Capítulo 18. Asesina

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Ahí estábamos, en mi oscura habitación en la madrugada, todo el departamento estaba en completa calma; lo único que se escuchaba era nuestra pesada respiración y el sonido húmedo de nuestras lenguas chocando entre sí. Ruido, que sólo escuchábamos nosotros dos.

Mi mente no paraba de repetir una y otra vez: esto no es real, no es real, no puede ser real... pero mierda, fuera o no real lo iba a aprovechar. Rodeé con mis brazos el cuello de Richard y lo atraje hacia la cama conmigo, él inmediatamente puso sus codos a cada lado de mí, apoyando su peso.

—No, princesa— jadeó. Hablaba como si pusiera todos su esfuerzo en ello, incluso temblaba, pero su vista seguía fija en mis labios, anhelando más. —No voy a ser capaz de controlarme.

—No te controles —susurré sobre sus labios.

Seguramente él sentía lo mismo que yo; la sangre me hervía y mi pulso estaba a mil por minuto, mi racionalidad se había vuelto humo y un frenesí recorría mi cuerpo, gritando: ¡Más, ahora, dame más de esa Droga!

No perdí tiempo. Besé los labio de Richard y él gimió, pero no me devolvió el beso.

—No, no puedo —dijo entre cortado, casi aguantando la respiración.

—Sí, si puedes. Hazme tuya.

¿Qué me ocurría? Sentía que iba a morir si no recibía lo que quería ¿pero que quería? ¿Sexo? No, era algo más. Era algo que deseaba, algo que necesitaba como un drogadicto a droga, pero esa droga ya estaba en mi sistema y se sentía como energía, adrenalina, pero no era suficiente ¿qué me pasaba?

—No puedo— dijo Richard jadeando —no tú, no ahora.

—¿Por qué no? —dije tratando de controlarme, temblaba.

—Lo tengo prohibido. Prometí que no te tocaría, sin embargo, tú eres mi tentación, mi deseo.

Sus palabras causaron euforia en mi interior y mezclado con el éxtasis, hicieron que perdiera toda la razón. Comencé a besas a Richard como poseída, tratando de que él volviera a besarme con pasión.

—Por favor, lo necesito con urgencia —supliqué.

Mis palabras hicieron que Richard perdiera el poco control que tenía, volvió a besarme como si la vida dependiera de ello. Besó mi cuello, bajó a mis clavículas, recorrió mis hombros y con sus manos empezó a explorar mi cuerpo. Yo disfrutaba cada caricia, cada beso, cada toque y me iba poniendo cada vez más húmeda, sentí como la entrepierna de él comenzaba a aumentar.

Ya no había vuelta atrás, ambos estábamos en una especie de trance.

Moría porque me tocara. Nunca me había sentido así, estaba en mi estado más primitivo y cada minuto que pasaba me tornaba más salvaje. Richard desabrochó mi pijama dejando mi torso desnudo y hábilmente acarició mi pecho, luego el otro. Gemí e inmediatamente puso su mano sobre mi boca.

—Shh— susurró en mi oreja— Dragus está durmiendo en el cuarto de al lado.

—Que Dragus se vaya a la mierda— lo volví a besar.

Richard sonrió y me apresó con su cuerpo, comenzando a besarme nuevamente mientras que con sus manos recorría el resto de mi cuerpo.

Él levantó la cabeza y me miró.

—Me vuelves loco, princesa —tomó mi mano y la puso sobre el bulto de sus pants— no vuelvas a decir que no te deseo, que eres repugnante —hizo más presión con mi mano y gimió —así de duro me pones.

—¿Entonces por qué me rechazaste?

—No podía, no puedo. Acercarme de esta manera a ti es prohibido. Eres... muy importante para echarlo a perder. Yo nunca me habría atrevido —comenzó a besarme de nuevo— ahora, Dragus me matará —beso— Anthony me matará —beso— mi madre me matará —beso— yo mismo me mataría. Pero aquí estoy, cometiendo suicidio, una placentera muerte.

El Linaje Maldito: StellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora