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Narra Lali:

Caminamos hasta afuera del aeropuerto. Peter me fue contando la charla con su hermano, la cuál no había sido tan mala. Había aceptado perfectamente, que estuviera con la hija más pequeña de las personas que tanto daño le habían hecho a la familia Lanzani.

Pero claramente, en verdad yo no era la culpable de lo que había ocurrido. Tan solo era una nena, no tenía ni idea de los negocios que en aquella época pudieran tener mis padres previstos. Simplemente, confiaba en que ellos dos eran unas buenas personas que tan solo tenían la ilusión de poder sacar a su familia adelante. Y soñé con esa bondad de mis viejos hasta que supe toda la verdad, y fue en ese momento cuando comencé a desearles todo lo malo.

Les habían hecho daño a los Lanzani, y además habían separado a la familia. Todo por la plata. Y eso me dolía mucho. Aunque por una parte, habían tratado de no joder a nuestra familia. Pero bueno, igualmente podían haber ayudado a la familia Lanzani para que no perdieran la casa y para que tampoco les sacaran a sus hijos. Y no hicieron nada para arreglarlo.

— Bueno, ¿entonces con tu hermano todo arreglado no? — pregunté con una sonrisa.

— Sí, todo arreglado — dijo él, también con una sonrisa.

— ¿Viste? Te dije que no se iba a poner mal por esa tontería. Al amor todo el mundo termina entendiéndolo — dije con una sonrisa.

En sí, yo había entendido el amor al conocer a Peter. Tanta ternura y dulzura juntas. Cosas que con Benja nunca me habían pasado. Era feliz. Con Peter había descubierto la felicidad completa, y a él no le iba a dejar por nada del mundo.

— Ahora mi preocupación es que lo acepten tus padres.

— Mis padres no van a tener que aceptar nada, porque yo me pienso marchar con vos en cuánto arregle todo esto con la policía. Me hacen las preguntas que me tengan que hacer en la comisaría, y después los dos juntos y muy felices nos vamos a España. Y listo, no hay más problema, ¿de acuerdo?

Peter siguió sonriendo y asintió con la cabeza:

— De acuerdo. Ojalá que con la policía no tengamos mucho probeta y después de esa entrevista que te quieran hacer nos podamos ir y me retiren de todas las páginas de búsqueda y captura de Argentina.

— Sí, ese es otro de mis deseos — reí.

De repente, el auto de la policía apareció por fuera del aeropuerto. Peter y yo pudimos divisarlo a través de las vidrieras. Cruzamos las puertas correderas y paramos al auto de la policía para que nos llevara hasta la comisaria más cercana.

Como bien le había dicho, quería terminar con este temita cuanto antes.

Toqué en el cristal del vehículo y la policía bajó la ventanilla para poder hablar conmigo:

— Hola.

— Hola, vienen buscándome. Yo soy Lali Espósito. La chica que hace un rato les ha llamado por teléfono.

— Ah sí, venimos buscándote. La chica desaparecida... Sube atrás.

— Mi novio viene conmigo — le dije al policía mirando a Peter.

— De acuerdo, que suba atrás también — dijo el policía.

Peter y yo subimos atrás del auto de la policía. Nos pusimos el cinturón de seguridad y fuimos escuchando la radio hasta nuestra llegada.

El viaje hasta la comisaría fue corto. Como si fuéramos famosos, nos escoltaron hasta la sala donde a mí me iban hacer la entrevista. Para mi disgusto, Peter tuvo que quedarse fuera. Pero bueno, no necesitaba de un apoyo para poder defenderme ante la ronda de preguntas.

— Siéntate — me dijo el señor que estaba adentro de la sala con una libreta y una lapicera.

Todo parecía sacado de una película de thriller o terror. Y eso, que nadie había cometido ningún crimen. Bueno, Peter sí, aunque por obligación de sus hermanos, pero en este caso yo iba a hacer lo posible para que a él no le culparan de nada.

Me senté y le miré fijamente.

— Inspector López.

— Encantada, Mariana Espósito — me presenté.

— Bien. ¿Edad? — me preguntó.

¡Qué directo! En vez de preguntarme cómo estaba, o incluso antes de empezar la conversación saludarme o decirme buenos días... Empezaba con la rondita de preguntas típica de los inspectores en las películas. Pero bueno, la iba a contestar toda, sin parecer que estaba nerviosa, que en realidad lo estaba, pero si mostraba mis nervios, todo saldría peor.

— 19, casi 20.

— ¿Nombre de tus padres?

— Majo Riera y Coco Espósito.

— Bien, ¿nombre de tus hermanos?

— Ana y Patricio... Bueno, en casa todos le decimos Pato pero... ¿Por qué me está haciendo todas estas preguntas?

— ¿Y quién sabe si Mariana Espósito no sos vos? Simplemente se trata de una impostora que han puesto los secuestradores para que nadie se dé cuenta de lo mal que lo está pasando esa chica.

— Bueno, entonces siga haciendo todas esas preguntas estúpidas. Pero yo soy Mariana Espósito, le juro que de eso no va a tener duda cuando esta entrevista se haya terminado.

ESCAPARÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora