26 - Segunda parte
Justo después de que la ostentosa camioneta de Aegan arrancara a toda velocidad con un chirrido de las llantas, me di vuelta y vi a Adrik parado en la entrada del edificio. Había escuchado todo.
Pensé que me reclamaría, que estaría muy enojado por haber ido tras Aegan, pero solo se ofreció a llevarme a mi bloque porque ya eran las diez de la noche. Acepté. En todo el camino nos envolvió un silencio espeso. Apenas aparcó en frente, no me bajé de inmediato. Me quedé un momento inmóvil en el asiento, mirando a través del cristal delantero del auto la solitaria y alumbrada calle que se extendía frente a nosotros.
Todo se había jodido. Aegan sabía que yo había escuchado todas esas cosas. Si soltaba las pruebas justo un día después, él estaría seguro de que había sido yo quien lo había delatado. Sus palabras me habían dejado en un estado de suspensión y análisis. Se repetían una y otra vez en mi mente junto a todo lo que había oído de él y de Adrik en la habitación. Ahora mi cabeza era un caos. Estaba intentando conectar todo, pero necesitaba más información.
—¿Quién es Byron? —pregunté, rompiendo el espeso silencio.
Adrik tenía el antebrazo apoyado del borde de la ventana y la vista fija hacia el frente. No se movió ni un poco ante mi pregunta.
—Creo que lo mejor es que te mantengas alejada de esto —se limitó a responder.
Giré la cabeza con rapidez al oír el tono de su voz: seco, gélido, distante, nada parecido al del Adrik sincero, excitado e incluso romántico de la habitación, como si ese y este en el interior del vehículo no fueran la misma persona. Eso me descolocó.
—¿Qué? —emití con ligera confusión.
—Baja del auto. —Tres palabras antipáticas y crueles.
Quedé rígida. El estómago se me redujo a un espacio pequeñito. ¿Era en serio? ¿Qué demonios le pasaba? ¿Por qué decía eso...? Y de repente todo estuvo claro. Me di cuenta de que incluso ahí sentado desprendía un aire retirado, hermético, odioso como el de nuestra primera clase de literatura juntos. Había cambiado. ¡Había cambiado a propósito! Ese era el Adrik hosco e inaccesible del principio. No podía ser así. No después de lo que había pasado.
—¿Estás consciente de que lo escuché todo, no? —le recordé en reclamo—. ¿Sí sabes que después de cada cosa que pasó esta noche no puedes solo alejarme? Así que ni pienses hacer eso, Adrik, ni pienses portarte como un idiota.
Mi voz sonó cargada de advertencia, pero él no me miró ni adoptó otra postura diferente a esa.
—No quiero que estés involucrada y si tengo que ser un idiota para lograrlo, lo haré —dijo finalmente.
Lo observé con perplejidad. No, en definitiva no iba a hacer eso conmigo. ¿Qué creía él que era yo? ¿La Bella Swan? ¿La debilucha que necesitaba que la protegieran? Yo era capaz de salir a echar golpes si era necesario. Jamás, en toda mi vida, necesité que un tipo saliera a dar la cara por mí. Él no sería la excepción.
Me reacomodé sobre el asiento para verlo de frente.
—¿Y por qué crees que puedes decidir si me involucro o no? —solté de golpe como si me hubiera lanzado una flecha justo en toda mi valentía—. Para que te enteres, tengo los ovarios suficientes para enfrentarme a lo que sea y por mucho que nos gustemos no vas a portarte como un héroe conmigo, no lo quiero, no soy débil.
Adrik negó con la cabeza y soltó mucho aire por la nariz como si estuviera conteniéndose para no perder la paciencia.
—Tienes que alejarte, Jude, no entiendes lo peligroso que es... —intentó decir, pero lo que menos necesitaba en ese momento era escuchar esas tonterías:
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Perfectos Mentirosos © [Completa✔️]
Teen FictionRecién llegada a la elitista universidad Tagus, Jude Derry descubre que ahí todo gira alrededor de las fiestas, los chismes, los ligues y sobre todo de tres atractivos hermanos que son famosos por su influyente apellido: Cash. Son burlones, astutos...