Twenty four.

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The girl with cold hands

-Hola, mamá.-saludé a la alegre mujer que regaba las plantas con un beso en la mejilla.

-Hola, cariño.-respondió.-¿Encontraste un vestido?

Asentí y dejé mis compras dentro de casa, até mi cabello y salí para ayudar a mi madre en el jardín.

-¿Te prepararás en casa de Becca?

-Si, mañana pasará por mi a las siete.

-Ya lo sabes-habló mi madre ante de que la interrumpiese.

-En casa antes de las doce.-sonreí.

Una vez terminamos de regar, nos sentamos en la banca del porche columpiándonos mientras nos abrazábamos. Hoy era viernes, uno de los pocos días en los que podía ver a mamá toda la tarde.

Entramos a casa cuando el clima enfrió y el viento azotaba con fuerza. Mamá puso algo de música en el tocadiscos mientras yo leía cubierta por una manta en el sillón; mi madre bailaba fingiendo tener una pareja, podía sonar gracioso pero en realidad era deprimente. Mamá no era amada de esa manera y la única persona que había amado se alejó, verla aferrada a una figura inexistente mientras movía sus pies rítmicamente con los ojos cerrados era el peor espectáculo.

Mi madre comenzó a soltar unas cuantas lágrimas que corrían cuesta abajo por su triste rostro.

-Mamá,-la llamé.-las chicas grandes no lloran.

-Claro que lo hacen.-dijo parando su baile.-Mírame.

Decidí no decir más, después de todo mamá tenía razón, sólo que yo era débil y aceptarlo era desgarrador.

Dormimos en el suelo de la sala, era incómodo pero el calor que mi madre desprendía era más que suficiente para arrullarme.

Mamá y yo éramos realmente flojas, dormíamos temprano y despertábamos entrada la tarde en los fines de semana. No desperté porque había dormido lo suficiente, llevaba unas 10 horas dormida y felizmente podría seguir pero una rasposa lengua recorrió mi nariz.

-¡Bubbles, no!-exclamé limpiando mi nariz con mi manga entre risas.

El pequeño perro blanco fue a molestar a mi madre que aún dormía, su suerte fue peor que la mía ya que Bubbles lamía sus labios.

-¡Bien, Bubbles!-dije y antes de que mi madre tuviese oportunidad de pararse me le tiré encima mientras el perro mordía sus cabellos.

-¡Quítate de encima, ____!-rogó mi madre.-¡Pesas mucho!

Esos eran los mejores días que podía tener, la mayoría de los chicos describen un día perfecto como "mis padres y yo" o "mis amigos y yo", mi día perfecto se resumía en "mi madre, Bubbles y yo".

Salimos al parque y nos sentamos sobre una banca mientras Bubbles perseguía a las palomas que mamá alimentaba.

Había un monótono sol que a penas iluminaba a través de los frondosos árboles, por alguna razón, era un día triste.

-¿No te parece deprimente el día?-pregunté y mi madre me golpeó levemente la cabeza.

-No.-la miré.-Estás viva y a mi lado, a mi me parece un día maravilloso.

Mamá, lamento haber arruinado el resto de tus días.

Volvimos a casa y tomé una rápida ducha, Becca llegaría pronto. Salí y me vestí con lo primero que hallé, tomé mi vestido, mis tacones y aretes y bajé las escaleras cuando mi madre gritó que habían llegado por mi.

Cold hands. (C.R) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora