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Narrador:

"LA DESAPARICIÓN DE LA HIJA DE CARLOS ESPÓSITO Y MAJO RIERA REVOLUCIONA LA CIUDAD DE BUENOS AIRES". "SECUESTRAN A LA HIJA DE UN MATRIMONIO MILLONARIO". "SECUESTRADA UNA ESTUDIANTE UNIVERSITARIA" en todas las portadas de los periódicos aparecían titulares parecidos. Los padres de Lali habían pagado mucha plata para que la noticia de la desaparición de su hija se encontrara en todos los periódicos. Querían que todo Buenos Aires, e incluso parte de Argentina les ayudara a buscar a su hija menor. Estaban muy desesperados, ni Coco ni Majo tenían problemas con la plata, ni problemas con las personas... No tenían deudas, y tampoco negocios sucios. Si tenían tanta plata había sido un caso de suerte.

Pero no recordaban que algo turbio había pasado años atrás. Algo con una familia a la que le habían arrebatado absolutamente todo, dejándola sin absolutamente nada. Separaron a sus hijos más pequeños, y todo fue horrible en esa etapa para la familia Lanzani.

Lali no podía haberse ido por sí sola. La policía había recurrido al teléfono del novio de Mariana, al de sus padres, sus hermanos, sus amigos... Era imposible que pudiera haberse ido por su propia voluntad. Era una nena transparente, feliz, con buenas calificaciones a la que la esperaba un futuro brillante después de la Universidad. Todo la iba bien, su vida era claramente perfecta.

No obstante, ahora los periodistas se agolpaban en la puerta de la casa de la familia Espósito, pidiendo que esos padres respondieran a las preguntas. Necesitaban sacarlo todo en los periódicos, esperando que alguno diera una exclusiva a su favorito, pero Coco y Majo estaban tan hundidos que no tenían fuerzas para responder a las duras preguntas de la prensa. Las familias estaban sumidas en la más absoluta tristeza cuando les arrebataban a un hijo.

Por eso, fue el abogado de la familia, el que salió de la casa para hablar con los periodistas que se amontonaban en la puerta. Nada más salir, cerró rápidamente para evitar que alguien pudiera entrar en la casa:

— ¡Bien! — dijo en voz alta y firme —. ¡Voy a dejar claras algunas cosas para que no molesten a esta pobre familia que la está pasando muy mal con el caso de su hijita! En primer lugar, voy a ser yo quién comente todas las novedades que se realicen en el caso de la señorita Lali Espósito. En segundo lugar, los padres quieren tranquilidad, al igual que sus hermanos, Ana y Patricio, su novio y sus amigas. No quiero que los molesten en absoluto, quiero que los respeten en su decisión de no ser grabados ni acosados por la prensa. En tercer lugar, tengo la primera novedad. La de que la señorita parece haber sido secuestrada — el abogado apartó uno de los micrófonos, ya que se le estaba metiendo en la boca literalmente y continuó con el tercer punto: el de los descubrimientos que había hecho la policía en el caso —, pues no hay ningún indicio de que haya podido desaparecer por su propia voluntad. Como bien se habrá dicho en algunos periódicos, la nena tenía unas notas estupendas, además de una vida completamente ordenada. Y bueno, los periódicos que han confirmado, desde antes de poder decirlo yo, que la señorita parece haber sido secuestrada, se han adelantado. Pido, en cuarto y último lugar que no se creen bulos que puedan afectar a la familia, ya que en ese caso, incluso puede intervenir la policía — el abogado suspiró hondo, pues se sentía agobiado por tantos periodistas —, y bueno, esto ha sido todo por hoy, mañana volveré a dar noticias sobre el caso de la chica, en representación de la familia Espósito. Gracias.

El abogado intentó apartar de su camino a los periodistas, caminó por el jardín y salió de la parcela dónde se encontraba la casa de los Espósito. Una casa, que actualmente, estaba totalmente desolada por la desaparición, o mejor dicho, secuestro, de Mariana Espósito.

-...-

Narra Lali:

Había pasado un día dentro de esas paredes, y no había estado tan mal. Peter era muy bueno, y con él comenzaba a sentirme cómoda. No parecía un secuestro, sino un campamento con un solo hombre del que no podía salir. Parecía que ambos estábamos en una isla desierta, solos, completamente solos. Y no podíamos salir. Ahora cada uno dependía del otro. Y cuando un hombre y una mujer estaban solos, siempre terminaba pasando algo, por mucho que se odiaran entre ellos. Incluso si él era un sexy secuestrador y ella una amorosa retenida.

Habíamos dormido juntos. En una cama cómoda. Y calentitos. La luz del sol asomaba por las rendijas de la rota persiana. Fui abriendo los ojos de a poco, apareciendo él delante de mí, con el pelo despeinado, los ojos cerrados y la boca haciendo puchero. Ay, tenía unas ganas tremendas de comerle esa boca otra vez. Anoche tan solo había sido un pico, y yo tenía ganas de más, y suponía, que él también.

— Peter... — lo llamé acariciándole la frente con cuidado.

— Mmm... — musitó.

— Buen día... No sé como no te despertaron los rayos de sol de esas persianas rotas, porque en serio, molestan. Deberías arreglarlas — le dije riendo —, yo puedo ayudarte. Total, no tenemos nada que hacer acá. O mejor, podemos arreglar toda esta casa mientras me tenés retenida, sería algo bastante productivo y esto quedaría muchísimo más lindo, de verdad te digo — volví a reírme.

Él arrugó la nariz y comenzó a abrir los ojitos de a poco. No, no se había enterado de nada de lo que le había dicho:

— Sos lento a la hora de despertar, eh Peter.

— ¿Qué pasa? — dijo con los ojitos chinos y la voz de recién levantado.

— Buen día. Estaba diciendo que podemos poner en orden toda la casa durante el secuestro. Y por cierto, hoy tenemos muchas cosas que hacer. Aún tenemos que... Terminar con un tema. Bueno, podemos esperar a estar preparados... Pero como vos quieras, tenemos bastante tiempo y tenemos que esperar al menos hasta que me liberen de esta, ¿o no es así? Porque supongo que esto será como los secuestros de las películas... Es decir, pagás y liberás.

— Lali, en serio, no es por joder, pero me acabo de levantar, no sé de que me estás hablando y no me estoy enterando de nada — dijo con una sonrisa —. Para empezar, te deseo buen día y en segundo lugar vamos a ir lento con todo esto. Primero nos lavamos, después desayunamos y ya después me contás todo lo que me tengas que contar cuando hayamos tomado la suficiente fuerza, ¿de acuerdo?

— Bueno, entonces, ¡es hora de despertarse! — grité.

— Eu, estoy despierto — dijo él riendo.

— Te corrijo, medio despierto. Mientras terminás de despertar, voy a lavarme y voy a ir preparando el desayuno.

— Bueno hermosa, andá. Y hacé un rico desayuno. Mientras tenderé la cama, después me lavo cuando vos terminés, y bajo a desayunar.

— Bien, te espero abajo.

— ¿Me dijiste que tenemos que estar preparados?

Reí:

— Sí, dije preparados.

Él levantó una ceja:

— ¿Preparados para?

— Uh, qué lento que sos... De verdad, Peter. A ver, tenemos que estar preparados para hacer eso, ¿entendés? El juego de seducción. No sé, lo estuve pensando mejor, pero... Bueno, con ese tema aún me siento un poquito lenta, quiero terminar de conocerte un poquito mejor, solo un poco — dije sonriente.

— Bueno.

— Voy a lavarme entonces — le di un pico tierno, y con fuerza, me levanté de la cama para empezar un gran día. 

ESCAPARÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora