Desperté y me revolví en mis sábanas, el gélido viento entraba por mi ventana con el olor a pasto mojado impregnado. El monótono sol a penas iluminaba las calles.
Me vestí rápidamente y salí de casa, las pequeñas hierbas dejaban caer traviesas gotas de agua que la lluvia había dejado.
Caminé y caminé con rumbo pero a la vez sin él, saber todo aquello me había devastado a pesar de no ser una sorpresa.
Siempre y nunca supe que no eras real.
Mientras más me acercaba a aquella casa, más fuerte era el sentimiento de tristeza y el olor a flores.
Miré nervioso antes de entrar, observé por unos segundos las flores en la entrada para luego armarme de valor. Pisé el primer escalón del porche, este crujió con tanta fuerza que pensé que se rompería, lo mismo ocurrió con el resto.
Acerqué mi dedo índice al timbre con lentitud, presioné causando un zumbido débil y pronto los ladridos de un perro. Miré las grietas en la puerta hasta que ésta se abrió.
-¿Puedo ayudarte en algo?-preguntó una débil voz femenina.
La mujer tenía alrededor de cincuenta años por la piel de su cuello y manos, no joven pero tampoco desgastada; sin embargo su demacrado rostro podría decir a gritos 60 años. Poseía unas fuertes ojeras bajo sus tristes ojos azules, tenía los labios resecos y la piel pálida. Era la segunda persona de cabello oscuro en ese lugar, la primera eras tú.
Llevaba jeans azules descuidados, una camisa blanca, pantuflas y un suéter largo color café. Sostenía un cigarrillo entre sus dedos. Bajé mi mirada ante los ladridos, era un pequeño perro viejo que se sentía un can de temer.
-¿Puedo hablar con usted?-pregunté y la mujer me miró extrañada.
-Nadie nunca viene a hablar conmigo.-dijo ella.- ¿Tu pelota se ha ido al patio trasero?-dijo girando los ojos.-Ten compra otra.-dijo extendiéndome un billete.
-No.-dije.-Es importante.
La mujer se hizo a un lado dejándome pasar y luego guiándome a su sala. Un álbum fotográfico yacía en la mesa de café.
-¡Bubbles!-regañó la mujer al perro que aún ladraba, éste se detuvo.-Siéntate.-me senté en el sillón frente a ella.-Lo siento.-la escuché y apagó su cigarrillo, agradecí internamente. Odiaba el olor a tabaco.
-Me mudé a Bardstown hace unos meses.-dije mientras ella me miraba.- Cuándo llegué, había una linda chica que vi desde mi ventana. Era preciosa.-la mujer me miró con más atención.
-¿Cómo era?-preguntó.
-Delgada, pálida,-tomé aire.-tiene unos preciosos rizos oscuros, ojos cafés y pecas.
-¿Cuál es su nombre?-dijo con una rota voz.
-____.-respondí.-Usted es Lily. A ella le gustaba que usted pusiera música en el tocadiscos, le dio un dibujo a su padre antes de partir y sus mejores amigos eran Becca y James.-La mujer rió fuertemente.-No estoy loco, señora.-dije a punto de llorar.
-Joder.-dijo pasando su mano por su cabello.-No creo que estés loco, niño.
La mujer palmeó el lugar a su lado, me senté y ella tomó el álbum de la mesa abriéndolo frente a mi.
Cariño, siempre has sido hermosa.
Ese álbum era un paraíso, estabas de bebé comiendo yogurt con las manos, a los seis con lentes de sol sobre un auto negro para chicos, no parecía importarte; a los doce abrazabas al pequeño cachorro que ahora envejecía. Habían un montón de fotos, entristecí al verte en blanco y negro en la última fotografía. Esa fue tu última fiesta, cariño.
-A veces yo también la veo.-dijo la mujer.- A veces la veo sentada sobre su cama leyendo ese libro que tanto le gustaba, bailando cuando pongo música o jugando con Bubbles.
-Es maravillosa.-dije.
-Lo es.-rió con nostalgia.-Desde pequeña le enseñé a acomodar los libros por orden alfabético cuando acabara de leerlos,-hizo una pausa.-nunca aprendió.
Reí levemente, eras realmente tierna, me era imposible no enamorarme más cada día.
-Incluso ahora deja Romeo y Julieta en la A.-dijo.-Es muy notorio cuando está aquí, a veces deja los libros sobre la cama.
Tu madre me llevó por toda la casa para terminar en el segundo piso frente a una puerta blanca con un letrero de madera colgado de la puerta con tu nombre y unas margaritas decorándolo. Abrí la puerta encontrándome con una cama de sábanas blancas y un mapa lleno de tachuelas en la pared sobre esta.
-Quería viajar a todos esos lugares.-dijo.-Tuvo ese mapa desde los ocho.
Miré los pequeños perfumes en tu tocador y me imaginé cómo olería la fragancia impregnada en tu piel. Miré tu armario unos segundos.
-Ábrelo, no hay problema.-dijo la mujer.
Abrí las puertas blancas de par en par viendo tus prendas vintage y entre estas una conocida. Saqué la sudadera gris de ahí.
-Nunca la vi con esa, tal vez era de James.-dijo.
-Es mía.-dije.-Se la presté un día.
-Oh, puedes llevártela si quieres.-negué y la dejé.
-Le gustó desde que la vio, puede conservarla.-estuve a punto de cerrar las puertas cuando tu cálido aroma azotó mi nariz. Divisé inmediatamente un suéter grande de color gris, lo saqué del armario y pegué con delicadeza mi nariz a éste permitiendo a mis fosas nasales inundarse con tu presencia.
-Era su favorito.-comentó.-Puedes llevártelo, a ella le gustaría que tú lo tuvieses.
No me negué ante la propuesta ni siquiera por educación, no me importaba lucir como un desesperado. Asentí y abracé a aquella mujer con fuerza.
-Amo a su hija.-dije.
-Estoy segura de que ella te ama también.
Salí de tu hogar despidiéndome de tu madre y del pequeño y viejo perro.
Me gustaría vivir en esa casa sólo para sentir tu presencia todo el tiempo, aunque ya estabas todo el tiempo en mi mente.
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Holaa ❤️
¿Tienen alguna idea de cómo será el final?
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Cold hands. (C.R)
FanfictionAhí estaba yo, mirando con tristeza las calles por la ventana hasta que apareciste tú, llevabas un short de mezclilla, una camisa blanca y unos viejos tenis sucios. Sostenías dos libros contra tu pecho, protegiéndolos como si de tu vida se tratase...