Twenty five.

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Ahí estaba yo, un espíritu de una joven de 16 años, sentada sobre la mesa del juez en medio de ese juicio mientras gritaba y maldecía contra aquel hombre.

Habían pasado 4 días desde mi asesinato, evidentemente estaba triste y muy, muy molesta; y lógicamente no me acostumbraba aún. 

-¿Algo que quiera decir?-preguntó el juez luego de explicar los hechos.

-Soy inocente.-dijo el hombre y yo inmediatamente exploté por dentro.

-¡¿Inocente, hijo de perra?!-grité con fuerza. El hombre dirigió mi mirada hacia mí.

Sabía que el podía verme y sabía que era la única de sus 4 víctimas que permanecía en éste mundo y se aprovecharía para joderle la vida a ese depravado. Ni yo misma me reconocía, el odio me consumía. Aquel hombre me había arrebatado de los brazos de mi madre y de mi vida y yo me encargaría de hacerlo agonizar por venganza.

-Se le encontró corriendo con sangre en sus prendas y el arma homicida.-recapituló el juez.- Además, dentro de su casa encontramos tres frascos con trozos de piel  dentro y mechones atados a la tapa.

-Son coincidencias.-trató de excusarse.

Luego de 40 minutos se logró más que la confesión de mi asesinato.

Hubieron 3 chicas antes de mí, cuyos trozos de piel y mechones eran resguardados en el sótano del psicópata, el hombre había estado mudándose de estados 3 veces justo cuando las chicas desaparecían.

Sólo se sabía la identidad de las chicas debido al ADN en los mechones y trozos de piel, sin embrago sólo se conocía el paradero y razón de muerte de 2 de las 4 chicas entre las cuales estaba yo.

La primera fue Mizuki Hayashi, una chica asiática de Oregón con 19 años que despertó el deseo asesino del hombre. Secuestró a Mizuki cuando ésta salía de su trabajo, nunca se supo nada de Mizuki hasta el día de mi juicio. Su cuerpo fue lanzado a un lago, la tierna chica murió ahogada.

La segunda fue Camila Salazar, una latina de 18 con un cuerpo maravilloso que vivía en California, elegida por su olor a naranja y miel. Su cuerpo si se encontró al igual que su causa de muerte, un cuchillo en el pecho.

La tercera fue Anjali Kumar, una chica de la India que viajó a Iowa a los 27 con su esposo. Su cuerpo no se halló ya que había sido quemado. El hombre no quiso hablar de la causa de muerte.

Luego estaba yo, una chica de 16 años que fue elegida por sus ojos y cabellos oscuros junto con sus pecas. La sangre abandonó mi cuerpo por el agujero de bala.

Él elegía chicas "distintas", se le dio una condena de 50 años en prisión pero eso no era suficiente para mí.

Pasé varios meses visitándolo en prisión hasta que tuvieron que transferirlo a un hospital psiquiátrico por esquizofrenia, sabía que estaba mal pero tenía la necesidad de hacerlo pagar.

Incluso dentro del hospital seguía persiguiéndolo, ya no le gritaba como en prisión, sólo me sentaba a mirarlo y el miedo se adueñaba de él en pocos segundos.

Cuando pasó un año de mi muerte fui a visitar a algunas personas que no me había atrevido a ver.

Pasé primero a ver a Bee, la dulce chica rubia lloraba frente a la foto de ambas que tenía en su escritorio mientras su novio la abrazaba.

Caminé hasta aquella casa azul pastel donde vivía James que hacía pocos meses cumplió los dieciocho. Luego de 3 años aún seguía con Aarón, él también era un buen amigo a pesar de que era de último año y no hablábamos tanto. Aarón también tenía pecas y acurrucaba a James tratando de tranquilizarle.

Cold hands. (C.R) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora