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Dua ebria es la persona más linda que existe.

Esta noche se estaba cayendo del sofá, pero seguía cuidando su bebida brasileña.

—Nena, ¿quieres un fernet?

Ella me miró y sonreí. Sus amigas estaban en la fiesta, bailando demasiado ardientes. En mi mente estaba retumbando SEXO SEXO SEXO.

Me mordí el labio al ver sus piernas. Quiero llevarla a follar.

De pronto vi que unas mujeres se acercaran a ella. Interesante. Se ve divertida charlando con ellas.

Mientras observaba lo que hacían, junto a mí llegaba Billie con unos amigos.

—Te chocaron el caballito blanco.

—¿Caballito blanco? ¿Mi... —a Jeremy le había prestado mi Mustang.

Inmediatamente los seguí hasta la entrada de la fiesta.

—¿En dónde está? ¿Dónde? No lo veo, olvidé mis lentes y es de noche.

—Está en carretera, unos chicos lo vieron en la curva.

—Maldición. No. ¿Cómo está él? Además de ebrio... —. Me sentía algo confundida.

—Creo que está bien, vamos a verlo. Vas a llorar por tu Mustang.

—Esperen, debo ir a buscar a mi ángel.

—Déjala, no tardamos.

—Conozco a los zorros de aquí. No. No voy a dejarla.

Entré de nuevo, y me ofrecieron un whiskey. Seguí mi camino hasta encontrar a Dua. Ahogué un grito como si alguien se estuviese comiendo el durazno reservado en la heladera.

Dua estaba casi rodeada de hombres y mujeres, como si fuera un terrón de azúcar y ellos las hormigas.

Lo sabía.

—Vamos bebé.

—Me ofrecieron el dibujo de la banana.

Sacó su lengua y mostró la psicodélica sustancia.

Los fulminé con la mirada. ¿Qué creen que hacen?

—Ven a mis brazos, nena.

Sus labios subieron a los míos y al abrir la boca, le retiré lo que quedaba de esa droga. Caminé con ella para buscar un poco de agua y le entregué la botella.

Después de eso, tuve que correr junto a ella para ir en busca de mi Mustang.

Creí que iba a ser una raspadura de dos milímetros pero no, mi bebé Mustang cayó por un barranco. Jeremy estaba en camino al hospital y yo, buscando como liberar mi auto mientras mantenía "quieta" a Dua.

—Linda, creo que ahora vamos a tener otro auto.

Dua estaba en otro mundo, a mi lado.

—Quiero ir a Hollywood Sign.

—Bebé, ven aquí... Dame un beso—. Error, eso no fue beso. Eso fue mordida, y ataque contra mis labios. Igual me gustó.

the hills › dua lipaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora