Ten.

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Hoy la tristeza inundaba mi ser, tú eras todo lo que tenía, lo que me daba alegría. Ya eran las ocho y el sol se había despedido tristemente de mi al ver que no había rastro de ti.

Por favor no te vayas, se que no soy perfecto pero estoy intentando por ti. Comencé a depender de mirarte para ser feliz a pesar de que siempre me había repetido que no dependería de nadie nunca.

Me recosté sobre mi cama, tu olor aún era perceptible en la habitación. Mis padres seguían en Atlanta y tú ya no te habías dignado a aparecer para hacerme feliz.

No entendía cómo sabías que estaba enamorado de ti y por qué sabiendo que dependía de ti, me dejaste.

Limpié con rabia las pequeñas lágrimas se escapaban de mis ojos, tu imagen retumbaba en mi mente.

Dormí desde las ocho, desperté sin razón alguna a la una de la madrugada. Intenté volver a dormir pero no funcionó, pronto gritos fuertes y desgarradores se hicieron notar en la calle. Me acerqué rápidamente a la ventana y te pude ver, corrías aterrada mientras gritabas desesperadamente.

Corriste hasta mi puerta golpeando esta mientras gritabas mi nombre. Corrí a abrirte con miedo de que algo te hubiese pasado. Una vez abrí la puerta te abalanzaste sobre mi.

-Chandler, Chandler.-dijiste aferrándote a mi cuello, tus ojos están inundados por lágrimas y terror. Temblabas como un niño pequeño.

-¡¿Qué pasa?!-pregunté cerrando la puerta, soltaste un fuerte grito mientras cubrías tus oídos.

-¡Duele!-gritaste con fuerza.-¡Me esta lastimando!-Te abracé fuertemente mientras sentía mi hombro humedecerse con tus lágrimas.-¡Dile que pare!

Te cargué hasta mi habitación para buscar sangre en tu cuerpo o alguna explicación a tu dolor ya que tú sólo susurrabas entre berridos "9 de noviembre".

¿Habías tenido una pesadilla?

Duraste mucho tiempo llorando, te aferraste a mi por horas negándote a soltarme, no entendía que era lo que te hacía tanto daño. Estaba seguro de presenciar el infierno en tu dolor, era desgarrador verte en ese estado.

Fue exactamente a las 3:42 de la madrugada cuando dejaste de llorar, permaneciste acostada sobre mi cama con la vista perdida.

Me rogaste dormir contigo, dijiste que tenías mucho miedo a que te volviese a hacerte daño, ¿Quién te había hecho tanto daño?

No entendía quién sería capaz de lastimar a esa perfecta chica de dieciséis; eras la inocencia de un niño y la belleza del paraíso en todo su esplendor, ¿Quién se atrevería?

Sentí tu mano tocar mi mejilla y recorrer mi rostro e inmediatamente caí exhausto. Sólo recuerdo amanecer y no encontrarte a mi lado.

¿A dónde fuiste, cariño?

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Maratón 6/?
¿No recuerdan dónde más aparecía esa fecha?

Cold hands. (C.R) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora