17.

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Al filo de las 7 de la mañana el joven Rivera despierta dentro de la camioneta, rodeado de botellas de cerveza vacías y sin tener idea de que sucedió. Al levantarse del asiento donde incómodamente durmió, su primer impulso es tomar su frente ya que le punza a mares y la soba un poco para relajarse, le cuesta trabajo recordar, hasta que pronto cae en la cuenta al ver una vez más las botellas.
Se puso borracho. ¿Por qué? El coraje de ver a Camila saliendo y desayunando con Carlos por alguna extraña razón lo hicieron perder los estribos. Y no solo eso, esos dos estuvieron algo cariñosos y esa fue la gota que derramó el vaso, ella ya no tenía pretextos para negar lo que pasaba ahi. Aún así el no tiene derecho a meterse en su vida, ni en cualquier relación que ella inicie, no son más que amigos y quizá puede darle un consejo si es necesario, más no juzgar sus acciones. De verdad está arrepentido pese a su descubrimiento. Ya recuerda que estacionó la camioneta al otro lado de la calle. Se apresura y va directamente a llamar a la puerta pero no hay respuesta. Después de tres intentos más se da por vencido. Camila ya no está ahí.

Regresa a la camioneta triste y afligido, no puede dejar de pensar en lo mal que debe sentirse la pobre muchacha después de como la trato. ¿De verdad la comparó con Imelda? ¿Cómo por que demonios hizo eso? Ahora se siente peor que basura, es el peor amigo de la historia y no hay forma de remediarlo. Repentinamente un nuevo recuerdo cruza por su cabeza. Dejo a su jefe plantado, ¡Demonios! Debe estar hecho furia total pues Héctor nunca se apareció por el trabajo, inmediatamente corre en busca de un teléfono para marcarle e indicarle que el y su camioneta se encuentran bien.

-Lo sé, Don Luis, se que estuvo mal irme así sin avisar pero...

-No hay excusa que valga muchacho. Pensé que algo te había sucedido cuando fui a preguntar por ti y nadie me daba razones.

-Discúlpeme por preocuparlo.

-De acuerdo Héctor, con todo el dolor de mi corazón entenderás que tendré que descontarte el día.

-Lo entiendo perfectamente.

-Bueno, ahora que se que te encuentras bien, te espero en un rato en el taller.

-De hecho señor, no podré llegar en un rato, cuando menos me haré cuatro horas de camino.

-¡Cuatro horas! ¿Pues a donde te fuiste a meter muchacho?

-Es una larga historia pero, me encuentro en el pueblo de San Juan.

-¡Estupendo! Tengo una idea que podrá beneficiarnos a ambos. Vas a buscar el bar "La Herradura" y vas a hablar con el dueño, dile que vas de parte de Luis Carvajal y entonces el te dará instrucciones. Después de hablar con el llámame de vuelta.

Y así cumplió Héctor lo que había concretado con su jefe, por suerte el bar estaba solo a veinte minutos de su ubicación. El pelinegro cruzó el portal de madera adentrándose en aquel barcillo, apenas unas cuantas personas se encontraban disfrutando de alguna bebida, era lógico que a tempranas horas la gran mayoría del pueblo se encontraba en horas labores. Se dirige a la barra principal, por la descripción que Don Luis le dio parece ser que el hombre frente a el es el dueño de lugar.

-Buenos días.

-Buenos días muchacho. ¿Qué te sirvo?

-Nada, gracias. -Respondió amablemente.

-Si no vas a beber entonces no tienes nada que hacer aquí. -Contestó seco y cortante aquel hombre bajito y robusto. Ni si quiera se molestó en mirarlo.

-De hecho estoy aquí por un encargo. Vengo de parte de Don Luis Carvajal de Santa Cecilia.

-¡Ah! Mi querido amigo Luis. ¿Como ha estado ese viejo sinvergüenza?

-Él está muy bien gracias por preguntar.

-Excelente. Te envío justo a tiempo, la feria de San Juan se aproxima y necesito varios encargos.

-Claro, usted me dirá.

-Para empezar necesito arreglar este borde de mi barra, está por romperse. También voy a necesitar que reparen cinco bancos y me construyan seis más. Y finalmente tres mesas con cuatro sillas cada una.

Héctor hizo las anotaciones respectivas, tomo tanto las medidas de la barra para arreglar el borde y las de las sillas y las mesas disponibles en el lugar entonces llamo de nueva cuenta a su jefe.

-Y bien Héctor ¿Que te ha dicho mi buen amigo?

-Pues hizo dos encargos de reparación y uno de construcción. Un borde de madera y cinco bancos a reparar, seis nuevos bancos y tres mesas con cuatro asientos.

-Excelente. Hizo un gran pedido. Ahora te vas a dirigir a mi taller en el pueblo. Hay tres chicos trabajando ahí, les llamaré para comentarles que te reciban unos cuantos días y entonces se pondrás en acción con ese encargo. Así no tendré que descontarte tu paga.

-Entonces enseguida voy hacia el taller.

Finalmente el joven Rivera se despidió y salió a toda prisa del bar para comenzar con el encargo. Debía trabajar en ese pueblo por unos días pero estaría bien pues en cuanto termine su jornada podrá continuar con la búsqueda de la Palomita.

🔹🕊️🔹

Ernesto de la Cruz está muy extrañado al notar que su ex amigo no se ha parado durante el día anterior y resto de este en el taller y su jefe ni siquiera se ha inmutado en buscarlo después de pasar varias horas preguntando por el ayer y hoy es como si ni siquiera le importase, hasta parece que está demasiado contento, más de lo usual pero lo que aún le resulta más extraño es tampoco haber visto a Camila y al igual que Héctor, desde ayer y hasta esta última hora. ¿Será posible que ambos se encuentren juntos en ese momento? Casualmente ninguno ha aparecido y precisamente estos días en que ella no trabaja y los ensayos habrían sido pospuestos. No tiene idea de lo que sucede pero lo va a averiguar. No lo piensa dos veces y a la hora del almuerzo se dirige a la casa de la segunda persona a la que está situación podría preocuparle con el mismo interés.

🔹🕊️🔹

Disculpen la demora. Capítulo nuevo ¡Hoy por fin!
Espero sea de su agrado.
Bye
😚🌹

La Palomita de Santa Cecilia [Fanfic Coco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora