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Narra Lali:

Entramos en el auto y miré a Peter seriamente:

— Creo que tienes que explicarme muchas cosas, señorito Lanzani.

— Lali, ya te he dicho que yo te quiero, y que por nada del mundo quiero hacerte daño. Tu familia y la mía nunca se llevaron bien, pero igualmente, en ese entonces vos tenías 15 años... ¡No tenías la culpa de nada! Apenas conocías a mi familia. ¡Les advertí a mis hermanos que no teníamos que meterte en esto! ¡Pero esos dos tarados no me hicieron caso! — Peter suspiró estando bastante enojado.

— Eu... No te pongas así. Además, si no me hubieras secuestrado, tal vez nunca nos hubiéramos conocido, y no podríamos habernos enamorado... — le hice un mimo en el cachete —. Yo te amo pase lo que pase... Y sí, por lo que parece los culpables de todo eso fueron mis padres, y no los tuyos.

— Bueno. Eran socios, o quedaban mal mis padres, o quedaban mal los tuyos. Pero tus papás fueron más inteligentes y no les pasó nada, a diferencia de mis padres, que terminaron pagando por todo lo que ocurrió. Una familia arruinada y también separada... Pero el daño, ya está hecho. Eso no tiene remedio ni solución.

— Y si... ¿Le contáramos a la policía todo lo que pasó? — en ese momento estaba pensando en todas las cosas postizas para Peter y su familia, y de ese modo también castigar a la mía. Me parecía de mal gusto que a mis padres les importara más que no descubrieran su secreto que poder salvar a su hija de una panda de secuestradores.

Cierto era que yo no estaba sufriendo durante el secuestro, incluso me sentía mucho más libre con Peter a mi lado. Él me hacía sentir una mujer de verdad, mucho más realizada, y no una nena bien que todo tenía que hacerlo para quedar bien delante de la clase alta de la ciudad de Buenos Aires, de mis amigos y de los amigos de mis papás. Pero con Peter, esto estaba cambiando.

— ¿Esa es tu gran idea?

— Sí. Imaginá, les culpamos de que ellos les arrebataron todo a tus papás, y que vos y yo no somos novios, no tenemos porque contarles que me has secuestrado por orden de tus hermanos mayores, obvio.

— ¿Y vos sabés como se pueden poner mis hermanos si se enteran de que vos y yo estamos juntos?

Suspiré:

— ¿Y eso que importa ahora, Peter? Tenemos que tratar de terminar con todo esto, y haciendo daño a mis papás...

— Lo sé, pero prefiero que vos y yo nos vayamos del país y listo, todo arreglado.

Sonreí:

— Está bien. Solo pido que a tus papás no les terminen acusando... Que no acusen a nadie de tu familia.

— Ese también es uno de mis deseos. Pero ahora, vamos a olvidarnos de esto por un rato y vayamos a comprar los billetes para abandonar Buenos Aires de una vez por todas.

Y eso hicimos. Peter manejó hasta la agencia de viajes, y allí estuvimos mirando varios destinos. Yo siempre, de incógnito para que no me localizaran, incluso fue Peter quién pagó con mi tarjeta de crédito. Yo apenas hablé en el rato que estuvimos con el hombre que nos vendió los billetes para viajar.

Decidimos finalmente, marcharnos a Madrid. No era el destino más barato, pero al menos había facilidad con el idioma, y yo ya había estado, por lo que conocía un poco la ciudad. Y además Peter también tenía ganas de visitarla.

Los dos estábamos seguros de que allí estaríamos bien.

Los billetes eran para aquel día, por la noche, justo a las once y media. Aunque aún quedaban unas cuántas horas, decidimos marcharnos al aeropuerto. Pasaríamos allí el día. El aeropuerto tenía tiendas y restaurantes, por lo que estaríamos entretenidos.

Dejamos el auto un poco retirado del lugar donde se encontraba el aeropuerto, y fuimos caminando con nuestras pequeñas bolsas llenas de ropa y complementos de aseo hasta allí. Entramos y lo primero que hicimos fue ir a comer a uno de los restaurantes de comida rápida que se encontraban en la zona de restauración.

Pedimos, pagamos, nos sentamos en una de las mesas y nos dispusimos a comer.

Pero al primer mordisco, se me atragantó la comida. En la TV estaban emitiendo un programa sobre mi desaparición, estaban haciéndoles una entrevista a mis viejos. Miré a Peter y me tapé aún más con el pañuelo.

— Mi hija ha desaparecido por culpa de la familia Lanzani. Está bien claro — decía mi mamá mientras la entrevistaban —. Tuvimos un problema con esa familia hace años, uno de sus hijos, el más grande, dejó embarazada a mi hija mayor, Ana. Además de que no se quiso hacer cargo, la obligó a perder al bebé. Y no saben como se pudo la familia, son re malas personas. Por eso, está muy justificado que se han llevado a mi hija Lali.

La periodista la sacó el micrófono a mi mamá y dio el último aviso:

— Bien, si saben del paradero de alguno de los integrantes de la familia Lanzani, es de buen ciudadano llamar a la policía. Están en su busca por el secuestro de una jovencita.

ESCAPARÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora