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Aegan = 1000

Jude = 0

No supe si Artie logró dormir, pero yo no.

Di vueltas y vueltas en la cama, pensando en lo que habíamos visto. Yo estaba segura de que era droga, pero Artie dijo que podía ser cualquier cosa hasta que lo viéramos y lo tocáramos.

Entonces le había dicho que eso teníamos que hacer. Lo que fuera que le habían dado a Aegan estaría en la casa hasta que volviéramos a Tagus, así que había que encontrarlo para comprobar que era lo que sospechábamos.

El punto era que si se trataba de eso, si a Aegan le habían entregado drogas, ¿qué significaba? ¿Qué las consumía? ¿Qué las vendía? ¿Qué hacía ambas cosas?

Aegan no parecía consumirla. Así consumieras un poquito de vez en cuando, se notaba, siempre dejaba un rastro. Aegan lucía lo bastante sano y lúcido. Hablaba con coherencia y sus actitudes eran insoportables pero normales. No había destellos nerviosos en él. Nada.

Así que mi teoría del Sak nunca fue tan absurda. Estaba más cerca de la verdad que nunca: Aegan dirigía el Sak y allí la gente se drogaba a su antojo. Punto. Por eso no hablaban del tema, por eso el lugar era secreto. Aunque con todo el poder que tenían los hermanos, ¿en verdad era un bar oculto? ¿Y si incluso la directiva del instituto lo sabía pero callaba por conveniencia?

¿Y si el perfecto y respetado Instituto Tagus no era más que un tapadero de vicios y secretos dominados por los Cash?

A la mañana siguiente la casa de campo se llenó de gente que decoraba, preparaba la comida, las bebidas, el sonido y todo lo necesario. Personas desconocidas iban de allá para acá y era todo un ajetreo incómodo. Ni siquiera necesitaba ser Adrik para que aquello me pusiera de mal humor. No podía estar en un solo sitio sin que me dijeran que debía moverme.

Durante el desayuno Aegan estaba como si nada, como si no le hubiesen entregado un paquete extraño la noche anterior. Irradiaba perfección. Estaba recién afeitado y fresco. Su loción se concentraba en el ambiente. Hasta sentado en una puta silla parecía que iba a darle órdenes a los carteles más sofisticados del mundo.

Adrik, por supuesto, no apareció. Me pregunté en dónde estaría. Aleixandre comió yendo de un lado para otro con su Tablet, sus indicaciones y la cara agitada.

—Es solo una fiesta —opiné en la mesa con cierto desdén—. No es como si fuera la coronación real.

—Nuestros eventos son preparados como si fueran la coronación real —replicó Aegan con mucha seguridad mientras comía su desayuno de tocino, huevos revueltos y panes franceses—. Cuando vives entre gente con mucho dinero aprendes a hacer las cosas bien, porque si no dejan una marca de la que nadie para de hablar.

Lo miré con cara de que era una reverenda estupidez.

—Y la verdad detrás de todo eso es que...

—Me gusta gastar dinero —admitió él, encogiéndose de hombros pero con una sonrisa ancha y maliciosa en el rostro.

Mordí una tostada con queso crema.

—¿De dónde viene toda la fortuna Cash? —inquirí como si fuera una pregunta vaga.

Al parecer no era una pregunta trivial porque Aegan me miró con cara rara como si acabara de hacer la interrogante más estúpida del mundo. Hasta Artie me miró con extrañeza.

—¿Adrien Cash...? —preguntó él, esperando que yo completara algo.

Pero nada me llegó a la mente.

Perfectos Mentirosos © [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora