—¿Por qué le hicieron eso a mi madre? —susurré todavía en shock. Mi cuerpo temblaba al pensar en todo lo que había sufrido mi madre y al final yo la había matado.
—Lo lamento, es lo que te dije la primera vez que te conté la historia de tu origen. Lamento profundamente destrozar la vida de una inocente chica, pero estoy muy agradecido porque te trajo al mundo.
—¡No! —grité y cubrí mi cara con las palmas de la mano. Estaba llorando— yo no debí nacer. Le arrebaté la vida... la maté.
—No, princesa, —dejé de llorar, me quedé inmóvil— no fue tu culpa. No lo piense, tú también eres una víctima.
—¿Cómo me dijo? ¿Princesa? ¿Quién le dijo que me llamará así? —empezaba a hiperventilar.
—Tranquila, respira con calma —dio palmaditas en mi espalda— todo está bien. Respira. —pasaron varios minutos hasta que pude controlarme —¿Estas mejor? —asentí, con los ojos vidriosos.
—No vuelva a llamarme princesa jamás y jamás les perdonaré lo que le hicieron a mi madre.
—Lo sé. Yo tampoco me perdonaría, ni los perdonaría. —nos quedamos en silencio, yo mirando mi sándwich sin tocar y él mirándome a mí— ¿Qué piensas hacer ahora, pequeña?
No tenía respuesta para eso. No tenía idea de lo que quería hacer con mi vida, hasta ahora había hecho e ido a donde me habían dicho, pero ¿qué haría ahora que tenía libre albedrío?
—Aún no lo sé —respondí.
—Como tu padre te apoyaré en los que decidas y sabes que siempre tendrás un hogar aquí o donde quiera que este el campamento.
—Gracias.
—Ahora termina tu comida —se puso de pie, con su plato en la mano —en el campamento está prohibido desperdiciarla —sonrió un poco— Tengo que irme, pero esta vez no sé si volveré.
—¿A dónde va?
—Tengo que seguir el rastro de la pareja asiática y del demonio, parece que es más grave de lo que pensé. Hasta el orgulloso clan de hombres lobo Kurjak está envuelto en esta guerra. —se detuvo antes de salir por la puerta— cuando lo veas, recuérdale que también lo amo.
—¿Qué? —pregunté confundida.
—A Richard, cuando lo veas recuérdale que lo amo. Seguramente él también te estará esperando, después de todo, te protegió incluso de él mismo.
Los pasos del hombre que infundía miedo, Whillem Schweitzer, se perdieron en el largo pasillo rumbo a la guerra. En mi corazón le di las gracias por todo lo que había hecho por mí, por amarme como a una hija y darme un hogar por tantos años.
Esa noche no pude dormir, di vueltas en mi cama pensando en mi madre, en Whillem y Erik, en lo que haría con mi vida y sobre todo pensé en Richard. ¿En qué parte del mundo estaría? ¿Me estaría esperando... pero por qué, para qué?... Él me había engañado desde el principio, me había torturado, había jugado con mis sentimientos y yo, como tonta, creí que me amaba. Tal vez solo necesitaba verlo para olvidarme de él, para terminar todo y seguir con mi vida.
Me levanté de la cama y me puse un abrigo, necesitaba salir para despejar un poco mi mente. El cielo todavía estaba oscuro, pero no tardaba en comenzar a aclarar, no había muchas personas despiertas y con las pocas que me topaban no me reconocían por el grueso abrigo que tenía puesto. Llegué a la pradera cubierta de nieve, había alguien acostado junto a un árbol sin hojas.
—¿Qué haces afuera? —me preguntó Erik arrastrando un poco las palabras, tenía la cara roja y los ojos adormilados.
—¿Qué haces tú durmiendo aquí afuera? —me senté junto a él y de inmediato me llegó el fuerte aroma del alcohol— ¿Estuviste bebiendo?
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El Linaje Maldito: Stella
ParanormaleElla era parte de un mundo que olvidó, de un linaje que pocos recuerdan. Stella estaba acorralada y no había forma de escapar, entonces lo supo, tenia que sacrificarse, perderlo todo y si tenia suerte, morir. Pero algo salió mal y días después desp...