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Narra Peter:

Cuando bajé a desayunar, Lali estaba tarareando una canción, mientras movía la cola al compás del ritmo. Tuve que morderme el labio para no follármela en ese mismo instante, porque estaba sexy... Terriblemente irresistible.

Justo entonces, ella se dio la vuelta. Tenía en sus manos un enorme plato de tortitas caseras. Había dejado la cocina un poco sucia, la harina tirada por todo el fregadero, la mermelada abierta y el tapón de esta en el piso.

— Hola — ella parecía sonriente y satisfecha. En verdad, el olor era tremendamente delicioso y tenía ganas de comerme una de esas tortitas lo más rápido posible.

— Hola reina — respondí yo —. Me parece que ya has hecho el desayuno, ¿verdad? — la pregunté levantando una ceja y acercándome a ella para robarla el plato de las tortitas. Ella asintió con la cabeza y yo puse el plato de las tortitas encima de la mesa.

— Espero que te guste — ella se soltó el pelo, el cuál cayó delante de su cara como una cascada de agua oscura.

Sonreí y la robé un pico:

— Tanto como me gustas vos, no creo.

Ella tragó saliva y me miró a los ojos fijamente:

— Tampoco creo que sea para tanto, Peter. Aunque... — ella se acercó aún más a mí, poniendo sus manitas sobre mis hombros y mirándome aún más fijamente con sus profundos ojos oscuros —, creo que, a mí también me tenés loquita.

Reí y la volví a robar otro pico:

— No te podés imaginar lo hermosa y tierna que sos. Por mucho que hayas dejado la cocina hecha un auténtico desastre... — dije mirando todo. Ella también lo miró y soltó una carcajada —. Te quiero igual.

— Podemos limpiarlo — propuso.

— Obvio, vamos a limpiarlo. Pero antes, vamos a desayunar para poder tomar fuerzas. Creo que lo sabés — dije apartándola la silla para que se sentara, y eso hizo, sentarse. Después, yo me senté en frente y puse una tortita y un poco de mermelada de fresa sobre ella —, pero el desayuno es la comida más importante del día. Te da las vitaminas suficientes, y tiene que contener frutas, proteínas y cereales.

— Vamos a tomar entonces un desayuno bien completo — dijo mirando todo lo que había en la mesa: una jarra con jugo de naranja recién hecho, nata, mermelada de fresa, tortitas, leche, leche chocolatada, café y tostadas. También había aceite y mantequilla para las tostadas.

— Y muy continental — añadí.

Recordaba, antes de que sucedieran todas las desgracias que ocurrieron cuando yo tenía 16 años, que papá, mamá, mis hermanos y yo, viajábamos mucho, y a muchos lugares. Estuvimos en España, en Estados Unidos, Uruguay, Brasil, México, Gran Bretaña, e incluso en Alemania, Francia y Austria. Nos hospedábamos en los mejores hoteles de cada ciudad, y siempre, tanto mis hermanos como yo, nos poníamos a la hora del desayuno, todo tipo de cosas en el plato: hasta huevos con bacon, el clásico del desayuno americano. En ese entonces, éramos realmente felices. No necesitábamos nada más... Nuestros padres se llevaban bien y estaban unidos, no dejábamos de sonreír ni un solo minuto, hasta que después ocurrió ese terrible acontecimiento que nos arruinó toda la vida y nos amargo la corta existencia.

— ¿Has salido alguna vez del país? — la pregunté a Lali rápidamente, tras haber pensado en los lugares que yo mismo, junto con mi familia, había visitado.

Lali terminó de tragar el trozo de tostada que se había metido en la boca y dijo:

— Pues claro. He estado en New York, en Londres, Roma, Milán, Madrid, París... Hasta en Tokio. Me encanta viajar, mi familia y yo siempre viajamos a un liudar diferente cada verano. Lo elegimos entre todos — eso hizo que bajara un poco la cabeza. Solo de pensar en que mi hermano ya no podía realizar esos viajes con nosotros, me ponía realmente mal —. Y vos, ¿viajás mucho?

— Viajaba — respondí tomando un poco de café.

— ¿Ya no? — preguntó.

— No. Ya no hay plata. Antes la había.

— Es una pena. A mí me encanta viajar y conocer nuevas culturas. Siempre sacás cosas nuevas en esos viajes, traes regalos increíbles, probás comida nueva...

Suspiré:

— Ya sé como eran esos viajes. Pero si no tenés plata, no se puede viajar, Lali. Y como yo apenas tengo plata, no puedo hacerlo.

— Ya sé. Me explicaste que no tenés plata.

— En fin, cambiemos de tema. Me hace sentir incómodo.

— Vos fuiste el que realizó la pregunta — dijo Lali sonriendo. La miré algo molesto —. Pero no te preocupes, podemos cambiar de tema. ¿Qué vamos a hacer hoy? ¿Seguir con el... Plan de seducción? — me preguntó riendo.

— Por ejemplo — dije sonriendo mientras se me olvidaba el tema de los viajes y de la pobreza por la que había pasado mi familia, y también, de lo más triste que había pasado, cuando me habían separado de mi familia, y en especial, cuando sacaron a Bautista de mi lado por la adopción —. Pero antes, tenemos que terminar de desayunar. Hay que comérselo todo, no me gusta desperdiciar la comida, ya lo sabés.

— Sí sé — Lali seguía comiendo, pero también mirándome con ojos realmente seductores. De un momento a otro, y sin darme cuenta, la iba a tener completamente parada. Y le tenia que dar las gracias a Dios, de que Lali no iba a ver la escena.

Seguí tomando mi desayuno, y durante todo el rato, Lali no había apartado sus ojos de mí:

— ¿No tenés ninguna cosa más que hacer hoy? — me preguntó.

— No, no tengo nada más que hacer, al menos fuera de la casa. ¿O es que querés que me vaya?

Ella negó con la cabeza:

— Por supuesto que no quiero que te vayas. Con vos me siento cómoda. Y protegida. No sé, este lugar está lejos de todo y me sentiría muy mal si me quedara sola.

— Ajá. Por lo menos hoy, no me voy a mover de la casa.

— Mejor — ella apartó el plato de delante de su cara con las dos manos —. Llena.

Suspiré:

— ¿No querés comer más?

— Estoy satisfecha. Te lo prometo.

— Te vas a cansar con el día que vas a tener hoy — dije recogiendo ambos platos y metiéndome la última tostada en la boca —. Sospecho que en la cama, uno se cansa mucho. Al menos, eso me han contado.

— No puedo confirmarlo. Y vos tampoco.

— Lo sé. Pero bueno, ¿tenés ganas de probar verdad?

— Sí — respondió ella.

— Voy a lavar esto. Andá arriba. A prepararte. Tenemos que realizar nuestro plan.

ESCAPARÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora