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Narra Peter:

Después de salir del centro de menores, me convertí en la marioneta de mis hermanos mayores. Siempre les hice caso en todo, incluso a la hora de preparar el plan del secuestro de los hermanos Espósito. Les hice caso, sin yo querer meterme en otro problema. Pero no había otra, o lo hacía, o comenzarían a meterse conmigo. 

En el fondo, los quería. Sabía qué querían protegerme. Nos habíamos unido mucho desde nuestros problemas de dinero, desde que nos habíamos separado, nos habían sacado a Bauti, y yo había vuelto años después. Nos juramos que nunca más iban a separarnos, y que algún día, podríamos traer a Bauti de vuelta con nosotros.

Verdaderamente, era muy duro no tener a Bauti cerca. Siempre había sido un niño alegre, divertido, cariñoso y muy tierno. La alegría de la casa. El más chiquitito. Sabía como solucionar los pocos problemas que teníamos por ese entonces con una buena sonrisa y un fuerte abrazo de familia. Desgraciadamente, cuando los Espósito nos hicieron tanto daño, bueno, en concreto Majo y Coco, porque los nenes no habían tenido la culpa, él era aún chiquito, y una familia no se resistió a adoptarlo. Yo tampoco lo hubiera hecho sabiendo como era Bauti.

Pero el momento que yo ahora iba a afrontar, no tenía nada que ver con Bauti, teñía que ver con demostrar mi valentía frente a mis hermanos mayores. Y tenía miedo, mucho miedo de meter la pata y de que se burlaran de mí. Nunca lo habían hecho, porque siempre me había mantenido callado cuando hablaban de cosas en las que yo consideraba que no debía hablar. Por miedo a meter la pata. Sencillamente.

Pero ahora tenía que enfrentarme a ese problema. Había ocurrido algo que no teníamos planeado. Porque cuando el amor llama tu puerta, no tiene ni fecha ni horario, y tampoco se sabe con que persona va a ocurrir. Y había ocurrido con Lali, la hija pequeña de las personas que nos habían quitado absolutamente todo, también a nuestro hermano pequeño.

Marqué su número en la cabina mirando a Lali compasivo. Sabía que ella me apoyaba, pero no podía manejar la mente de mis hermanos mayores para que no se burlaran de mí, o para que no me retaran.

— ¿Hola? — atendió Martín. Su voz era grave, creo que ya habían visto en televisión lo que los padres de Lali habían comentado sobre nuestra familia.

— ¿Martín? Soy Peter...

— ¿Peter? Dios mío... ¿Estás bien? Lo acabamos de ver todo... Esa arpía, no puede ser peor. ¿Desde dónde estás llamando?

— Desde una cabina.

— De acuerdo. ¿De verdad estás bien? ¿Cómo está la chica? ¿Se ha dado cuenta de algo?

— Es que justo de ella te quería hablar... — titubeé.

— ¿Qué ha pasado con ella? No me des más disgustos por hoy, por favor te pido Juan Pedro Lanzani Vargas...

— Es que a ver... Martín, yo no quise... Y ella obviamente tampoco quería. Ninguno de los dos incitó al otro. Pero ya sabes, cuando el amor entra en el corazón, no conoce ni persona ni tiempo — Lali me miró, y me siguió dando ánimos con su cara de "lo estás haciendo genial".

— Repite que no entendí. ¡¿Qué me estás queriendo decir con eso?!

— Que Lali y yo estamos juntos y muy enamorados. Y ya está. Y no nos vamos a separar. Ella no tuvo la culpa de lo que les pasó a nuestras familias hace años, nos conocimos y nos enamoramos, y Martín, estamos felices así, y no nos queremos separar. Por eso te llamo, Lali y yo llamamos a la policía para decirles que el secuestro no existió en ningún momento, nos fugamos porque estábamos juntos — dije sin miedo —. Es la verdad, así nadie va a tener líos ni problemas con nadie.

— Yo te voy a matar...

Tragué saliva:

— No soy un nene para que vos como hermano mayor me tengas que decir lo que debo hacer en cada momento. Si me he enamorado, está bien hecho.

— Es imposible que Lali se haya enamorado de vos.

— Eso me lo decís porque te duele que me haya enamorado de Lali, pero las cosas entre nosotros están perfectamente y somos muy felices, te juro Martín que no me voy a separar de ella por mucho que me convenzas de que ella no es la mejor chica que pude encontrar. Porque Lali es la chica que mi corazón estaba buscando. Y nosotros no queremos darle problemas a nadie, somos felices así como estamos y queremos que tanto su familia como la mía nos deje vivir nuestro amor cómodamente — miré a Lali con una sonrisa de oreja a oreja. Ella me la devolvió.

— ¿Estás seguro de que esa chica solo busca que la des amor y no otra cosa?

— Estoy seguro.

— Nunca me fié de los ricos, Peter, y menos de esa chetita. Sus padres nos arruinaron.

— Ella era muy chiquita cuando todo esto pasó. Así que no tiene la culpa de nada, ni se enteró, no sabía nada de nada... Y me quiso aún así. No quiere buscarme la ruina, ni a mí, ni a mi familia. Es una buena mina, te lo aseguro, y además muy linda.

— Bueno... Decila que se porte bien porque sino se la va a tener que ver con nosotros.

— Tranquilo, ella sabe comportarse correctamente.

— Bueno, entonces cuidado, y chau.

— Chau — dije.

Al fin y al cabo, la charla para decirle toda la verdad a Martín, no había sido tan mala como pensaba.

ESCAPARÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora