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Dua estaba a mi lado, jugando con mi mano mientras esperábamos a que los chicos regresaran de la carrera.

Junto a nosotras se encontraban los demás.

—Hall, tú sigues, ¿ya tienes listo a tu bebé?—se referían a mi auto.

—Sí.

Miré a Dua.

—Bebé, vamos a ganar.

—Cariño—sostuvo mi rostro entre sus manos y por un momento creí que me iba a besar—quiero irme. 

—¿No quieres jugar?

—No me gusta que te arriesgues así.

Antes de responder, los otros chicos llegaron en sus autos.

—¡Se los dije! ¡Soy el puto maestro de la velocidad!—Tyler se acercó a nosotras y pasó su brazo por el hombro de Dua—¿Qué dices Hallie? ¿Quieres intentar algo?

—Puedo ganarte.

Él rió mientras negaba.

—¿Apostamos?

—Hecho.

—Mm déjame ver—parecia pensarlo—... si gano, tu chica me da un beso, si pierdo, te quedas con mi Ferrari por un mes.

Reí. Este hombre.

—No voy a apostar a mi ángel.

Busqué la mano de Dua y comencé a llevarla conmigo al interior del auto.

—¡Hallie, estás aceptando que eres una perdedora!—Tyler estaba gritando detrás de nosotras.

Los demás chicos comenzaron a empujarme para que jugara. Miré a Dua, ella estaba adentro del auto, esperándome.

Entré al auto y encendí el motor.

—Sólo serán cinco minutos, nena, después puedes castigarme por desobedecer.

Los chicos hicieron la cuenta regresiva y al fin presioné el acelerador.

Cambio de velocidad. Aumento. Aumento. El motor ruge con la potencia y sube el velocímetro.

—Hallie, disminuye.

—Vamos a ganar, cariño.

Bajo la velocidad antes de llegar a la curva y continuo.

—Hallie, baja, vas demasiado rápido.

—Bebé, lo tengo bajo control.

—Hallie...

Aumento la velocidad. Dua maldice en voz alta.

—Hallie, baja esa jodida velocidad.

No respondo. Hago el cambio de velocidad y giro para regresar. Derrapan las llantas y Dua me grita.

—¡Maldita sea, Hallie, apaga ese estúpido auto!

—Ya vamos de regreso.

—Deténte, voy a bajar.

—Pero estamos en medio de la carretera. Cariño...

—Te dije que no quería venir, bájame.

—Ya vamos a llegar.

—Bájame o...—su voz se quebró. Maldición.

Vi la línea final con los chicos. Sí, había ganado la carrera pero había lastimado a mi bebé. No, esto está mal.

Sólo apagué el auto y ella bajó molesta.

—Bebé...

Los chicos se acercaron a felicitarme pero yo sólo seguí a Dua. Ella se estaba alejando de mí.

—Nena...cariño—no quería escucharme. Sólo estaba avanzando por la carretera en las afueras de Beverly.

El atardecer de hoy es triste.

—Amor, perdón, espera...

—Hallie, vete a la mierda.

—Bebé, espérame—logré alcanzarla. La abracé por la espalda y ella intentó apartarme pero la sujeté a mi cuerpo con más fuerza.

—Déjame Hall, quiero estar sola.

—Perdóname amor, no va a suceder de nuevo, lo siento, nunca quise lastimarte...—giré para encontrarme frente a ella—fui una estúpida, bebé, perdón...

Limpié la pequeña lágrima de su mejilla y la besé.

—Te quiero.

Ella presionó sus labios contra los míos una vez más.

—Yo también te quiero, Hallie.

the hills › dua lipaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora