Capítulo 14. El encuentro

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La bodega donde se encontraba Stella era pequeña, oscura, olía a humedad y estaba llena de utensilios de limpieza. Ella estaba sentada en un rincón abrazando sus rodillas aún conmocionada por la pelea. Se sentía como una estúpida por no saber que hacer, por no poder ayudar a Jun, se odiaba por estar en ese almacén escondida como una rata, pero no podía hacer nada más que seguir ordenes, era evidente que el atacante era un profesional y lo peor, conocía Jun.

—¿En qué demonios anda metida esa gente? — pensó con renuencia.

De pronto, escuchó un ruido y con mucho cuidado pegó su oreja a la puerta, afuera todo estaba silencioso. Se relajó.

Pero la tranquilidad no le duró mucho tiempo, volvió a escuchar ruido; los casi inaudibles pasos de alguien se acercaban. Quedó quieta, aguantando la respiración. La manija comenzó a moverse y la puerta se abrió lentamente, el corazón de Stella se detuvo al ver a un enorme hombre parado en el umbral, era tan grande que abarcaba toda la puerta, tenía una mirada gélida y una expresión inescrutable.

Stella cerró los ojos esperando que fuera una visión, pero cuando los volvió a abrir el hombre seguía ahí y parecía más aterrador que antes. El sujeto entró lentamente al pequeño cuarto y Stella dio un paso atrás chocando con la pared, estaba atrapada.

—Que patético escondite— dijo el hombre, su voz era dura y firme como un trueno, pero por un momento su semblante vaciló cuando la tuvo más cerca. 

Stella estaba paralizada, sus rodillas se aflojaron, miró a los lados en busca de algo que pudiera ayudarla. Alargó su mano en busca de una escoba, pero él de inmediato la sujetó con fuerza del brazo y la jaló.

—No importa, vámonos —ella no se movió y él la jaló con más fuerza —¡Vamos he dicho!

Por un instante Stella lo miró los ojos, eran de un profundo azul. Se sintió mareada, llevó ambas manos a su cabeza mientras un destello pasó por su mente, fue un recuerdo fugaz que no se formó.

El sujeto aprovechó su momento de debilidad y la sacó a rastras del almacén, al sentirse fuera, Stella recobró sus sentidos y comenzó a forcejar, tenía que escapar, sabía que si la capturaban estaría muerta.

—Suéltame —gritó y golpeo una y otra vez.

Pare él, ella era un molesto mosquito tratando de picarlo, le  pareció divertido. No sabía que estaba pasando exactamente, no la había visto en un tiempo y aunque ella lucía diferente seguía siendo tal como la recordaba: impetuosa y valiente.

—Si que eres valiente para golpearme, pequeña rata.

—Yo lo soy más por intentar matarte —dijo una voz desde la oscuridad. Kai salió de la nada y le clavó una daga en la espalda, el hombre se arqueó un poco e hizo una mueca de molestia, pero ni siquiera se tambaleó; sin duda no era el resultado que Kai y Stella esperaban.

—Espartano— dijo el atacante a Kai, en una mueca de burla— eres tan débil como dicen.

Stella desesperada, aprovechando el momento, le mordió la mano y mientras él estaba distraído sacudiendo su mano para soltarse del ridículo ataque de la chica, Kai le dio una patada en la cara. Aturdido, dio unos pasos vacilantes hacia tras, sacudió la cabeza y volvió a subir la guardia, pero era tarde, Stella se había soltado y corría al lado de Kai para protegerse, él la puso detrás él.

—¿Eso te pareció débil?— se mofó Kai. A Stella le dijo: —¿Y Jun? ¿Dónde está Jun? —preguntó sin apartar la vista del sujeto.

—Fue tras un hombre.

—¿Qué? ¿Quién era él? — empujó a Stella al ver que su oponente se recuperaba y se lanzaba contra ellos —Dime como era él... —exigió mientras se defendía y volvía a atacar.

El Linaje Maldito: StellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora