14.

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-Ernesto.

-Hola Camila. ¿Cómo estás?

-Bien gracias. ¿Y tú?

-Tuve un día bastante pesado. Tener que convivir con Héctor sin decirnos una sola palabra es sumamente difícil y agotador. Pero sobre todo triste.

-Me imagino, Imelda se siente igual.

-¿Me sirves algo por favor?

La palomita tomo un tequila, sirvió un vaso y lo puso frente a Ernesto.

-No se en que momento terminamos tan mal. Todo iba estupendo, lo hice todo por el y su felicidad. Pero resulta que me equivoqué.

-Tienes que aceptar que no fue la mejor idea, ¿Meterte con Imelda solo para que saliera con él?

-Lo sé perfectamente, sólo que en ese momento yo había tomado de más y quería que Héctor fuera féliz. Si no aceptaba, él jamás se habría lanzado.

-Se que tus intenciones fueron buenas. Pero piénsalo, si todo hubiera sido al revés ¿Tú lo habrías perdonado? ¿Podrías perdonar la traición de tu mejor amigo?

-Tienes razón, jamas lo habría perdonado y por eso estoy muy molesto y decepcionado conmigo mismo. Y también por ti. Hace poco te confesé mis sentimientos y después de esto dudo qué pienses algo bueno de mí.

Definitivamente se reservaría sus comentarios. Pero él la miró a los ojos y entonces tomó una de sus manos apretándola con fuerza.

-Camila, así como me sincere con Héctor ahora también lo hago contigo. No soy una mala persona, solo quise echarle una mano a mi hermano, me equivoqué. Pero se que no me equivoque al fijarme en ti, eso es lo mejor que he hecho hasta ahora y espero que tu puedas entender mi error, perdonarlo y algun día llegues a quererme o quizá más...

Todo aquel discurso poético se vio interrumpido por la llegada de otro muchacho que los miraba atentamente desde la entrada del lugar. Inmediatamente Camila alejó su mano de las de Ernesto.

-¿Estoy interrumpiendo algo? -Dijo acercándose a la barra.

-Hector, tenemos que hablar hermano.

-Tu y yo no tenemos nada de que hablar. Sólo vine a recoger a Camila.

-En todo caso yo puedo llevarla a casa.

Camila pudo notar como la tensión estaba invadiendo el ambiente. Era casi palpable y tan visible como no había presenciado jamás.

-No te preocupes Ernesto. Quedé con Héctor desde medio día y no me gustaría hacerle una grosería cuándo ya ha venido hasta acá.

-No quieras tenerlas a todas al mismo tiempo.

-Créeme cuando te digo que esa no es mi intención.

-A estás alturas ya no se qué creer. No te me acerques más ¿quieres? Y no vuelvas a llamarme hermano, tú ya no eres el mío.

Ernesto no podía ni mirar a los ojos a su amigo, de verdad la regó y lo hizo hasta el límite. Héctor y Camila salieron del lugar, él hervía en coraje y ella solo miraba con preocupación a su enamorado. Ya alejados un poco más del bar y sin importarle nada, Héctor tomo de la mano a Camila y aceleró el paso hasta llegar al hogar de la chica. Ambos entraron a la casa. Ella camino hasta el sillón, dejando su abrigo sin mirar atrás, no quería ni verlo a la cara, sabía que estaría algo molesto por la situación en la que los había encontrado. Tomo mechones de su cabellos acomodandolos y jugueteando con ellos para deshacerse de sus ansias.

-Camila. -Preguntó finalmente el. ¿Qué fue lo que te dijo?

-Pues... Se desahogo y me contó cómo se sentía respecto a lo que paso.

-No me refiero a eso. ¿Por qué te tomo la mano y te miraba así? -Preguntó con gran calma.

-Ya sabes, ayer me confesó que yo le gustaba y tenia vergüenza de lo que podría llegar a pensar de él. Dijo que no eran las cosas como parecía y esperaba que un día yo pudiera comprenderlo.

Héctor sorprendido ante la respuesta inhaló profundamente y soltó todo de golpe.

-De acuerdo, en ese asunto no pienso meterme. Pero si vas a aceptar lo que dice Ernesto entonces no tengo nada que hacer aquí.

Estaba por dar vuelta y marcharse, pero la voz de Camila lo detuvo.

-Héctor. Nunca dije que iba a aceptarlo. Sólo creo que deberías hablar con él y con Imelda y dejar que te expliquen lo que sucedió.

-No lo vas a aceptar pero ahora estás de su lado.

-No estoy del lado de nadie porque no es de mi incumbencia este asunto. Pero en mi opinión, evitarlos no soluciona nada. Por la amistad y el amor que les tienes o les tuviste, creo que deberías escucharlos.

Ella se acercó a tomar las manos de Héctor y él no se opuso, sabía que de algún modo tenía razón, tenía que dejar de huir y enfrentarlos. Resignado dio un largo suspiro.

-De acuerdo Cami. Hablaré con ellos pero necesito algo de tiempo. Realmente debo terminar de asimilar lo que hicieron. -Bajo la mirada, una lágrima traicionera se asomó por sus ojos.

Camila estaba conmovida y confundida. Estaba ahí para apoyarlo y quería hacerlo, abrazarlo a más no poder. Pero la situación actual, ¿Consolarlo por el desamor y deslealtad de otra mujer? Aunque no puede oponerse a los sentimientos que Héctor aún alberga en el, para empezar eso fue lo que lo trajo hasta su casa. No le quedó de otra más que aceptar como estaba sucediendo todo, de momento.

-Héctor. -Tomo su cara, lo abrazo acomodando su cabeza sobre ella lo consolaba brindándole caricias en el cabello y palabras de aliento.

Él se acomodó aún mejor, se abrazó a ella colocando la cabeza en su regazo. De pronto sintió tanta paz al estar así. Una paz increíble que hace tiempo no sentía. Levanto la vista para encontrarse con el rostro angelical de Camila, era una belleza en toda la extensión de la palabra, por dentro y por fuera. Si tan sólo tiempo atrás lo hubiera notado. acercó su cara poco a poco, sentía su aroma más penetrante, su aliento más cerca, la estaba tentando a acercarse y ella estaba cediendo. A los pocos segundos terminaron por alejarse, principalmente ella, quien no quería que las cosas se dieran en esa situación y mucho menos despues del estado actual en el que se encuentran.

La Palomita de Santa Cecilia [Fanfic Coco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora