Thirty.

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~Canción en multimedia~

Habían pasado dos días desde mi muerte, estábamos sentados en un árbol del cementerio viendo cómo bajaban mi féretro al lado de tu tumba. Mi madre tuvo el detalle de mandar a hacer una escultura en mi honor que miraría fijamente al ángel en tu tumba, ésta llegaría en algunas semanas ya que tomaba su tiempo.

-¿El tuyo fue con ataúd abierto?-te pregunté y tú sonreíste.

-Si, lavaron mi vestido rojo y me enterraron con él.-miraste unos segundos cómo tiraban flores sobre mi ataúd.-Lo siento.

-¿Qué?-te pregunté y tú señalaste a mi madre que lloraba contra el pecho de mi padre.-No fue tu culpa.

-Si no me hubieses conocido jamás habrías muerto.-dijiste en voz baja.

-Y tampoco habría sido feliz.

Me sonreíste unos segundos y retiraste con tu mano los cabellos que cubrían mi frente.

-Vámonos de aquí.-dije y tomé tu mano dando un salto de aquella rama para correr a nuestro sitio favorito.

Nos recostamos en el pasto bajo débil sol del frío día, a pesar de estas condiciones, para mí el sol brillaba más y todo era más cálido desde que te tenía junto a mi.

Llevabas un ligero vestido blanco que se ceñía a tu cuerpo cuando el viento soplaba, tus pies descalzos jugaban con los tallos de las florecillas y tú sonreías con algo de tristeza.

-¿Qué pasa, cariño?-me atreví a preguntarte y tus ojos se posaron en los míos.

-Te amo-dijiste y te sonreí mostrando levemente mis dientes.-pero jamás podré darte lo que mereces. No podemos casarnos, no podemos tener hijos o un perro con un nombre como "Fluffy"; no podemos viajar hasta la playa en un descapotable o comer en un balcón comida italiana. Lo siento, Chandler.

Te miré enternecido, no necesitaba hijos o un perro, no necesitaba viajes o comidas caras e inolvidables con vista a las luces de alguna ciudad. Lo único que necesitaba era tenerte a mi lado para siempre.

-¿Quién dice que no podemos casarnos?-soltaste una risilla como si de una bromase tratase y al verme decidido comenzaste a reír con ánimo mostrándome tus dientes.

Era la primera vez que veía esa clase de sonrisa en ti, lucías maravillosa sonriendo así.

-Levántate.-dije poniéndome de pie y tendiéndote la mano para que tú también lo hicieses.

Tomaste mi mano levantándote, caminamos pocos metros desde la sombra de nuestro árbol hasta la orilla del tranquilo lago.

Te agachaste para tomar unas pequeñas flores blancas del suelo y ponerlas en la parte superior de mi oreja, reí y quité las flores para ponerlas en el pequeño bolsillo del pecho en mi camisa a manera de adorno.

Me di media vuelta y busqué con la mirada hasta encontrar algo digno de ti, corrí hasta un rosal cuyas rosas blancas resplandecían pero había una rosa roja oculta entre ramas y espinas. Saqué la flor roja y arranqué las espinas de su tallo, me agaché y tomé dos margaritas de tallo verde y de suficiente longitud.

Me acerqué nuevamente a ti y con mi mano retiré el cabello de un lado de tu cabeza tras tu oreja para darle paso a la rosa roja y ponerla sobre ésta. Busqué en mis recuerdos cómo hacía anillos con el tallo de las flores e hice mi mejor esfuerzo.

Te entregué uno de los anillos con una margarita y me quede con el otro.

-No sé cómo se hace esto.-confesé y tú reíste.-Así que sólo te diré lo que pienso.

La rosa que te adornaba era hermosa pero a pesar de intentar no llegaba a ser tan bella como tú. Tus ojos penetraban mi alma y me hacían sentir escalofríos.

-Desde el momento en que te ví pensé que tenías que ser una ilusión.-reí.- Me gustaba cómo presionabas los libros contra tu pecho y cómo saltabas en los charcos descalza.-miré tus pies.

-Eres demasiado tierno.-dijiste con los ojos cristalizados.

-Me gusta tu aroma y me gusta tu forma de hablar.-te sonreí.- Me gustan tus lunares y pecas; tus ojos, tu cabello y tus labios. Me gustan tus besos y tus caricias.-tomé tus manos y acaricié el dorso de estas con mis pulgares.-Me gusta que cuando estoy contigo nada más importa. Quiero casarme contigo porque te amo.

Besé tu mano derecha y puse el pequeño anillo en tu frío y delgado dedo anular.

-Te amo, chica margaritas.

Tomaste aire y limpiaste las rebeldes lágrimas que habían abierto paso hasta tus mejillas.

-Eres el chico más maravilloso de él mundo.-comenzaste.- Cuando te vi mirarme sentí que el corazón se me encogía pero pensé que era imposible que estuviese pasando.

Sonreíste mirando el anillo en tu dedo para luego posar tu mirada en la mía.

-No sabía si alegrarme o entristecerme por el hecho de que me querías pero lo único cierto es que yo también lo hacía, lo hago.-acaricié tu mejilla.- Me gusta que me beses y luego te relamas los labios para "volver a probar el durazno", me gusta cuando me abrazas, me gusta tu aroma y tu forma de ser; me gusta estar contigo. Me gustas tu. Quiero casarme contigo porque solo a tu lado me siento realmente viva.

Tomaste mi mano derecha y pusiste el anillo en mi dedo anular, podría jurar que nuestro momento le dio fuerza al sol que comenzó a resplandecer causando destellos en el agua del lago.

-Te amo, chico margaritas.

Reí ante mi apodo y justo iba a decir algo cuando tú robaste mi frase.

-Juraría amarte para siempre, pero ya lo hago.-dijiste con una tímida sonrisa.

-Yo también lo hago, cariño. ¿Sabes qué hago también?-pregunté y tú negaste confundida.- Besar a la novia.

Tomé tu cintura y sentí tus manos posicionarse en mi cuello jugando con mis cabellos. Pegué mi frente a la tuya y rocé nuestras narices unas cuantas veces antes de acortar la distancia entre nosotros juntando tus labios con los míos. No importaba cuántas veces nos besásemos, jamás me cansaría de tu sabor a durazno.

Tomé la parte posterior de tus rodillas alzándote mientras tu te aferrabas más a mi cuello con tus manos y tus labios se negaban a abandonar los míos. Sentí el agua del lago rozar mis pies levemente.

Cuando era pequeño, "para siempre" sonaba tedioso y aburrido. Estar con alguien para siempre me aterraba, me aterraba caer en lo rutinario y permanecer así hasta la muerte.

Tú y yo estaríamos juntos para siempre y ahora para siempre me parecía muy poco tiempo.

Eres lo mejor, cariño. Nunca lo olvides.

Te ama, tu chico margaritas.

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Primer final completado. ❤️

¡¡MIL LECTURAS!! ❤️

Mañana en la tarde tienen las dos partes del final alternativo y el anuncio de la nueva novela, será algo más alegre y probablemente narrada por ambas partes.

Cold hands. (C.R) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora