Capítulo 3

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De ninguna manera estaba dispuesto a permitir que Angela fuera sola con ese grupo de necesitados que Yukio había invitado. Los conocía muy bien, el simple hecho de salir con una chica ya les alborotaba las hormonas, si veían a Angela de seguro iban a ponerse como hienas hambrientas. Por alguna extraña razón, el simple hecho de imaginar algo así, hacía que se sintiera terriblemente irritado. Incluso aunque ella no era nada de él (más que simples conocidos) A pesar de eso no estaba dispuesto a tolerar que intentaran si quiera acercarse...

El joven yakuza ya estaba totalmente acostumbrado a ir al Karaoke con un grupo de chicos y chicas (de allí consiguió varias candidatas para jugar un poco) de hecho, era bastante sencillo conseguir una cita en ese ámbito.

Cuando llegaron, ya había varias personas en la sala que había reservado Yukio. El cuarto no era tan espacioso así que estaba casi lleno. Había una mesa blanca y dos sillones rojos de cada lado, en frente una pantalla de plasma y dos micrófonos colgados para cuando se dispusieran a cantar. En las paredes, las cuales eran rosa pastel, había varios cuadros de cantantes japoneses de pop y algunas luces de varios colores y en el techo una bola de discoteca haciendo el ambiente aún más animado.

Suspiró resignado y se sentó en uno de los cómodos sillones. En verdad que no se sentía con ganas de estar allí, pero no podía dejar a Angela sola... ¿Por qué le preocupaba tanto? En un momento comenzó a imaginar lo que sucedería si acaso ella decidiera aceptar la invitación de alguno de esos perdedores, la sola idea lo enfurecía. Para su sorpresa, la rubia se sentó a su lado junto con Naoko. La observó sorprendido hasta que ella decidió girarse hacia él

– ¿Todo siempre es tan animado por aquí? – le preguntó con curiosidad.

Apartó la mirada rápidamente. Los ojos azul cielo de Angela lo intimidaban demasiado desde esa distancia –Bu...Bueno... en general si. Aunque esta vez Yukio invitó a más gente de la usual.

–Ya veo... En mi país este tipo de actividad no es muy común, pero parece ser divertida– comentó con entusiasmo.

Antes de que pudiera responderle algo, una de las tantas chicas que estaban en la sala, se abalanzó sobre él –¡Shimada-kun! ¿Dónde te habías metido? ¿Por qué no me has llamado en todo este tiempo?... Te he extrañado– y sin preguntar se sentó del otro lado de Genji y lo abrazó.

– ¿Hibari-san? ¿Qué haces aquí?– inquirió fastidiado.

–Yukio invitó a los de mi curso a venir... Así que aproveché la oportunidad para ver si podía encontrarme nuevamente contigo... Y parece que lo logré– explicó mientras se aferraba más a él.

–Si... por supuesto– le respondió intentando zafarse de su molesto abrazo.

La castaña se dio cuenta de la presencia de Angela y la estudió minuciosamente –¿Quién es esta?... ¿Otra de tus amigas, Shimada-kun? – comenzó a mirar a la rubia con recelo.

La chica sonrió  –Soy Ziegler Angela... es un placer conocerte, Shimada-san y yo somos compañeros de curso– explicó de forma muy cordial y educada.

Hibari arqueó una ceja y luego miró a Genji quien solo asintió. Probablemente su amiga con derechos quería provocar a Angela o algo así... detestaba a ese tipo de mujeres, pero ella había estado dispuesta a jugar cada vez que el chico se lo había pedido, así que era una opción siempre confiable cuando le daba pereza buscar a alguien más.

La conversación se tornó aún más interesante cuando otra chica se sentó al lado de Hibari. Era una rubia voluptuosa y con maquillaje llamativo, tenia desprendido los primeros botones de su camisa y no le importaba cruzar sus piernas y mostrar más de lo debido a causa de su corta falda. Esbozó una sonrisa maliciosa y se dirigió directamente a Genji –Esta noche estoy libre ¿Quieres venir a jugar? –preguntó con un tono de voz sensual y haciendo caso omiso a las protestas de Hibari.

Nuestros días juntos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora