23 - Segunda Parte

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*El capítulo es bastante largo para compensar la tardanza. Disfrútenlo con calma.

23 — Segunda parte

Se me ocurrieron muchas ideas:

Correr a lo loco.

Correr a lo loco y gritar.

Usar como arma el zapato que todavía tenía tacón.

O correr hasta que solo diosito decidiera qué me pasaría.

Aunque no fue necesario recurrir a ninguna. El cristal del copiloto descendió y vi a la persona que iba dentro del auto. Era el idiota de Adrik, que para rematar se estaba carcajeando como un estúpido. Primero no lo reconocí porque, vamos, ver a Adrik enseñando los dientes era muy raro, pero luego caí en cuenta de que se había estacionado así a propósito para asustarme y que se reía de mi reacción.

Mi cara no se diferenció mucho de la de un asesino serial.

—¡¿Qué carajos te pasa?! —solté en un grito que se escuchó a lo largo de la calle desolada y oscura.

Y como eso no me pareció suficiente, me quité el zapato sin tacón y se lo arrojé al auto en un ataque de furia. Impactó en un golpe seco y luego cayó al asfalto mojado. La risa de Adrik disminuyó, pero no por el atentado a su vehículo, sino porque pareció darse cuenta de mi aspecto: empapada, con ese vestido tan corto pegado al cuerpo, el cabello cayéndome a cada lado, chorreando, los ojos chispeando ira...

Me contempló con algo de extrañeza como diciendo: ¿qué demonios te pasó...? pero luego curvó la boca hacia abajo en un gesto de entendimiento.

—No, no estoy sorprendido —admitió en referencia a mi estado. Claro, encontrarme en plan patético y destruido ya era algo normal para él—. ¿Qué haces caminando a esta hora por aquí? ¿Te escapaste del manicomio?

Muy gracioso, Adrik, muy baja bragas, muy sorprendente y conveniente que apareciera justo en mi momento de desgracia, pero después de lo que había sucedido, ver a un Cash era la última cosa que deseaba en el mundo, sobre todo a él. Ese hecho me inundó de una ligera amargura.

—Sí, me escapé y decidí salir a dar una caminata bajo la lluvia por esta calle oscura y aterradora porque son cosas que hago cuando estoy aburrida —respondí de mala gana.

Sin más, continué mi caminata de la vergüenza bajo la lluvia, pero con el culito y la cara en alto, eh, porque primero muerta y mutilada en un basurero que mostrar lo humillada que seguía sintiéndome por dentro. Ya era suficiente que un Cash me abordara, no necesitaba que lo hiciera otro.

Escuché el auto arrancar. Pensé que se largaría, pero a los pocos segundos empezó a seguirme el paso. Miré de reojo hacia él. Sostenía el volante con una mano y su cuerpo estaba ligeramente inclinado hacia la ventana del copiloto.

—Sube, te llevo —me propuso desde el interior.

Sonó bastante afable y con buena intención, pero yo...

—No, quiero caminar, es bueno para las piernas, así muevo la grasa —contesté con firmeza y apresuré el paso tanto como mi cojera me lo permitió.

—¿Cuál grasa, huesos? —inquirió Adrik utilizando ese tonillo de sarcasmo y burla que tanto le gustaba a veces.

—Piérdete, Adrik —solté con indiferencia y alcé la barbilla.

—Solo te voy a dar el aventón —expresó con simpleza—. ¿Cuál es el problema?

A ver... ¿seguir por la calle solitaria, empapada, con frío, ante la probabilidad de ser secuestrada y asesinada o subirme al auto del mentiroso Adrik Cash? Uhm... ¿al menos me harían un bonito funeral? ¿cuánto tardarían en encontrar mi cuerpo? ¿me recordarían por ser quien había retado a Aegan o por ser la novia número 47834 de Aegan?

Perfectos Mentirosos © [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora