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Me despierto desorientada y con un cansancio de mil demonios encima. Miro el despertador: son las seis y media de la mañana, es lunes y yo quiero pegarme un tiro. Gruño de un modo para nada femenino y vuelvo a caer sobre las almohadas.

Ayer me había propuesto irme a dormir pronto y despertarme temprano para hacer algunos ejercicios o al menos ir con tiempo, pero el encontronazo con Jungkook en el pasillo duró más de lo previsto, y nos dimos el lote en el pasillo hasta que oímos pisadas y nos fuimos corriendo a nuestras respectivas habitaciones sin siquiera mirarnos.

Miro las vigas de madera clara en el techo, sin ser consciente; llevo la mano a mis labios y los toco. Anoche, nos besamos sin prejuicios, sin prisas, sin palabras, simplemente nuestros labios moviéndose el uno contra el otro y nuestras lenguas jugando. El corazón galopa en mi pecho y quiero pegarle un puñetazo para que la felicidad se calmase.

Jungkook no es bueno para mí. Debo dejar de ser tan idiota.

Pero no puedo negar lo mucho que me gusta como me besa o cuando me toca... Me toca...

Me levanto de golpe, con las imágenes golpeando mi mente como la marea en las rocas. La cabeza de comienza a dar vueltas mientras que todo aparece delante de mis narices, como si de una película se tratara: Minho bailando conmigo, Minho yéndose, Jimin abrazándome, Jungkook llevándome, Jungkook y yo morreandonos en el garaje, luego en su habitación y por último el escondido entre mis piernas mientras que yo gemía.

―¡Mierda!

El calor no tarda en calentar mi cuello y mi cara. ¡Dios mío! Jungkook me había hecho sexo oral, y yo lo había disfrutado. La repentina humedad entre mis piernas crece.

Vale, bien, necesito una ducha.

Preparo la ropa sobre la cama delicadamente y luego me encamino a la puerta para ir a la ducha, todavía es temprano, por lo que no había problemas si salía en toalla corriendo. Pero, cuando voy a paso por delante de la habitación de Jungkook, una mano aparece por la ranura y me tiran hacia dentro, quitándome de la vista mi destino.

Jungkook estaba parado delante de mi, sin camiseta y con unos pantalones de chándal grises colgándole de sus caderas. Tenía la piel brillante y el cabello sudoroso.

¿Habrá estado haciendo ejercicio? ¿Por qué me hago una pregunta tan tonta?

―Jungkook, a lo mejor no es de tu incumbencia, pero tengo prisa, y quiero llegar a tiempo al instituto ―digo lo más neutra que puedo, intentando no pensar en lo que sucedió la noche pasada.

Enarca una de sus cejas, y tarda poco en cogerme por la nuca y volver a estampar sus labios con los míos, haciendo que un hormigueo se encendiese en mi intimidad.

Aunque es un beso simple, no puedo evitar ponerme nerviosa.

―Quería hacer esto primero ―responde cuando nuestros labios se separan.

Cojo aire y le miro completamente sonrojada, y un tanto confundida.

―¿Por qué? ―inquiero.

Se encoge de hombros.

―Estas jodidamente sexy por la mañana.

Trago saliva y cruzo los brazos sobre mi pecho, tapando mis pezones endurecidos por su culpa.

―¡Eso no es excusa! Esto no está bien, Jungkook. A nuestros padres se les caería la cara de vergüenza ―exclamo en un susurro, escandalizada.

Si, tengo prejuicios en este tema. Pero digo; ¿Cómo no tenerlos?

Pone sus ojos en blanco ante mis palabras.

―Y eso no es excusa para ti; no nos consideramos familia, no compartimos sangre, y tampoco apellidos ―refunfuña.

Wicked»  j.jungkook (Saga Bad Guys #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora