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Oigo el claxon fuera de casa y me levanto corriendo del sofá. Sé exactamente quien es. Corro escaleras abajo, llegando a la puerta principal. La abro, con mis nervios a flor de piel.

Hara sale del coche de su madre y se despide, antes de darse la vuelta a mirarme. Cuando nos vemos gritamos y corremos ha abrazarnos fuertemente, dando saltos. Nos apegamos la una a la otra fuertemente, riendo.

―¡Es increíble que te esté tocando! ―exclama la pelinegra tocándome el rostro. 

Me rio y le toco la cara de vuelta, estirando de sus adorables mofletes. Llevaba una bolsa en la mano, ya que hoy se quedaba a dormir en casa, y supongo que la ropa de recambio para para ir a la fiesta. 

―Te echaba tanto de menos Hara. ―Hago un puchero y la rodeo de nuevo con los brazos. 

Han sido dos semanas eternas sin mi mejor amiga a mi lado. Ella me aprieta fuertemente de la cintura, achuchandome y dejando mis pulmones sin aire. Nos separamos y volvemos ha dar pequeños saltos, emocionadas de estar otra vez juntas, y de pasar el fin de semana solo para nosotras. Obviamente le presentaré a mis nuevas amigas, y si todo sale bien, podremos estar las cuatro juntas sin problemas. 

―El instituto es una tortura sin ti, bebé―suspira y entramos en casa. Se saca sus zapatos mientras admira la grandeza del vestíbulo―.Madre mía, no quiero imaginarme el resto de la casa. 

Suelto una risita por lo bajo, sacando unas zapatillas nuevas del mueble para invitados y se las doy. Ella las mira como si fuesen de oro, ruedo mis ojos divertida por mi parte. Se pone las zapatillas blancas y la guío escaleras arriba. 

―Suele impresionar al principio... ¡Que digo! Ni siquiera acabo de creerme que viva aquí ―exclamo cuando llegamos arriba.

Se tapa la boca, mirando todo con los ojos como platos. Me mira a mi, y luego a la cocina conectada con el salón. 

―Jae, sabía que vivías en una casa enorme, pero no en una... una... ―balbucea, acariciando el mármol de la cocina. 

Asiento y frunzo mis labios.

―Sep, algo como esto. Demasiado lujo para mi ―murmuro lo ultimo.  

Sonríe, viniendo hacia mi y dándome un pequeño empujón en mi hombro. Entrelaza nuestros brazos y señala todo.

―Solo tienes que acostumbrarte. Yo lo haría, y demasiado bien amiga ―acata en un tono socarrón. 

Niego con la cabeza. 

Esta chica no tiene remedio alguno. 

Tiro de su brazo, guiándola a las escaleras para subir a la segunda planta. La casa solo tenía dos plantas, pero sin embargo tenía mucha extensión, un gran jardín y una playa justo al lado, de la cual básicamente solo nos separaba una valla. 

―Vamos a mi habitación, mi madre no viene hasta las nueve, Dakho hasta las once, por lo que te lo presentaré mañana. ―Hara asiente y sigue diciendo lo maravillosa que es la casa.  

―¡Venga ya! ―grita en agudo cuando ve mi habitación. Tengo que llevar mis manos a mis oídos a causa de su elevación de voz. Deja su bolsa en el suelo y corre al centro de la habitación―.Esta es una habitación de ensueño. ¡Dime donde puedo conseguir un marido millonario para mi madre! 

Suelto un par de risas por lo bajo, corriendo hacia mi cama y lanzándome sobre ella. Si mi madre me viera, me echaría una buena bronca. Hara me sigue en el proceso. 

―No te lo recomiendo―digo volviéndome y quedado de lado, mirando a mi amiga.

Ella también me mira.

Wicked»  j.jungkook (Saga Bad Guys #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora