Capítulo 37. Asalto parte I

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Al girar la cabeza vi a una enorme sombra a mis espaldas, su rostro estaba enmarcado por la ira, pero no me veía a mí, sino a Andrej. ¿Había dicho "salvación"? Era más bien un homicidio.

Lo que sucedió después fue tan rápido que apenas pude asimilarlo. En un segundo Cémir y Bratislav habían sido arrojados desde la oscuridad, ambos noqueados y la sombra detrás de mí había desaparecido, ahora estaba frente a Andrej, este dio un tropiezo y cayó al suelo gritando con ambas manos en su cabeza. Se desmayó.

—Agradece, imbécil —dijo la sombra— esas chicas no hubieran tenido piedad.

Entonces volteó, pero su expresión de ira se había desvanecido, en cambio me sonreía. Era un rostro que conocía muy bien, alguien a quien ansiaba ver.

—Hola, princesa.

—¡Richard! —corrí a sus brazos.

—¿Estas bien? —me estrechó fuerte en su pecho —déjame ver tu rostro ¿estás bien?

—¡Suéltame! —gritó Rux en el callejón— ¡Que me sueltes! —Dragomir apareció con las dos chicas sujetas del brazo, Tasha caminaba tranquila pero Rux se retorcía como una fierecilla —¡Lo han arruinado! ¿Por qué demonios vinieron aquí?

—¿Por qué la trajiste a uno de tus juegos, Ruxandra? —preguntó Richard molesto, Rux soltó su brazo y se paró frente a él.

—Para que aprenda a cazar —hizo un gesto de molestia y rodó los ojos— ¿Crees que soy estúpida? ¿Crees que no se los planes que tienes con ella? ¡Es tu maldita concubin!

—¿Su qué? —pregunté.

—Oh, cielo —dijo Tasha pasando su brazo por mis hombros— creí que ya lo sabías.

—¿Saber qué? ¿Qué está pasando?

—¡Ahgrr! Astarot, sólo tú eres tan tonta para no comprender la situación.

—¿Astarot? ¿Por qué demonios le dices así? —gruñó Dragus.

—¡Cállate! Si quieres reclamar algo, díselo a tu madre —gruñó Rux de vuelta. Comenzaron a discutir, los ignoré, mi vista estaba fija en Richard.

—¿Richard, qué pasa? ¿qué es concubin?

—Hablaremos de esto en casa, sube al auto. —Me lo ordenó a mí, pero su mirada estaba fija en Rux. Ella soltó una risotada.

—Adelante, Astarot, pregúntale quien es. Dile a esta niña quién eres querido primo o ahora debería llamarte Ri-chard.

—¡Cállate, no me hagas hacerte daño! Y tú —me jaló del brazo —sube al auto —no me moví— ¡obedéceme y ve al auto!

Sin delicadeza me llevó hasta el auto y me aventó al asiento del copiloto. Arrancó a toda velocidad, dejando a los demás en ese oscuro callejón. Richard aparcó en la entrada de la mansión y me arrastró fuera del coche mientras yo trataba de soltarme, segundos después llegó el auto de Rux, venía hecha una furia.

—¡Como te atreves a ignorarme! —gritó a nuestras espaldas.

—¡Esto no es asunto tuyo, Ruxandra!

—¡Ah, no! ¿Entonces que malditamente...

—¡¿Qué es este escándalo?! —la voz de mamá hizo eco en lúgubre vestíbulo, estaba en la cima de las escaleras junto al conde Cruach y Lord Byron, Anthony venía detrás de ellos.

Cuando mamá vio a los chicos su rostro se iluminó.

—¡Han regresado! —exclamó y bajó las escaleras a prisa, pero Dragomir la interceptó, furioso.

El Linaje Maldito: StellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora