—Hallie, hey, aquí.
—¿Qué pasa?
—Mis ojos están aquí arriba—Dua señaló su perfecta mirada y suspiré.
—Bebé, ¿por qué eres demasiado hermosa?
—No soy demasiado hermosa.
Inmediatamente la detuve, negando con mi mano.
—Eres bellísima, perfecta...como un durazno.
—¿Como un durazno?
—Es que, me gustan los duraznos.
—¿Eso quiere decir que te gusto?
—Bebé, me fascinas, me encantas, me enloqueces.
—No llevamos ni dos días en conocernos.
—Para mí ya es suficiente. ¿Quieres que te lo demuestre? Ven aquí.
Mi dedo índice la llamó para que se acercara. Ella miró a nuestro alrededor y negó.
—No quiero arriesgarme a que me arranques el vestido enfrente de todos y me folles fuerte contra la mesa.
Aquello me sorprendió. No lo esperaba. Ella es la chica. Es la indicada, yo lo sé.
—No lo había pensado pero me encanta tu idea.
Ella continuó concentrada en su comida marina y yo seguí jugando con las aceitunas.
—El fondo de bikini va a llorar la pérdida de Larry la Langosta—señalé su comida. Caricaturas de Bob Esponja.
—No digas eso, me voy a sentir culpable.
Tenía razón. Ay, que mala persona soy. No no.
—Tal vez esa langosta era el enemigo de Larry y le hacía mucho bullying, y tú lo salvaste.
—¿Y si tenía familia?
—Te comiste al padre—cubrí mi boca y la miré sorprendida—que atrevida con los sugar daddys.
Mi teléfono comenzó a sonar y Dua se acomodó en su asiento. Yo sólo seguía admirando la belleza de sus cejas.
—Hallie, ¿no vas a responder?
—¿A quién?
—No sé, te están llamando—desvió su mirada a la pantalla y apoyé mi rostro sobre mis manos.
—¿Tus labios son reales?
—¿Qué?
—¿Puedo tocarlos? Sólo un poco. Prometo no hacer nada arriesgado.
Ella asintió confundida pero sin borrar su sonrisa. Mis incoherencias le agradaban.
Me acerqué y toqué sus labios. Ahogué un pequeño grito interno. Toqué el cielo, toqué el cielo.
—Hallie, te siguen hablando.
—¿Sí?
Dua tomó el teléfono entre sus manos y lo extendió hacia mi.
—Puedes responder o lanzarlo por la ventana, la vibración sobre la mesa me distrae un poco.
Sujeté el movil y consideré su segunda opción, pero ella me detuvo.
—Espera, ¿de verdad no quieres responder? Puede ser algo importante.
—Ahora todo lo importante está sentada frente a mí...
—Alucinas mucho.
—Puede ser, pero te culpo a tí por todo lo que causas, nena. Bien, voy a responder, aquí vamos en 3... 2...
Presioné el botón para responder. Era Billie.
—Hall, chica ¿en dónde andas?
—Estoy en Blue Palace.
—¿Qué haces ahí? Mueve ese trasero y ven a la casa de Brook, la fiesta va a comenzar.
Miré a Dua, estaba bebiendo champagne.
—Billie, estoy con un ángel, y...
—Tráela, nos vamos a divertir. Bueno, te dejo, ya llegaron las perras de Paris.
La llamada terminó y busqué la mano de Dua.
—¿Te gustan las luces en la playa?