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Narrador:

— ¿Inspector Smith? Soy Carlos Espósito, te llamo desde Argentina. y me gustaría que usted me ayudara a buscar a mi hija.

— Cuénteme el caso de su hija — dijo el inspector americano con acento.

— Bien, mi hija llegó un día a casa, por la noche. Su novio la trajo. Y justo, en ese mismo momento, nadie supo más de ella. Me gustaría averiguar a mí solo dónde se encuentra, sobre todo porque la policía puede meter las narices en dónde nadie la llama, y quiero que todo esto no sea para nada público, sino algo personal y muy familiar. Lali es una persona muy importante en nuestras vidas y no queremos para nada que esto se divulgue causando problemas.

— Bien, ¿así que su hija desapareció sin dejar rastro?

— Para nada.

— ¿Y sospechan de alguien? ¿Han dejado algún dato?

— Hace un rato estuvimos con la policía, y ella me dijo que si en algún momento pasado habíamos tenido problemas con alguien. Y en efecto, yo tuve problemas con una ex familia rica de Argentina, la familia Lanzani. Los engañé para ganar todo el dinero que a la vez ellos habían perdido, es decir, los estafé... Esa es otra de las razones por las que no quiero que la policía se meta en este tema. Y hace un rato, cuando llegué a casa con mi mujer, nos encontramos con una nota que decía que podríamos volver a ver a Lali si les entregábamos a los secuestradores 1 millón de pesos — explicó el padre de la secuestrada y también desaparecida.

— Bien... Mire, yo tengo que viajar desde Chicago, pero en un par de días, estaré por Buenos Aires para poder hablar con usted y ayudarle con todo esto, se lo aseguro.

— Bien, muchas gracias inspector Smith. De verdad, se lo agradezco enormemente, es usted uno de los mejores del mundo, y creo que puede ayudarme muchísimo con el caso de mi hija. Somos una familia de bien, y no quiero que todo lo de nuestro pasado salga a la luz convirtiéndonos en los peores del país.

— Se lo aseguro señor Espósito, todo va a estar bien. Le llamaré desde el aeropuerto, cuando vaya a viajar para ya. Hasta muy pronto.

— Chau, Smith.

-...-

Narra Peter:

Lali y yo habíamos salido en el auto para empezar con nuestro plan de escape. Mientras yo manejaba el auto, Lali iba acostada en la parte trasera para que nadie pudiera verla.

— Voy a llegar con dolor de orto.

Reí:

— Te vas a tener que joder con el dolor de cola, Lalita. Este fue tu plan además... Vos misma me pediste que ir acostada en el piso de la parte de atrás era la mejor idea para que nadie pudiera verte.

— Retiro lo dicho. Me duele todo... Me duele todo muchísimo.

— Bueno, te la tenés que bancar, al menos hasta que lleguemos al aeropuerto — dije yo —. Por cierto, ¿has pensado ya cómo vas a pasar todos los controles para que nadie se dé cuenta de que sos vos?

— Un pañuelo, de esos que llevan las personas de religión islámica.

— ¿Y el pasaporte?

— Seguro que vos tenés que tener algún amiguito que te hace unos pasaportes falsos re creíbles, ¿verdad Peter? Decime que sí, y no vayas de chico legal... Tenemos que hacer esto para seguir juntos. De verdad, quiero vivir una aventura, y esta va a ser una gran aventura, los dos juntos, siempre juntos.

Reí suspirando:

— Sí, conozco a un par de tipos que hacen pasaportes falsos, pero la mayor parte están presos, así que no se como voy a ir a pedírselos.

Lali frunció el ceño:

— No voy a rendirme. Quiero mi pasaporte falso.

— Uy... ¿Tantas ganas tenés de marcharte de Argentina para vivir aventuras conmigo, Lali? Es increíble, tenés una vida buenísima acá, con plata, con tu novio, con tus papás y con tus hermanos... No necesitás nada más, no necesitás estar con un chico como yo para poder sobrevivir.

— No sé si aún no te has enterado, pero vos me gustas de verdad. Y me muero literal por vivir una aventura así con vos. En verdad, nunca estuve al 100% enamorada de Benjamín, apenas veo a mis viejos porque están todo el día en su importantes reuniones, y viajando casi todas las semanas... Mi plata da igual, hay gente que vive muy bien con la mitad de la plata que tienen mis viejos... Y quiero estar con gente normal como vos, gente sana, gente que se ha tenido que curtir sola Peter...

Sonreí. Lali no podía ser más tierna:

— Si no fuera por vos, yo tampoco me animaría a salir del país en medio de una aventura tan rara como esta — dije pensando en todo lo que me había pasado en la vida: cuando me separaron de mis padres y de mis hermanos, cuando nos tuvieron que echar de la casa, mis cumpleaños solitarios y tristes... Todo. Pero cuando tuve que por obligación secuestrar a Lali, y conocí a la persona hermosa que era, las cosas cambiaron. Dejé de pensar que todos los chetos eran malas personas que le deseaban lo peor a la gente que no tenía casi de nada.

— Vamos a estar bien, Peter. Te lo prometo.

Miré un momento a la señal de tráfico:

— Calle García Márquez, ¿te suena?

— Ya falta poco, tenés que girar a la derecha, y después cuando veas la pastelería tenés que girar a la izquierda, y ya habremos llegado a mi casa.

— ¿Creés que tus padres van a estar en casa?

— Puede, o no. Viajan mucho, pero no se si ahora mismo estarán en casa.

¡Iba a matarla!

— Nena, ¡vos estás bien? ¡O es que acaso te caíste de la cuna cuando eras un bebé? ¡No podemos entrar en tu casa mientras tus viejos están dentro!

— Mi casa es enorme Peter, si hace falta, ni siquiera nos van a ver. Puedo entrar por atrás. Tan solo voy a agarrar mi tarjeta de crédito...

— ¡Cómo nos atrapen esta noche voy a comerte! — dije medio enojado.

— ¿A besos? Aww... Más tierno mi Peter...

— Lali, te estoy hablando en serio, tenés unas muy malas ideas. bien, creo que ya hemos llegado — dije mirando a la derecha. Había venido solamente una vez a la casa de Lali, aunque por otro camino, pero tenía un buen sentido de la orientación —. Dale, ¿estás lista?

Lali se inclinó un poco desde la parte de atrás:

— Preparada y lista. Vas a acompañarme.

— ¡No, eso si que no!

— Si, eso sí que sí. Dale — ella me agarró de la mano y tiró de ella mientras abría la puerta —. Dale vamos.

Mirá para ver si ningún vecino estaba viendo la escena. Y no... La calle parecía muy tranquila a esta hora. "Peter, hacelo por ella" me dije a mí mismo.

Y si, si no fuera por todo lo que la amaba, jamás me hubiera arriesgado a hacer eso. En mitad de la tarde, acompañar a mi secuestrada a su casa, para que agarrara la tarjeta de crédito y fugarnos juntos como dos enamorados. Si hace un año hubiera pensado todo esto, jamás me lo hubiera creído.

-...-

Narra Lali:

Sigilosamente y pendiente de que nadie pudiera vernos, Peter y yo entramos en mi casa para agarrar un par de cosas. El auto de mis viejos estaba afuera, lo que había puesto un poco nervioso a Peter en un principio, aunque eso no significaba que mis papás estuvieran en casa. muchas veces preferían utilizar un taxi antes que utilizar su propio auto.

Entramos por la puerta de la cocina muy despacito y... Tuvimos muy mala suerte, porque en ese momento, mi perro Melly se puso a ladrar como loco.

— Shh... — le dijo Peter.

— Ay la pobrecita hace mil que no me ve... — susurré sonriendo.

— ¡Melly! — gritó la voz de mi vieja.

Miré a Peter y él tiró de mi hacia afuera...

Pero era demasiado tarde... Mi madre se había dado cuenta de que había algo raro en la casa. 

ESCAPARÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora