Three.

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Había repetido tu nombre en mi mente todo el día anterior, podría escucharlo hasta la muerte sin cesar.

Hoy nos vimos de nuevo, nos sentamos frente al mismo lago. Te había contado que adoraba dibujar y pintar, te emocionaste tanto que rogaste que te dejase usar mis pinturas.

Te di un lienzo, pinceles y pinturas que tomaste con emoción. Tocaste los pinceles con la punta de tus dedos admirando estos, era notorio que jamás habías pintado antes. Sabía que era muy probable que destrozases material mientras experimentabas, pero no me importaba. Verte feliz era suficiente pago.

Me sorprendió la delicadeza con la que tomaste los pinceles y pinturas, como si leyeses mi mente. Tenías más cuidado incluso del que yo tenía. Me limité a tomar mi lápiz y un pequeño cuaderno donde te dibujé poniendo especial atención a cada detalle.

-¡Chandler, Chandler, Chandler!-me llamaste emocionada mostrándome el lienzo con mi rostro en este. Para ser la primera vez que pintabas no estaba nada mal. Tenías el rostro y la ropa llenamos de pequeñas manchas de colores.

-Eres buena.-Te dije.-¿En serio nunca lo habías hecho antes?

-Hay muchísimas cosas para las que no tuve tiempo.-No estaba seguro a qué te referías pero preferí no insistir.

-Háblame de ti.-dije mientras daba unos últimos retoques a mi dibujo.

-Mi nombre es ____ y tengo dieciséis años.-dijiste con una sonrisa nostálgica.

-¿Y tú apellido? ¿Dónde vives? ¿El nombre de tus padres? ¿Tus pasatiempos?-pregunté.

-Te dije que Bardstown estaba lleno de secretos.-dijiste golpeando suavemente mi nariz con tu dedo índice para luego quitarme el cuaderno y ver mi dibujo.-¡Chandler!-exclamaste.-Me haces ver tan bonita.

-Eres aún más bonita que este dibujo.-Te dije y tú me sonreíste dulcemente.

Saqué algunas frutas de mi mochila y tú miraste con deseo la manzana roja que sostenía en mi mano. Te la extendí y tú no dudaste en tomarla. La mordiste fuertemente y luego masticaste mientras te retorcías de felicidad.

-Había olvidado lo bien que sabían las manzanas.-dijiste mordiéndola una vez más.

-¿Qué?-pregunté confundido.-¿Hace cuánto que no comes una?

-Hace dos años.-respondiste mientras me mirabas inocentemente.

-¿Quién eres?-pregunté en un impulso, me sonreíste con las mejillas llenas de manzana.

-¿Quién crees que soy?-respondiste.

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Cold hands. (C.R) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora