Capitulo 27. Ocultar y fingir

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Cuando abrí los ojos, todo estaba borroso y mi cuerpo se sentía pesado, como si le hubieran drenado la fuerza.

A lo lejos escuché voces, dos voces discutiendo. A unos metros de mí vi dos siluetas, una alta de espaldas que levantaba a otra ¡por el cuello!

Parpadeé, reconocí esas voces, pero no lograba distinguirlos. Estaba segura de que uno eran Dragomir, aunque su voz se escuchaba distorsionada, afónica, entonces caí en cuenta lo que estaba su sucediendo. Lo estaban ahorrando. Los pies de Dragomir colgaban, casi sin fuerza, su cara se había puesto de un color morado.

Me asusté.

—Richard, suéltalo— supliqué.

Traté de incorporarme, pero mis codos se aflojaron y volví de un golpe al pavimento, raspando mi mejilla. Un golpe sordo se escuchó y minutos después Richard estaba a mi lado ayudándome a levantar. Dragomir estaba en el suelo, aturdido y con una mano en su rojo cuello.

—¿Princesa estas bien?

Me senté en el mojado suelo aturdida, el sol ya se había ido y lo que nos alumbraba era una lámpara de poste.

—¿Por... Por qué golpeas a Dragus?  —cuando mi visión se estabilizó noté que la cara de Richard estaba amoratada —¿Qué le pasó a tu cara? ¿Dragus te hizo esto?

—No, no es nada —se apartó un poco— Dragus no me hizo nada— me levantó del suelo y me sostuvo— ¿Qué te hizo a ti? ¿Qué viste?

—¿De qué hablas?

Los ojos de Richard me escudriñaban, él sabía algo.

—Sé que te hizo ver algo, dímelo, Stella, es importante.— su voz tenía un dejo de desesperación.

—¿Importa tanto que intentaste matarlo?

—No, yo no quería matarlo —su vista viajo a Dragus que todavía no se recuperaba— no es eso. Yo... Perdí la calma. Él intentó separarte de mí y eso jamás lo permitiré. —en ese momento sus palabras me sonaron amenazantes y opresivas, él también lo notó— lo siento, princesa. Es solo que no soportaría perderte.

Toqué débilmente su mano. Tratando de que entendiera qué estaba ahí. Su mirada era afligida.

—¿Entonces Dragomir hizo que viera ese...— no sabía cómo describirlo— ¿sueño?

Richard asintió.

—¿Qué viste?

—Fue extraño, era como si yo fuera Dragomir. Estaba en un callejón caminando y vi una chica, realmente no era bonita —los ojos de Dragomir destellaron verdes, su mirada vacia—pero por alguna razón pensé que era sumamente hermosa y tenía una paloma, traté de acercarme a la chica, pero la paloma se cagó en mí y la chica se rió. Me sentí el hombre más desafortunado del mundo. La vergüenza, el deshonor. Me alejé de ella y no pude evitar llorar bajo un árbol y lo escribí en mi diario, qué mantengo oculto por que en el fondo soy un alma sensible y romántica. —puse cara de aburrimiento —ya sabes, el jodido Dragus.

Richard me miró, yo actué lo más natural que pude, no sabía porqué le había mentido, inventando esa absurda historia. Después de unos minutos Richard pareció creerme y miró a Dragomir severamente.

—¿Por qué hiciste eso?

—La quería llevar conmigo, ponerla a salvo— respondió Dragomir irritado, pero yo sabía que en realidad se sentía aliviado. —Ese maldito ser...

Repentinamente ambos se quedaron quietos, como antes había visto a Jun en el centro comercial, como si sintieran el peligro.

—Tenemos que irnos— dijo Richard.

El Linaje Maldito: StellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora