Twenty two.

86 16 6
                                    

Tomaste mi mano con fuerza entrelazando tus fríos dedos con los míos.

-Vamos, Chandler.-dijiste comenzando a caminar.

El cielo era gris como mi alma en ese momento y las calles estaban vacías. Parecía que el mundo entero estaba de luto.

Caminamos por algunos minutos hasta que te detuviste mirando con tristeza una casa parecida a la mía, pero ya ni siquiera era blanca, había tomado un tono grisáceo con manchas amarillas y moho. Los escalones del porche estaban gastados y las cortinas cerradas. Era una casa increíblemente descuidada pero aún conservaba un bellísimo jardín.

-Solía ser más bonita.-dijiste.- Era de un color blanco brillante y tenía una banca que se columpiaba.

-¿Es tú casa?-pregunté.

-Que listo eres, Chandler.-dijiste con una sonrisa.- Papá jamás ayudó a mamá con la casa, ella trabajaba mucho para tenerla bella por mí. Sabía que yo adoraba las flores por lo que siempre mantuvo el jardín hermoso.

-Debe amarte mucho.-dije

-Si, esa es su condena.-dijiste en un susurro.-¿Seguimos?

Seguimos caminando tomados de la mano, no sabía a dónde íbamos pero tú mano encajaba tan bien con la mía que no me importaba caminar así contigo por el resto de mi vida. No me importaba si no eras real, sólo necesitaba que te quedases a mi lado.

Luego de unos minutos pude percibir un fuerte olor a flores y un ambiente lúgubre y deprimente, levanté mi mirada encontrándome con una reja negra abierta de par en par dándome una fría bienvenida a aquel lugar con las palabras "Bardstown Cemetery" en un oxidado metal sobre ella.

No quería entrar, no podía hacerlo. No me gustaba hacia dónde se estaba dirigiendo este asunto.

Seguiste jalando mi mano, tu ya habías cruzado la reja pero yo me quedé inmóvil sin cruzar. Tenía miedo y más ahora que estábamos aferrados pero de distintos extremos.

-No.-logré articular.-No quiero, tengo miedo.-confesé por primera vez.

-Estoy a tu lado, confía en mi.-dijiste jalando una vez más de mi mano. Cedí ante ti como siempre lo había hecho.

La luz reinaba en tu rostro en medio de toda esa aura sombría y triste. Te detuviste mirando de lejos una tumba.

-Me gusta mirar esa tumba cuando vengo.-dijiste al notar que yo también la veía.-Es preciosa, ¿no?

Nunca diría que una tumba era "preciosa" pero si que era cierto que era distinta a las demás. Era un trabajo de calidad y a simple vista lucía caro, era una tumba grande con un ángel de pelo revoltoso llorando sobre esta.

Nos acercamos a aquella tumba y sentí mi mundo volcarse al ver tu nombre escrito a secas sobre aquella placa y dos fechas con un lapso de sólo dieciséis años entre ellas. Sentí náuseas al ver que la segunda fecha era del 9 de noviembre de hacía dos años.

-Fue lo único que mi padre hizo por mi, salió de mi vida y cuando le avisaron sobre mi muerte pretendió sufrir.-dijiste.-Nunca nos dio nada para ayudarnos con los gastos a pesar de que el dinero le sobraba. Así que hizo esta tumba con algunos miles de dólares, pensó que eso compensaría el abandono.

-No me hagas esto.-dije con un hilo de voz.

-Te amo, Chandler.-dijiste sin soltar mi mano aun cuando me desplomé en el suelo. Te sentaste a mi lado.

-¿Eres un jodido fantasma?-pregunté sintiéndome como un idiota.

-¡Oh, Dios! Claro que no.-dijiste y yo desesperé.

-Estás muerta y me hablas, no sé qué más puedes ser.

-Fantasma suena algo cliché, me gusta más espíritu o chica demente del más allá.-reíste levemente.-Además, no estoy muerta.-Te miré irónicamente.

-Ajá.

-Estuve muerta en algún momento, ahora estoy bastante viva.

-Joder.-dije tratando de no llorar.-No sé por qué ni siquiera me sorprende tanto.-pensé que se debía probablemente a que eras demasiado perfecta para ser real.

-Te acostumbré a las sorpresas, lo siento.-dijiste acariciando mi espalda.-Me sorprendió que pudieses verme y sinceramente me enamoré de ti.

-¿Por qué no estás en el paraíso, el cielo o en lo que sea?-pregunté.-¿Existen?

-No lo sé.-soltaste.-Me até a éste mundo por mi madre, aunque es cierto que nunca he visto a otros como yo. Supongo que ellos no desperdiciaron su entrada.

-Lo peor es que no estoy molesto.-me miraste con asombro.-Sabías que te amaba y aún así no dijiste nada y no estoy molesto.

-Iba a sonar bastante tonto.-te miré.-Hola, guapo. Soy una chica demente del más allá, ¿Vamos por un café?

Me reí con tristeza, sabías perfectamente cómo mitigar mi dolor.

-Además me gustaste desde el primer momento en que me viste por la ventana.-dijiste y desvíe la mirada.- Nadie jamás me había visto de esa forma tan linda. Sacudiste tu mano para saludarme como un pequeño niño.

-Que vergüenza.-dije.

-A mi me encantaba.-sonreíste.- Era adorable cómo tratabas de esconderte para mirarme sin parecer un acosador. Cómo no enamorarme de ti.

Hablamos un rato más delante de tu tumba, por loco que se escuche. Me dijiste que no querías que mirase los periódicos que te cubrían aquel día porque relataban tu muerte y me contaste por qué habías muerto.

Cariño, no sabía si actuar como un "hombre" y decirte con voz ronca "ya pasará" o abrazarte y llorar como nunca lo había hecho.

La segunda opción era la menos "varonil" pero eso no me impidió elegirla.

🏚🏚🏚🏚🏚🏚🏚🏚🏚🏚🏚🏚🏚🏚🏚
¿Quieren un capítulo narrado por ella?

Cold hands. (C.R) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora