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El exquisito y tentador fallo en el plan

Ah, lunes...

O mejor dicho:

¡¡¡AHHH, LUNES!!!

La diversión y la magia de la fiesta de bienvenida quedaron atrás. Esa mañana de lunes todos los alumnos de Tagus entramos con los deberes hasta por la frente. Artie, Dash, Kiana, yo e incluso se notaba que el resto estaba atareado y loco yendo de una clase a otra para entregar un informe u otro.

Ahora sí entendía por qué Tagus era el instituto sobresaliente del estado. Las semanas pasadas habían sido solo un calentamiento. A partir de ahora el semestre comenzaba a ponerse rudo. Pero tener tantos asuntos académicos pendientes tuvo sus ventajas.

La primera, pocos tenían tiempo para mirarme raro por lo de mi madre. Es decir sí, algunos incluso evitaban pasar muy cerca de mí como si temieran que yo les fuera a contagiar algo, lo cual me pareció en extremo ridículo e inevitable. Imaginé que esas serían las consecuencias. Ahora solo quedaba lidiar con ello.

La segunda ventaja fue que no vi a Aegan ese lunes, ni el martes y tampoco el miércoles. Lo único que supe de él fue por parte de Dash, quien también iba en tercer año. Según él, estaban tan llenos de informes, exposiciones, exámenes sorpresa y proyectos que Aegan estaba metido de cabeza en los libros.

—Los Cash pueden ser todo lo idiotas y repulsivos que quieras, pero tienen excelentes calificaciones —comentó Dash, sentado frente a mí en uno de los sofás del salón de descanso—. Su promedio académico es lo único que no han comprado.

Había un montón de libros de estudio en la mesa que nos separaba. Dash leía uno sobre ingeniería química. Se veía como todo el mundo: agitado, atareado, cargado de café y bebidas energéticas para no morir de sueño. El cabello castaño que solía llevar bien peinado, estaba en su más puro estado de salvajismo. Algo que me gustaba mucho de él era esa piel oliva que le daba un aire extranjero. Era un atractivo desastre el condenado.

Lo mejor sin dudas fue que ignoró el tema de mi madre como si nunca se hubiera enterado.

—Las mentes más crueles han sido bastante inteligentes —opiné. De repente ladeé la cabeza y lo miré con curiosidad—. Dash, tú eres gay, ¿cierto? Nunca me lo has dicho, pero lo sospecho.

Él hundió las cejas, pero no molestia sino con extrañeza. Ya teníamos cierta confianza como para preguntarnos cosas así.

—Depende de por qué lo estés preguntando —respondió sin apartar la vista del cuaderno en el que escribía—. No haré nada sexual contigo.

Chasqueé la lengua.

—Lo pregunto porque debes saber ciertas cosas...

Dash dejó el boli sobre su cuaderno y se enfocó solo en mí.

—De acuerdo, Jude, si yo no fuera tu amigo me estaría levantado de este sofá ahora mismo —dijo entre risas.

—Me refiero a que... bueno, los Cash se han debido de acostar con casi todas las chicas, ¿no? —Él asintió, aunque no muy convencido de que esa conversación fuera por un camino normal. Miré hacia ambos lados para asegurarme de que nadie nos escuchara y luego lo solté—: ¿Hay alguna posibilidad de que un Cash se haya acostado con un chico?

Dash alzó las cejas con sorpresa.

—¿Por qué esa duda tan repentina y tan... inusual?

—Solo quiero saber en qué punto están sus límites. —Me encogí de hombros.

Bueno no. Lo que quería era saber si había algún indicio, si Aleixandre no había sido tan cuidadoso siempre.

—Pues que yo sepa no —contestó Dash con indiferencia—. Algo así se habría corrido rápido, ¿no te parece? Si no lo has escuchado es porque no ha sucedido.

Perfectos Mentirosos © [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora