Twenty one.

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Llegamos al lago, no habías parado de llorar y yo realmente no sabía ni cómo reaccionar. El miedo me consumía, te necesitaba, te necesito.

Al cabo de pocos minutos de mirar el triste cielo, la desesperación rasgó mi cuerpo saliendo dispuesta a destruir, a destruirme. 

Di un fuerte puñetazo a un árbol a mi lado, pronto mis nudillos comenzaron a sangrar y doler. Escuché tu débil voz llamándome.

-Chandler, para.-tomaste mi ensangrentada mano entre las tuyas.

-¿Quién eres?-pregunté desesperado.

-Chandler, yo...-interrumpí tu excusa haciendo la pregunta de nuevo.-¡No lo sé!-gritaste.-Hace años que no tengo una vida, hace años que todo es dolor. No sé quién soy.

Te miré con tristeza, pensabas que estaba molesto pero simplemente no podía, estaba adolorido y aterrado más jamás podría molestarme contigo.

Tomaste algunas flores amarillas y comenzaste a hacer caras cómicas tras estas.

-Sonríe, Chandler.-dijiste tratando de dejar todo atrás pero yo era incapaz.

-No entiendo cómo mi imaginación creo algo tan perfecto.-dije tomando tus mejillas, dejaste caer las flores al pasto.-¿Por qué?

-Chandler, tu imaginación no me creó.-me sonreíste con los ojos llorosos.

-No eres real.-dije cerré mis ojos con fuerza esperando que al abrirlos ya nadie estuviese a mi lado y no recordar nada. Dejar de sufrir.

Abrí mis ojos con algo de miedo viéndote aún frente a mi, tus lágrimas caían una a una por tus mejillas.

-¿Qué es real para ti, Chandler?

-No lo sé, pero quiero que tú lo seas.

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¿Teorías?
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Cold hands. (C.R) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora