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—Me gustan tus...¿piernas?

Dua me miró con una sonrisa del mismo infierno. Y eso que ella tenía un tatuaje de la palabra ANGEL en su brazo. Tal vez cree que no lo vi, pero los detalles de su cuerpo era admirables.

—Gracias por el cumplido.

—De nada.

Le sonreí de regreso sin dejar de ver el café de sus ojos. El ascensor continuó su camino hacia el subterráneo del edificio donde se encontraba el estacionamiento.

Presioné el seguro para liberarlo y mi bebé Mustang blanco estaba esperándonos.

—¿Es tuyo?

—Sí, fue un auto-regalo por mi cumpleaños 21, ¿quieres conducirlo? Tiene un motor potente y...espera—presioné el botón para retirar el techo convertible.

—Debió costarte una fortuna.

—Es la herencia de mi abuelo, él y mi abuela querían lo mejor para mí—intenté sonreír pero no lo logré. Joder, mis sentimientos.

Caminé hacia la puerta del conductor para abrir y darle lugar a ella.

—Vamos nena, tú conduces, o si quieres puedes ir en mis piernas, no me molestaría en nada.

—¿A todas les dejas conducir tu mustang?

Reí. Que graciosa.

—No, mis putas sólo llegan al primer piso, no las bajo al subterráneo.

—Vaya, me alegra que no me consideres tu puta—abrió la puerta del copiloto y subió.

—Bebé, ¿no quieres conducir? Apuesto a que te verías extremadamente sexy aquí—señalé el asiento del conductor y ella negó.

—No quiero chocar tu lujoso auto.

—Sólo sería un auto, además, voy a intentar cuidarte.

—¿Intentar?

—Sí, es que me puedo desviar en el escote de tu vestido.

—¿Siempre tienes ganas?

—¿De tí? Hasta en mis sueños bebé.

Su risa de nuevo reapareció y me sentí confundida, levanté las cejas.

—Hallie, ¿estás drogada?

—Dopada por tus ojos, sí, mucho—respondí orgullosa.

—¿Recuerdas lo que me dijiste anoche?

—Sí, dije que quiero besar tus abs

—No eso, espera... ¿dijiste eso?

—No lo sé, supongo que sí, ayer te veías caliente y perra, y estabas ebria... Hoy también te ves caliente y perra pero con resaca.

—Interesante comparación, ¿nos vamos? Tengo hambre.

Levanté las cejas. Que peligrosa interpretación.

—Me refiero a comida, hambre de comida.

—Puedo ser tu comida...

the hills › dua lipaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora