brazo por el respaldo del sillón detrás de mi.

―¿Y de que trata ese juego? ―inquiero, muy en el fondo de mi sintiéndome ansiosa por saber que se trae entre manos.

Y es que, las ideas abruptas de Jungkook, me vuelven loca, y me encantan, como él mismo.

Wicked»  j.jungkook (Saga Bad Guys #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora