—Hallie al agua.
No. No. No quiero mojarme. Cerré los ojos antes de caer al agua.
Los chicos me habían lanzado al agua de la piscina. Que lindos.
Rápido, rápido, nada a la superficie.
—Vengan aquí...—veo como corren mientras ríen por lo que me hicieron. Resbalo en la orilla y regreso al agua.
—Hallie, amor, ¿ya bebiste mucho?
—Sí, mucha agua sí.
La chica rubia que está cerca de mí, sonrie.
Logro salir del agua. Y corro hacia el interior de la casa. Con la mirada busco a Dua, aún no ha llegado.
—Hallie, ven a beber un poco de té.
—Eso no es té. Lo digo por el raro color verde de la bebida.
—Es néctar de kiwi.
—No, gracias, es sospechoso—cambio de tema—¿han visto a mi ángel?
—No, seguro llega más tarde, mientras puedes divertirte, amor—Isabel pasa su brazo por mi cintura.
Se moja por mí...porque aún sigo con el agua de la piscina en mi ropa.
—¿Y cómo se supone que voy a divertirme si Dua no está aquí?
—Puedes venir a la piscina conmigo.
—Acaba de salir de ahí.
—¿Quieres beber algo?
—¿Vas a preparme un coctél azul?—ella asiente. Agradezco que no intente besarme.
Llegamos a la cocina. Y cambio de planes.
—Creo que mejor bebo un poco de leche.
—Amor, ¿te gusta la leche?
Malos pensamientos no, no otra vez.
—Sí, me gusta mucho la leche...Dua lo sabe.
—Has estado mucho tiempo con ella...
—Varias semanas, es poco...¿qué pasa?
—¿Ya es tu novia?
Suspiro. No, aún no le he preguntado, pero pronto será.
—Ya nos casamos.
Veo que Isabel sonríe y abre la caja color blanco, busca un vaso y vierte la leche para entregármela.
—Amor, vi lo que sucedió después del juego en la carretera... Si te quiere, va a estar contigo en todo.
—Ese día lo arruiné, tuve la culpa.
—No la tienes, querías divertirte. Que ella vea las cosas de otra manera es diferente.
—Ella es un cielo. Un ángel.
—Tal vez sólo juega a ser ángel.
Ese día, Dua no llegó a la fiesta. Cuando la llamé tampoco respondió.