PREFACIO

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—...ita Gardner, Señorita Gardner, ¡Stella! —la voz de la secretaria la hizo volver, la chica parpadeó confusa y enfocó el rostro de la vieja mujer— ¿Te encuentras bien?

Las clases habían terminado y la escuela estaba casi vacía, pero la menuda chica de nariz respingona aún seguía allí. Estaba de muy mal humor porque no había conseguido su objetivo, en cambio, en su primer día, había tenido problemas con su nuevo horario por lo que se vio obligada a pasar por la oficina de la secretaria escolar para arreglarlo. Sin embargo, un par de minutos después de entrar a la pequeña oficina notó que algo andaba mal, podía sentirlo.

—Sí, ¿qué decía? —contestó fingiendo calma.

La secretaria la miró con reproche y continuó hablando, pero era inútil, Stella no estaba ahí, comenzaba a entrar en pánico y un susurro dentro de su cabeza le impedía oír.

—Entonces ¿estás de acuerdo con el horario?— volvió a interrumpir la secretaria.

—Ah, sí, sí, claro... —respondió la chica vagamente— disculpe, aparte de esta puerta ¿hay alguna otra salida?

La mujer la miró perpleja y arrugó levemente las cejas.

—No, ¿Por qué? ¿Sucede algo malo?

—No, no es nada— respondió Stella y sé esforzó en sonreír. 

La secretaria hizo un gesto y regresó la vista a la computadora, mientras Stella volvía a sus pensamientos.

—Maldición —pensó —¿cómo me encontraron? fui cuidadosa en no dejar rastro. Tengo que calmarme y pensar claro... tengo... tengo que llamarlo.

Disimuladamente sacó un diminuto objeto negro y redondo de uno de sus bolsillos y lo colocó en su oreja, presionó una tecla y de inmediato contestó una voz masculina.

—¿Qué sucede? —preguntó la grave y profunda voz de un chico— ¿estás bien?

—Me encontró — respondió Stella,  rápido y en voz baja —no hay tiempo, aún no ha hecho ningún movimiento... lo siento pero lo haré, si soy capturada y torturada no podrán llegar a ti.

—No, espera debe de haber otr...

—Te quiero —interrumpió y cortó la llamada decidida. Ella ya había enfrentado antes situaciones peligrosas, de hecho, le encantaba sentir la adrenalina corriendo por sus venas, pero esta vez era diferente, algo en su interior le decía que era el fin. 

Segundos después, la puerta de la oficina se abrió y entró un chico alto de aspecto rudo, tenía el cabello negro, los ojos verdes y su forma de mover era tal, que parecía una pantera al acecho. Stella lo reconoció de inmediato y supo que no había forma de escapar. Aún recordaba perfectamente el día en que él, con sus manos ensangrentadas, le ofrecía un corazón.

La secretaria, ajena a la tensa atmósfera, levantó la vista y reprendió al joven.

—No tiene permiso para estar aquí, estoy ocupada, espere afuera— ordenó. 

Él la ignoro, siguió con paso firme hasta llegar a la chica, puso su mano sobre el hombro de ella y sonrió.

— ¡Le dije que esperara fuera! —repitió la secretaria molesta.

El chico ni siquiera la miró, sus ojos estaban clavados en su presa, Stella.

—Te encontré —dijo el chico apenas moviendo los labios y apretó con más fuerza el agarre sobre el hombro de ella —esta vez no podrás escapar.

Stella, la delgada y pequeña chica también lo miró, no con miedo sino con desprecio, como alguien que mira a una cucaracha antes de aplastarla.

Sonrió.

—En tus sueños bastardo— y volvió a presionar un botón del artefacto que seguía en su oreja.

Cuando el aparato comenzó a vibrar, el chico retrocedió y se encorvó apretando sus oídos con las palmas de sus manos, mientras lanzaba un alarido de dolor.  Sus sensibles oídos captaban el horrible chirrido que hacia vibrar todos sus órganos, como miles de ajuagas pinchando cada centímetro de su cuerpo, destrozándolo por dentro.

La secretaria no fue capaz de percibir el sonido, ella, segundos después de ver sufrir repentinamente al chico, se levantó alarmada de su silla, sin saber que estaba pasando.

—¿Joven, se encuentra bien?— preguntó asustada y por un momento pensó que se trataba de una broma, pero dejó de creerlo cuando un oído del chico comenzó a sangrar —Vamos, te llevaré a la enfermería.

Él no se movió. 

De pronto, escuchó un duro golpe detrás de ella, volvió la cabeza y vio en el suelo a Stella convulsionando, vomitando y sangrando.

—¡Señorita Gardner! —corrió a su lado, olvidándose por completo del chico —¡Stella, Stella! ¡Alguien ayúdeme!— gritó.

Mientras la secretaria se arrodillaba junto al cuerpo de Stella, entró a la oficina un segundo chico envuelto en furia. Apartó a la secretaria de un empujón, propinándole un fuerte golpe contra la pared, dejándola inconsciente. Quitó el aparato del oído de Stella y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta, después, golpeó suavemente su mejilla cerciorándose de que seguía con vida.

Lo estaba, suspiró aliviado.

El chico de cabello negro que estaba en el suelo tardó unos segundos en recobrar la compostura, se limpió la sangre y atravesó el lugar hasta llegar a ellos.

—¡Chica estúpida, te mataré! —gritó furioso.

Stella, casi inconsciente no le prestó atención. Su vista estaba fija en el segundo chico, apenas podía enfocarlo, pero se esforzó por mirarlo a los ojos, aquellos ojos azules que tanto amaba. Intentó decirle algo, pero las palabras no salieron de su boca. Las fuerzas comenzaron a abandonarla mientras  una tenue lágrima rodaba por su mejilla, le pesaba como una vida, su vida. 

Y se fue.  

Al fin la habían capturado.

***

Nota de la autora

Hola (^o^)/    

Esta historia ha estado dando vueltas dentro de mi loco mundo (Cabeza) desde hace un tiempo, realmente iba a empezar de forma diferente pero Stella es un poco impulsiva y no quiso esperar.

Tengo que advertirte: esta novela tiene lenguaje altisonante, tiene sangre, un poco de gore, una pareja gay, algunas situaciones explícitas y muchos otros personajes que aún no conozco. Recuerda, esta historia está marcada con contenido adulto.

Así que si te gustan este tipo de historias por favor dale amor y apoyo a esta.

No olvides dejar tus comentarios y votar me animarían mucho a seguir escribiendo.

Solo me queda una cosa por decir: Bienvenid@ a uno de mis mundos. 

El Linaje Maldito: StellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora